Hay odios que van más allá de la muerte. El actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es hoy sábado el gran ausente en la despedida al legendario senador, John McCain. Trump no ha dejado de dar mítines esta semana, con vistas a las elecciones de mitad de mandato de noviembre, mientras el país entero se despide de un hombre que ha dejado huella en Estados Unidos. Será enterrado mañana domingo en una ceremonia privada en el cementerio de la Academia Naval, en Annapolis.

Por expreso deseo de McCain, fallecido el 25 de agosto como consecuencia de un tumor cerebral, hablarán en su recuerdo en el funeral de estado en la catedral de Washigton los ex presidentes George Bush hijo, de su partido, y Barack Obama, demócrata.

Los recuerdos los comenzó, en cualquier caso, su hija, Meghan McCain, presentadora de un programa en la cadena ABC de Estados Unidos. Con un discurso lleno de sentimiento y cargado de críticas a Donald Trump, Meghan recordó que lo mejor "de John McCain no fueron sus logros, sino su labor como padre. Su gran impulsor era el amor".

"Mi padre conocía el dolor y lo sufría con una introspección que muchos de nosotros tenemos suerte de no sentir. Y aún así, sobrevivió, resistió y triunfó", ha dicho.

"La América de John McCain es generosa, acogedora y arriesgada. La América de John McCain no necesitaba que nadie la hiciera grande de nuevo, porque siempre lo había sido", terminó entre un gran aplauso y profundamente emocionada.

Por su parte, el predecesor de Trump en la Casa Blanca afirmó que acudía para celebrar la vida " de un hombre extraordinario, un guerrero, un hombre de Estado y un patriota. Nos hizo mejores presidentes -en referencia también a Bush, pues ambos derrotaron a McCain en los comicios-, igual que hizo al Senado mejor. Hizo un país mejor".

"Tuvimos nuestras diferencias, pero durante el tiempo que compartimos nunca traté de ocultar, y creo que así lo entendía él, la profunda admiración que sentía por él", decía Obama durante su intervención, reconociendo que ambos habían mantenido encuentros durante la estancia de Obama en la Casa Blanca. "Nuestros desencuentros no desaparecieron en esas reuniones y, de hecho, a veces se hicieron más profundos. Pero disfrutamos del tiempo que pasamos juntos, nos reímos juntos y aprendimos el uno del otro. Nunca dudamos de que estábamos en el mismo equipo", sentenció.

Sus palabras, que terminaron con un "que Dios bendiga a John McCain. Que Dios bendiga este país al que sirvió tan bien", recibidas con aplausos y con un abrazo por parte de Cindy McCain, viuda del fallecido senador.

El también ex presidente George W. Bush también tuvo unas palabras para el fallecido, del que dijo que durante sus batallas electorales, como las primarias republicanas del año 2000, le "frustaba". "Seguramente yo le producía el mismo sentimiento. Pero me hizo una mejor persona", reconocía afirmando que su rivalidad se convirtió "en una amistad".

"Por encima de todas las cosas, John odiaba el abuso de poder. Hubiera insistido en que somos mejores que esto, que América es mejor que esto. El mundo es ahora más pequeño con su partida", decía Bush, alegando que se le tendría que recordar como una persona "inquebrantable".

Trump, ausente

En lugar de Trump ha acudido al velatorio y la ceremonia el vicepresidente, Mike Pence, quien dijo que se lo había pedido el presidente. Estuvo junto a la viuda, Cindy McCain, el viernes en las primeras horas en la Rotonda del Capitolio.

Uno de los momentos más emotivos en el velatorio fue cuando Sam Johnson, de 87 años, congresista a punto de retirarse, con quien McCain compartió celda en Vietnam se acercó a despedirse del senador. Juntos padecieron torturas y sufrieron castigos en la cárcel de Hoa Lo, a la que llamaban irónicamente el Hanoi Hilton. "Siempre fue más valiente que yo", decía McCain de Johnson, pese a que estuvieron distanciados durante unos años.

Siempre pensé en él como un hermano... No soportaba el abuso de poder", dijo entre lágrimas el ex vicepresidente Joe Biden

Durante la semana McCain ha recibido el homenaje de los ciudadanos de Arizona, estado que representaba en el Senado desde hace más de 30 años. A Biden, que habló en el funeral en Arizona, se le saltaron las lágrimas. Biden y McCain estaban muy unidos. El ex vicepresidente demócrata fue un gran apoyo para la familia McCain. Sabía lo que padecían porque su hijo Beau falleció de la misma dolencia. "Siempre pensé en él como un hermano... No soportaba el abuso de poder", dijo Biden el jueves.

