Lo suyo no fue una lucha por Euskal Herria ni por su independencia. Lo que a Rafael Caride Simón le llevó a militar, a 'afiliarse' a ETA fue la lucha obrera. Formaba parte de la rama sociosindical en la que también se alimentó la banda y que en muchos casos ni siquiera añoraba identidades ni singularidades vascas. A Caride Simón le hubiese movido el mismo ímpetu en cualquier otro lugar.

Nacido en Vigo, en 1945, cuando los sindicatos y la lucha obrera estaban prohibidas por el régimen, como otros muchos, este etarra gallego comenzó por librar una batalla antifranquista. En su caso en la fábrica, entre las centrales que como la suya, Comisiones Obreras, intentaban dignificar las condiciones de los trabajadores y abrir una ventana de oxígeno en la dictadura. Pronto su actividad revolucionaria le convirtió en sospechoso para la policía y finalmente optó por huir de su Galicia natal.

Aquel joven, casado y padre de dos niños, decidió a comienzos de los años 70 buscar refugio en Euskadi. Allí consideró que el clima de las fábricas que entonces ya se vivía el País Vasco sería un ambiente propicio para continuar su lucha. Este tornero de profesión no tardó en afiliarse a los más activos, al sindicato LAB, afín a la incipiente Herri Batasuna. Aquellas compañías que frecuentaba no tardaron en abrirle las puertas a profundizar en su activismo y que derivó en dar el salto a ETA a mediados de los 70. Rafael Caride Simón se convertía así en uno de los primerizos más veteranos de la organización terrorista, con algo más de 30 años.

Su lucha obrera en Galicia le llevó a huir a Euskadi, donde conectó con el entorno de la izquierda abertzale hasta dar el salto a ETA

No tardó en ganarse la confianza de la dirección. En 1983 cruzó la frontera para refugiarse en Francia. Años después participaría en varios atentados, pero sin duda alguna, el que le catapultó a ojos de la cúpula de ETA fue el crimen de Hipercor que él mismo ideó y lideró. Convertido en el jefe del 'comando Barcelona', años después reconocería que llegó a brindar con sus compañeros de comando por el éxito de aquel atentado que dejó un rastro de 21 muertes y 45 heridos.

La vida como terrorista activo de Caride Simón terminó el día que fue detenido y desde el que no ha vuelto a recuperar la plena libertad. Su trayectoria en ETA se prolongó algo menos de dos décadas. En 1993 el etarra gallego de ETA fue arrestado en Tolusse (Francia). Acumula 25 años de prisión, si bien en un régimen atenuado durante los últimos años.

Un arrepentido

Su militancia en ETA complicó también su vida familiar. Su primera mujer no tardó en separarse. También la segunda relación, con una militante de ETA, no fraguó. Y así, una tercera vez, en la que la mujer con la que estaba lo abandonó tras descubrir su militancia en la organización criminal. Hoy una de sus hijas vive en Barcelona y ejerce como peluquera.

Caride Simón se ha reunido con varias víctimas del atentado de Hipercor a las que ha reclamado su perdón.

El Rafael Caride Simón actual poco o nada tiene que ver con el que brindaba con una copa los atentados. Desde hace años ha dado pasos para desligarse de la organización, que incluso lo expulsó de sus filas. Ha reconocido que el arrepentimiento de su pasado como miembro de ETA llegó siete años después de ingresar en prisión, en torno al año 2000. Fue entonces cuando comenzó a rumiar la posibilidad de acogerse a la llamada Vía Nanclares. En 2011 mantuvo su primer encuentro con una víctima, Rosa María Peláez, superviviente de Hipercor, a la que siguió meses después la que mantuvo con otra víctima de aquel atentado, Roberto Manrique. A la salida, ambos reconocieron que el arrepentimiento que les mostró les pareció sincero.

Hoy cumple condena en la cárcel alavesa de Zaballa y es uno de los tres presos de ETA ha sido acercado al País Vasco para cumplir su condena. En Instituciones Penitenciarias los informes constatan su transformación. Los permisos de los que ya disfruta vienen avalados por consideraciones por ser un preso “cordial, educado y correcto” que tiene “hábitos laborables consolidados” y que ha reconocido en reiteradas ocasiones su arrepentimiento.

Cerca de cumplir los 73 años, Caride Simón también contempla redimirse de su culpa colaborando con grupos de autoayuda para apoyar a otras personas presas para avanzar en su reinserción social.