Instalado en la casa que tiene al Sur de Madrid, el catedrático de Psiquiatría Enrique Rojas (Granada, 1949) considera que hay que "ordenar muy bien el día" durante el confinamiento y "tener ingenio" para sacar el máximo partido al tiempo. No parece que a él las horas de reclusión obligada se le hagan eternas a la vista de la actividad que desarrolla. Apasionado de la música clásica, aprovecha para preparar la edición en inglés de su libro El amor, la gran oportunidad y para leer y estudiar durante no menos de cuatro horas diarias. "Estoy leyendo Fortunata y Jacinta, de Benito Pérez Galdós; Estudios sobre el amor, de Ortega [y Gasset], y La Historia de Europa", detalla.

En abril tendría que presentar su último libro, Todo lo que tienes que saber sobre la vida (Espasa-Calpe), una obra estructurada en torno a 14 lecciones en las que habla sobre el amor, la cultura, la voluntad, el desamor, la educación, la felicidad, la sexualidad y hasta la pornografía. El ensayo salió a la venta hace dos semanas, pero la crisis del coronavirus obligará a retrasar hasta el verano su promoción.

Desde su particular diván, Enrique Rojas -director del Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas de Madrid- atiende la llamada de El Independiente para hablar sobre la pandemia provocada por el covid-19 y su impacto en la sociedad. "Va a haber un antes y un después", asegura.

Pregunta.- No te rindas, uno de sus últimos libros, es una invitación a enfrentarse a las adversidades de la vida. ¿Cómo debe hacer frente el ciudadano a una pandemia inesperada como ésta del coronavirus?
Respuesta.- La mejor manera de enfrentarse es siendo realista -es una enfermedad grave y contagiosa- y sabiendo que éste es un tiempo de prueba y que hay que rellenarlo de la mejor manera posible. Tener ingenio para sacar el máximo partido.

P.- Dice usted que hay que ser realista. ¿Infravaloraron la gravedad de la epidemia las autoridades españolas cuando se desató el brote en China en diciembre pasado?
R.- Recuerdo haber leído algunos artículos en la prensa de Madrid en los que se hablaba incluso de histeria y de exageración. Es evidente que lo que al principio parecía una enfermedad marginal se ha convertido en una pandemia. Piense usted que la capital del mundo, Nueva York, está cerrada; que Inglaterra, que es uno de los grandes países del mundo, está bloqueado, y que a Madrid no se puede acceder prácticamente salvo que se lleve un salvoconducto. El tema es grave y serio, pero saldremos adelante.

Cómo en el siglo XXI se puede hablar con un móvil con la última punta del mundo y que un microorganismo haya paralizado el mundo"

P.- ¿Al Gobierno le faltó reconocer antes que el problema era muy grave?
R.- Yo creo que el Gobierno ha reaccionado tarde y luego no ha sabido coordinar de verdad la sanidad en sentido estricto. Se ha producido una masiva reacción del pueblo a las informaciones y no se ha preparado. El hijo de Lorenzo Sanz, por ejemplo, se quejaba días atrás de las condiciones en las que ha muerto su padre. El Gobierno no está dando la talla a pesar de todo.

P.- ¿Qué piensa usted que debió hacerse en su momento y no se hizo?
R.- Lo que pasa muchas veces: se posponen los temas, hay otras cosas que parecen de mayor prioridad y no ha habido visión en ese sentido. Hace falta aunar voluntades y esfuerzos. Ojalá el Gobierno lo haga lo mejor posible en una situación crítica. Piense usted la cantidad de gente mayor que vive sola, confinada en espacios pequeños…

P.- ¿En qué sentido vuelve a tener actualidad su libro No te rindas?
R.- Yo le robé el título a Tony Blair, que llamó a su campaña Don’t give up (no te rindas). Y él a su vez se lo había robado a Winston Churchill. La capacidad para crecerse uno ante las adversidades, lo que los ingleses llaman Long term visión (visión larga de la jugada de la vida).

P.- Pensábamos que éramos invulnerables y, sin embargo, la vida se ha detenido…
R.- Hay un texto muy interesante del Libro de Daniel, en el Antiguo Testamento, en el que interpreta el sueño de Nabucodonosor. Ningún sabio ni astrólogo supo interpretarlo. El sueño era el siguiente: apareció una figura monstruosa, enormemente grande, con una cara terrorífica en la que la cabeza era de oro, los hombros y brazos de plata, el tronco de bronce, las piernas de hierro y los pies de hierro y barro. Y apareció una piedrecita, no se sabe de dónde, que fue rodando hasta que llegó a los pies y se derrumbó todo: el barro, el hierro, el bronce, la plata y el oro. La interpretación que hicieron Daniel y sus tres amigos hebreos (Ananías, Azarías y Misael) es que los reinos que vendrían detrás serían de plata, luego de bronce, después de hierro y luego de barro; cada vez más débiles. Cómo puede ser que en el siglo XXI, cuando con un móvil podemos hablar con la última punta del mundo y en 15 horas plantarte en Tokyo en un avión, un microorganismo que sólo se puede ver al microscopio electrónico ha sido capaz de paralizar el mundo. ¿Qué interpretación sacamos de esto?

