"No va a ser un papel más de los que han circulado en los últimos años, estos puntos se van a hacer realidad" aseguró Pedro Sánchez el viernes tras su encuentro en el Ayuntamiento de Barcelona con Ada Colau. Se refería al documento presentado el día anterior en el marco del encuentro con Quim Torra en el Palau de la Generalitat. Una auténtica hoja de ruta del Gobierno PSOE-Podemos en Cataluña que, en opinión de los socialistas, consiguió desactivar parte de las resistencias de Torra.

El documento recoge reivindicaciones históricas como la reforma del modelo de financiación o las inversiones en infraestructuras, con exigencias más recientes, como la puesta en marcha de la mesa de negociación Gobierno-Generalitat o la "desjudicialización" de las relaciones institucionales. Pero recoge sobre todo las exigencias que primero Artur Mas y después Carles Puigdemont plantearon al Gobierno de Mariano Rajoy, antes de la celebración del referéndum ilegal del 1-O.

Unas reclamaciones que quedaron sin respuesta entonces -en plena batalla contra el rescate de la economía española Rajoy no podía abordar una reforma de la financiación autonómica- y que ahora Sánchez ha fijado como la hoja de ruta para devolver el debate sobre Cataluña a la senda autonómica.

Los 44 puntos compendiados en colaboración con el PSC y agrupados en "diálogo político", "financiación autonómica", "mejora de la cooperación", "política social", "impulso a las infraestructuras" y "apoyo ante las catástrofes naturales" suponen además la condensación del futuro programa electoral de los socialistas, avalado de entrada por el presidente del Gobierno. Toda una carta de presentación para las elecciones autonómicas que Quim Torra se ha comprometido a convocar en el plazo de dos meses.

"Los papeles van bien sobre todo ante la opinión publica, porque puede ver una concreción" señalan desde la dirección del PSC, tan eufóricos como el gabinete de Sánchez con el resultado de este día y medio de encuentros con instituciones catalanas. El documento sirvió para "evitar que Torra diga no a todo" argumentan estas fuentes, porque "por fin España dice algo". Y ese algo es una respuesta a reivindicaciones muy concretas a los anteriores inquilinos del Palau de la Generalitat, en general favorable a la resolución de la mayoría de ellos.

"En España no hay mayorías para grandes reformas, pero sí hay margen para arreglar cosas ordinarias que son las que espera la gente" apuntan desde el PSC para poner en valor el camino escogido por Pedro Sánchez. "Es lo contrario que en Pedralbes con 21 puntos de Torra" añaden, que sirvieron para dinamitar el diálogo entre Gobierno y Generalitat. Esta propuesta, entienden desde el PSC, ofrece una pista de aterrizaje al nacionalismo que además es ampliamente compartida por las entidades económicas con las que Sánchez se encontró durante visita a Barcelona, tanto patronales como sindicatos.

En busca del nacionalista pragmático

Los socialistas catalanes aspiran a crecer en los próximos comicios a costa del declive de Cs, que en 2017 rompió todas las barreras del constitucionalismo superando el millón de votos y 36 diputados. Pero también esperan captar voto desencantado entre las filas independentistas alimentadas por la antigua Convergencia. Y en ese sentido, la propuesta lanzada por Pedro Sánchez, en base precisamente a las reivindicaciones de Artur Mas y Carles Puigdemont es la mejor carta de presentación como adalides de la tercera vía.

Fuentes de la Diputación de Barcelona explican, en este sentido, el interés de los diputados de JxCat por participar en el encuentro con Sánchez del viernes, en el que el presidente del Gobierno y Núria Marin sellaron el compromiso para un futuro programa de apoyo a las energías renovables. Los cargos de ámbito local, representantes de lo que queda de la antigua convergencia, "estaban todos ahí; siempre habían sido los conseguidores y no quieren quedarse al margen" ironizan desde el PSC.

Lo mismo sucedió con sindicatos y patronales, que desfilaron por la Delegación del Gobierno para encontrarse con Sánchez, en un desfile que inició Barcelona Global y cerró Foment del Treball. Las patronales reclamaron al presidente del Gobierno que no acabe con la reforma laboral del PP. Y los segundos apoyo decidido en la batalla por conseguir que Nissan mantenga su fábrica en Cataluña.

Pero unos y otros vieron en el documento planteado por el presidente del Gobierno la promesa de reivindicaciones largamente sostenidas, desde inversiones en infraestructuras a financiación autonómica. Debates a los que el independentismo ha renunciado, que pueden servir de banderín de enganche para que sectores hasta ahora fieles a la ex convergencia pasen a votar ahora al PSC. Al menos en eso confían los socialistas catalanes.

Superar la autodeterminación

Esa es la receta que Pedro Sánchez, planteo también ante la dirección del PSC en la reunión mantenida con los líderes del partido en Cataluña. Sánchez abogó por seguir trabajando para recuperar todo el espacio perdido por los socialistas en Cataluña con un proyecto basado en el pluralismo y el progresismo: "Vamos a superar el debate de la autodeterminación" animó el presidente del Gobierno ante diputados autonómicos y nacionales, senadores y alcaldes del PSC.

Sánchez defendió ante ellos su "agenda del reencuentro" como la herramienta para afianzar el crecimiento del PSC, que en el último ciclo electoral ha crecido ya a costa de Cs, mejorando sustancialmente los resultados obtenidos en las autonómicas de 2017. Los socialistas se han confirmado ya como segunda fuerza en Cataluña tanto en las generales del 10N como en las europeas de mayo, en el primer caso por detrás de ERC, en el segundo por detrás de JxCat.

Ahora confían que el impulso del Gobierno Sánchez, especialmente tras la visita de la pasada semana, les permita crecer por sus dos fronteras -con Cs y con el catalanismo moderado- y disputar el primer lugar a los independentistas. Especialmente si ERC y JxCat siguen tan igualadas como muestran las encuestas, dividiendo casi al 50% el voto independentista.