McCain también eligió a quiénes forman parte de su cortejo fúnebre en Washington. Entre ellos hay amigos, como el ex vicepresidente demócrata Joe Biden o el actor Warren Beatty. O bien el ex senador Russ Feingold y en recuerdo de sus servicios como piloto y prisionero de guerra el ex secretario de Defensa William Cohen.

La sorpresa es que también el senador había convocado al disidente ruso Vladimir Kara-Murza, en lo que supone una bofetada póstuma al presidente Vladimir Putin, a quien siempre criticó por su autoritarismo, según informaba Politico. Kara-Murza, vicepresidente de Open Rusia y presidente de la Fundación Boris Nemtsov, padeció un envenenamiento misterioso y se salvó de la muerte de milagro. “Su coraje e idealismo son inspiradores”, decía McCain.

El féretro del senador McCain,en el Capitolio.

El féretro del senador John McCain, en la Rotonda del Capitolio. EFE

Tras rendirle honores en la Rotonda del Capitolio, un acto reservado a pocos políticos, el funeral se celebra en la Catedral Nacional de Washington. Tan solo otros 30 “ciudadanos eminentes” han reposado antes en este lugar reservado a los más excelsos representantes de Estados Unidos. La tradición empezó en 1852 con Henry Clay, que fuera presidente de la Cámara de Representantes.

McCain falleció en la tarde del sábado 25 de agosto, tras pedir a su familia apenas 24 horas antes que suspendiera todo los tratamientos. Llevaba más de un año luchando contra un glioblastoma (tumor maligno en el cerebro).

Murió el mismo día, nueve años después, que su amigo, el senador Ted Kennedy, también víctima de la misma dolencia. El 29 de agosto habría cumplido 82 años. A McCain le sobrevive su madre, Roberta, que tiene 106 años. El legendario senador estaba casado en segundas nupcias con Cindy Hensley, 18 años más joven que su marido. Tenían cuatro hijos, una de ellas adoptada de Bangladesh. De su primer matrimonio tenía tres hijos, dos fruto de un enlace anterior de su primera esposa.

Llegó a ver publicado su último libro con Mark Salter, The Reckless Wave, que salió a la luz en mayo pasado. En esta obra reconoce como uno de los errores de su carrera política haber aceptado a Sarah Palin, figura emergente del Tea Party entonces, como candidata a la vicepresidencia cuando compitió contra Obama en 2008. Palin no figuraba entre los invitados a las honras fúnebres.

Hasta poco antes de morir siguió leyendo y transmitiendo sus opiniones en Twitter. Por ejemplo, fue muy crítico el día que Trump y Putin se vieron en Helsinki. En una declaración, dijo que se trataba de “una de las escenificaciones más desafortunadas de un presidente estadounidense en nuestra memoria”.

En su última intervención en el Senado, en julio de 2017, votó en contra de la gran iniciativa de Trump, la ley que habría sustituido al Obamacare. Recibió el aplauso de toda la bancada demócrata, entre ellos un entusiasta Bernie Sanders, quien compitió con Hillary Clinton por la candidatura demócrata en 2016. También McCain fue tajante con la política de odio al migrante de Trump.

Pero lo que más le había molestado a McCain fue la falta de respeto de Trump con soldados de origen extranjero que habían servido a Estados Unidos y habían dado la vida por el país. Más incluso que pusiera en duda su heroísmo, por haber sido capturado en Vietnam. Trump replicaba en los mítines que los héroes no se dejan capturar. A McCain le parecía una ofensa a sus compañeros, más que a él.

Cuando supo de su muerte, el presidente tardó en reaccionar en Twitter, y cuando lo hizo fue lacónico. Apenas 21 palabras en inglés y ni una mención personal al senador.

La Casa Blanca había preparado un texto más largo en el que se describía al senador como “un héroe” pero Trump lo censuró, según publicó The Washington Post. Bajaron las banderas a media asta en la residencia presidencial pero a las 24 horas las subieron. Siguieron mostrando el duelo en el Capitolio.

Incluso cuando le preguntaron directamente en un canal de televisión a Trump por el legado de McCain guardó silencio.  Finalmente, Trump emitió una declaración oficial algo menos escueta y ordenó que bajaran las banderas.

McCain se despidió de sus conciudadanos con un mensaje póstumo en el que se consideraba “enormemente agradecido por haber servido al país durante más de 60 años”. En sus últimas palabras, el senador aludía a las “dificultades actuales” que afronta Estados Unidos sin nombrar a Trump.

“Debilitamos nuestra grandeza cuando confundimos patriotismo y rivalidades tribales que algunos transforman en resentimiento, odio y violencia que esparcen por todas las partes del planeta. Nos debilitamos cuando levantamos muros, más que contribuir a derribarlos, cuando dudamos del poder de nuestros ideales, más que confirmar que son nuestra mayor fuerza, como siempre lo han sido”.