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La guerra ultra que se avecina: todos contra Inglaterra en el Mundial de Rusia

Ultras rusos, serbios y argentinos se conjuran para 'cazar' a los hooligans ingleses el 24 de junio en la ciudad de Nizhni Nóvgorod

Ultras rusos y hooligans ingleses, durante una batalla en las calles de Marsella en la pasada Eurocopa.

Ultras rusos y hooligans ingleses, durante una batalla en las calles de Marsella en la pasada Eurocopa. EFE

En Argentina, el periodismo de barra brava es un género en sí mismo. No quiere decir que sea forofo, ni partidista, sino que hay cierta industria informativa alrededor de la actualidad de las tribunas. Hay programas de televisión dedicados al tema. También de radio, revistas, canales de Youtube e infinidad de cuentas en Twitter. Se siguen al minuto los movimientos internos en los grupos radicales, sus planes, sus desplazamientos, los nuevos trapos, los cánticos se hacen virales en horas.

Pablo Carrozza es uno de los periodistas que más de cerca siguen este mundo y el jueves por la noche, minutos después de que falleciera un 'ertzaina' en Bilbao durante los enfrentamientos entre ultras del Athletic y del Spartak de Moscú, lanzaba un pronóstico: "Se viene el Mundial más sangriento de los últimos 30 años. Barras sudamericanos, hooligans europeos, ultras nazis, paramilitares rusos, grupos de extrema derecha y movimientos de izquierda. Ya hay alianzas y declaraciones de guerra".

Viniendo de Argentina, la referencia a los "últimos 30 años" no es casual. Marca un límite claro en México'86, y más concretamente en los Cuartos de Final de aquel torneo. Argentina-Inglaterra. La 'mano de Dios' y el golazo descomunal de Maradona, hecho inmortal por la narración de Víctor Hugo Morales. Eso es lo que ha pasado a la historia global. En la Argentina hay más matices.

Antes del partido, los barras argentinos, ayudados por unos pocos escoceses, cazaron a los hooligans ingleses en el Paseo de la Reforma en Ciudad de México, cerca de la enorme estatua del Ángel de la Independencia. A su sombra los rodearon y apalizaron comandados por El Abuelo, entonces líder de La Doce, la barra de Boca Juniors, que en esa escaramuza en concreto contó con la ayuda de radicales de Estudiantes de La Plata y Chacarita. Dentro del estadio también hubo incidentes, pero en esos llevaron la voz cantante Los Borrachos del Tablón, la barra de River Plate.

Los ultras ingleses llevaban años imponiendo el temor en Europa y para los barras argentinos, además de una venganza por las Malvinas, la lucha representaba una cuestión de código, de honor. También de sucesión. Eso se ha perpetuado en el tiempo y es ahora tradición. Quien quiera imponer su ley debe hacerlo pasando por encima de los ingleses, y ahora es el turno de los hooligans rusos. Es una cuestión de respeto, más que de odio.

Así lo explicaba hace unos meses en una entrevista con la BBC el cabecilla de los Orel Butchers, la firm más temible del fútbol ruso y la principal responsable de las batallas campales que se vivieron en verano de 2016 en la Eurocopa de Francia. Siempre a por los ingleses: "¿Por qué contra ellos? Buscamos honor, orgullo en la lucha". Sin embargo, se fueron algo decepcionados. Fue demasiado fácil: "Un montón vinieron a Francia a pasárselo bien, a gritar por ahí, a tirar vasos... Nosotros estábamos determinados a luchar contra ellos. Eramos 200 profesionales contra 2.000 amateurs".

Francia fue un aperitivo de lo que se vivirá este verano en Rusia durante el Mundial. Los ultras más violentos del planeta juegan en casa y avisan: "Obviamente trataremos de hacer algo, eso es 100% seguro". Cuando el periodista le pregunta qué hay que hacer para acudir a la cita y no llevarse una paliza, el ultra se ríe a carcajadas: "No sé, ten cerca algún niño o una familia...Si estás allí con un amigo, debes calcular que te vas a llevar una patada en el culo". Posteriormente, el gobierno ruso emitió un comunicado acusando a la BBC de querer provocar miedo a viajar a Rusia. Los propios ultras salieron en televisión diciendo que la BBC les pidió hablar con máscaras: no tenían problema en decir lo mismo a cara descubierta.

En el mundo ultra, la expectación es máxima y los movimientos constantes desde hace meses. El más importante se produjo la semana pasada en Buenos Aires. Hasta allí se desplazó una delegación de ultras rusos -del Zenit y del Dinamo de Moscú- y serbios -del Estrella Roja-, con quienes están hermanados desde hace años. Se reunieron con los líderes de las barras de Vélez Sarsfield, Nueva Chicago, San Lorenzo de Almagro y Boca Juniors. A cinco los detuvieron intentando entrar a la Bombonera con documentación falsa para ver un partido contra Temperley. Después cenaron con Rafael Di Zeo, histórico dirigente de La Doce.

Quedó todo hablado de cara al Mundial. La información que ha trascendido es que los rusos se han comprometido a proporcionar traslado, alojamiento y abogados para los más de 300 barras bravas profesionales que acudirán a Rusia desde Argentina. Carrozza fue más allá: "Vinieron al país a reclutar barras argentinos para pelear contra los hooligans ingleses en Nizhni Nóvgorod. Se habló de combates, no de paquetes turísticos".

Nizhni Nóvgorod es una ciudad de 1.2 millones de habitantes, a la orilla del Volga y a unos 400 kilómetros de Moscú por autopista. Argentina juega allí el día 21 de junio contra Croacia, otra de las aficiones más violentas de la pasada Eurocopa, que llegó a amenazar incluso la disputa del partido contra España. Tres días después, en el mismo escenario, Inglaterra se enfrenta a Panamá.

Es el día marcado en rojo en el calendario paralelo del Mundial. Un partido aparentemente menor que amenaza con convertirse en una auténtica ratonera para los hooligans ingleses, que se pueden encontrar con una entente de serbios, argentinos y rusos, profesionales y esta vez, además, en mayoría. Las firms británicas llegarán con rodaje: seis días antes habrán debutado contra Túnez, con cuya afición protagonizaron las batallas campales más espectaculares del Mundial de Francia'98. Fue en Marsella, durante dos días que se saldaron con 100 detenidos y casi 150 heridos.

Los temores sobre la seguridad de los aficionados que acudan al evento son cada vez mayores. Y está por ver la actitud que adopte el gobierno ruso respecto a sus ultras locales, que acostumbran a organizar peleas multitudinarias en bosques, que después reproducen en avenidas y plazas los días de partido, si consiguen escabullirse de los enormes despliegues de seguridad. En un derbi moscovita, las autoridades pueden llegar a poner hasta a 10.000 agentes en la calle para controlar a los violentos. Durante los meses de junio y julio, el dispositivo deberá ser mucho mayor.

A los locales, a los ingleses y a sus numerosos enemigos se suman el resto de aficiones problemáticas que se desplazarán a Rusia. La croata, la alemana...y especialmente la polaca, si la selección centroeuropea y su violenta hinchada avanzan en el Mundial y se encuentran con algún rival caliente. En la fase de grupos, si no hay intervención local, se toparán sólo con Japón, Senegal y Colombia.

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