Yo creo que al Congreso le colocan ese gran baldaquino rojo, que parece una póliza del tamaño del neoclásico de Madrid, precisamente para acentuar el perfil de sello que tiene que poner el Rey ahí debajo. Entre los leones de Ponzano, hechos de cañones alegóricos, lo que hace el Estado es poner su sello, que es otra alegoría, que es el Rey. El Rey es un sello vivo, una persona que sólo está ahí para ser estampada en los documentos y en las ceremonias, un destino bastante triste, por cierto.

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