Estamos hablando de una situación que se puede calificar de apocalíptica; va a haber un antes y un después en la sociedad"

P.- ¿Y cuál es su explicación?
R.- Que el hombres es frágil, a pesar de todo. Y, al mismo tiempo, una invitación a la reflexión profunda: qué significa la vida. En la sociedad actual se han colado dos cosas muy negativas, que son la permisividad y el relativismo. Todo vale y no hay verdades. Con este resultado nos encontramos con un hombre perdido, sin referente y sin remitente.

P.- ¿Está usted describiendo al presidente del Gobierno?
R.- Estamos hablando de una situación que se puede calificar de apocalíptica. El Apocalipsis es un texto escrito en la isla griega de Patmos que se debe a San Juan. Él tiene un sueño y describe una situación terrible, en la que el mundo se hunde y se metaforsea. Eso es lo que tenemos en la actualidad. Usted va estos días a Madrid y no hay nadie. París, Londres, Nueva York… están cerradas. Se ha parado el mundo. Nunca después de la Segunda Guerra Mundial había pasado una cosa igual.

P.- Sí, ése es el mensaje que Pedro Sánchez ha mandado a los españoles.
R.- Eso lo dijo en primer lugar Angela Merkel, que es quien manda en Europa, y después Emmanuel Macron, que es el segundo. Pedro Sánchez lo ha recogido de ellos. Esta situación invita a una reflexión profunda y a pensar qué hacemos aquí, qué significa la vida. Detrás de todo esto hay una invitación a la fuerza, a reflexionar sobre cuál es el sentido de la vida.

P.- Es terriblemente injusto que las generaciones que sufrieron aquellas consecuencias sean hoy las más expuestas al coronavirus…
R.- Sí, la vida tiene un fondo imprevisto. Ortega, uno de los hombres más inteligentes del siglo XX en Europa, decía que la vida tiene un fondo dramático. Y eso también lo subraya Julián Marías en su Antropología metafísica. La vida del hombre tiene un fondo incierto, inesperado. ¿A qué nos invita este coronavirus? A pensar que la vida necesita tener un proyecto. Y el programa de vida debe tener cuatro grandes notas que se hospedan en su seno: amor, trabajo, cultura y amistad. La vida necesita una interpretación con esas cuatro grandes notas. Y con un fondo espiritual. Si le quitamos a la vida la espiritualidad, la vida queda plana.

P.- Mantiene usted desde hace años que "es un error educar para el éxito y la felicidad". ¿Cree usted que esta desgracia va a alterar ese patrón?
R.- Sí, yo creo que va a haber un antes y un después en la sociedad. Pienso que, con lo que está ocurriendo en el mundo, se va a dar un giro copernicano en muchas cosas. Fíjese usted en la crisis económica que se avecina. Igual que la anécdota que le contaba del Libro de Daniel en la que una piedrecita derrumbó lo que era un imperio maravilloso, mutatis mutandi lo vamos a ver en nuestra sociedad. La Bolsa, que es un termómetro que mide la salud económica que nos circunda, ha bajado un 40% desde que empezó la crisis en España.

En la sociedad actual se han colado dos cosas muy negativas, que son la permisividad y el relativismo. Todo vale y no hay verdades"

P.- ¿Volveremos a ser felices?
R.- Hay dos tipos de felicidad. La absoluta, que no existe y es una utopía, y lo que yo llamo la felicidad relativa: una vida lograda. La vida lograda significa estar contento con uno mismo al comprobar que esos cuatro argumentos a los que me refería antes (amor, trabajo, cultura y amistad) están relativamente bien desarrollados.

P.- Uno de sus campos de investigación es el análisis de trastornos como la depresión y la ansiedad. ¿Se multiplicará la enfermedad mental en España cuando termine la crisis sanitaria y se empiece a normalizar la situación?
R.- En este momento, los síntomas psicológicos se han puesto en primer plano. La ansiedad, el miedo, el temor y la anticipación negativa están a la vuelta de la esquina. Hay factores de riesgo y ya no nos damos la mano, no nos saludamos y estamos a un par de metros de distancia cuando nos vemos. El psiquiatra y el psicólogo han pasado de no ser nada hace 30 años a estar en primer plano en todos los sentidos.

P.- ¿Qué país augura cuando se logre vencer al covid-19 y se inicie la recuperación?
R.- Yo soy positivo. Esto va a servir para que haya una reflexión profunda de los que se paran a pensar al borde del camino y para una vuelta a un sentido espiritual de la vida. Uno de los grandes errores de este tiempo es vivir de espaldas a lo espiritual. La espiritualidad, moderna y abierta, tiene que estar muy presente en la vida para dar respuesta a las grandes preguntas de la vida.

P.- ¿Cree que se aprenderá la lección?
R.- Yo creo que sí. Ésta es una lección que no viene en los libros, sino en la realidad. Y nos obliga a pensar sobre nosotros mismos. El primer pensamiento es cómo estoy yo conmigo mismo, cómo es mi personalidad. Hoy, uno de los grandes capítulos de la psiquiatría son los trastornos o desajustes de la personalidad. De forma metafórica, una personalidad equilibrada es la puerta de entrada al castillo de la felicidad.