La mayoría absoluta del PP en el Senado es la espada de Damocles sobre el PNV si al nacionalismo vasco le se ocurriera apoyar la moción de censura de Pedro Sánchez. Y es que esos 147 senadores de una Cámara de 266 le da el poder de cambiar algunas partidas de los Presupuestos Generales del Estado para sacar adelante una serie de enmiendas que cambien las concesiones que se han hecho al País Vasco, fundamentalmente, en materia de infraestructuras e inversiones por valor de 500 millones de euros. Cualquier modificación del actual proyecto ya debatido y aprobado en el Congreso de los Diputados, le obligaría a pasar de nuevo por la Cámara Baja para ser votado de nuevo.

El PNV tiene en su mano la éxito de la moción de censura de Sánchez contra Mariano Rajoy. Si sus cinco diputados dieran el "sí" al líder socialista, lo que no parece probable, la moción tendría visos de prosperar, aunque aún necesitaría el concurso de la práctica totalidad de los grupos y diputados de la Cámara a excepción de  los del PP, Ciudadanos, Coalición Canaria, UPN y Foro. "La moción puede salir, pero vamos a ver. Los votos están ahí y la situación es la que es", afirman fuentes gubernamentales que si bien albergan en su fuero interno el convencimiento de que la moción no prosperará tampoco las tienen todas consigo.

Ese as en la manga explica las prisas del Gobierno para que la moción se debatiera "cuanto antes"

La estrategia de dar un golpe de mano en el Senado para modificar los Presupuestos Generales del Estado para este año podría tener dos consecuencias inmediatas, la primera, dejar al PNV, y ya de paso también a Pedro Quevedo, de Nueva Canarias, sin los resultados de una negociación ventajosa en la que han puesto un precio muy alto a Rajoy, con quien el líder penuvista, Andoni Ortuzar, negoció directamente. Dos, dejar a un hipotético triunfador Sánchez sin cuentas del Estado mientras corre el reloj de la negociación del techo de gasto para el año que viene. En definitiva, una situación de prórroga que limitaría mucho el margen de maniobra del socialista que, o bien debería negociar nuevas cuentas o quedarse con la herencia de 2017, mucho más restrictivas que las de este año.

Fuentes populares parlamentarias aseguran que no es el escenario que quieren, incluso hablan de meras "especulaciones", pero sólo el hecho de citar esta eventualidad confirma que contemplan todos los escenarios en un devenir político que nos tiene acostumbrados a muchas sorpresas. De ahí la insistencia del Ejecutivo a que la moción se debatiera "cuanto antes" esto es, previa al paso de los Presupuestos por el Senado a mediados de junio. Esto les permite tener un elemento de presión contra nacionalistas vascos, principalmente, que confían en que sea suficiente para que se les quite las ganar de ir de la mano de Sánchez.

Génova y Grupo Popular se mantiene en contacto con los partidos que aprobaron los PGE

De hecho, Génova y el Grupo Parlamentario están en contacto con sus homólogos de los partidos que aprobaron los Presupuestos para impedir que nadie se sume a a moción. El coordinador general del PP, Fernando Martínez Maillo, como el "número dos" de Ciudadanos, José Manuel Villegas, así como Rafa Hernando con Juan Carlos Girauta. No revelan las fuentes consultadas si Rajoy mantiene alguna línea de comunicación con Albert Rivera y Andoni Ortuzar. La canaria de CC, Ana Oramas, dijo en la mañana del lunes que no se va a prestar "a estrategias electorales de nadie", incluida la del presidente de Ciudadanos, Albert Rivera.

«El señor Albert Rivera ya me está mandando mensajitos de que le faltan tres votos y de que si nosotros le apoyaríamos para tener en este país una tercera moción de censura la semana que viene. ¿Pero qué es esto? A mí no me utiliza nadie», ha advertido Ana Oramas en los pasillos del Congreso. Y es que para registrar la presentación de una moción de censura se necesitan, al menos, el 10 por ciento de los parlamentarios de la Cámara, esto es, 35, y la formación naranja sólo tiene 32.

Dos años agónicos de legislatura

Alber Rivera insistirá tras la moción de Sánchez, si ésta fracasa, en exigir elecciones anticipadas a Rajoy y, ante la más que previsible negativa del inquilino de la Moncloa, presentar una moción de censura, otra, capitaneada por un independiente y con el único objetivo de convocar elecciones con carácter inmediato. Lo cierto es que aunque fracase la moción y las intenciones de Rivera no prosperen, Rajoy no lo tiene fácil para agotar la legislatura. Estos dos años se le pueden hacer muy largos, con la labor legislativa parada en el Congreso y una oposición casi en estado de guerra parlamentaria. Y aunque desde el Grupo Popular aseguran que ya están acostumbrados a la soledad de sus escaños, nadie se atreve a descartar al cien por cien un adelanto electoral en caso de situación agónica.