Quizá sea el ansia de luz, de luz de verano, al final del túnel o simplemente una previsión optimista. La realidad del calendario es que la primavera está avanzada y el verano asoma. La otra realidad, la del terrible virus, es que parece que mitiga su zarpazo, al menos según los datos oficiales. Por ahora nadie sabe si lo hace de modo temporal o definitivo, pero entretanto la normalidad pide a gritos abrirse camino. El Gobierno español se lo ha trazado en forma de cuatro fases y el Ejecutivo vasco despejándole el camino hacia un desconfinamiento en forma de fiesta popular y diversión estival.

El Ejecutivo de Iñigo Urkullu ya ha trasladado a los ayuntamientos vascos cuál debe ser el marco general en el que abordar la celebración de los cientos de fiestas, eventos deportivos, culturales e incluso religiosos que como en el resto del país llevan a cabo de modo especial durante el verano. El documento que establece las bases mínimas, adaptables a la circunstancia de cada localidad según determine su Consistorio, fija exigencias para la celebración de actos masivos. Las recomendaciones del Gobierno de Urkullu, que subraya que cuenta con el aval de su consejería de Salud, comienzan por instar a recuperar de modo progresivo la normalidad, por lo que “no se propone” la prohibición de actos.

Una normalidad cuyo proceso de recuperación debe abordarse con una visión “multidisciplinar”, señala el Gobierno, para lo que ve necesario contribuir a superar algunos efectos negativos de esta epidemia y que el confinamiento ha agravado: “como es el impacto psicológico y social”, apunta. Es ahí donde la recuperación de actos lúdicos y festivos a lo largo de esta primavera y verano pueden jugar un papel esencial en insuflar un renovado ánimo social.

Entre las recomendaciones que se plantean figura la de evitar la noche y apostar por la programación de actos lúdicos y culturales en horario diurno. En Euskadi no se plantea la suspensión de los eventos sino su celebración con limitaciones que afectan a los aforos. Así, para actos previstos en espacios cerrados el número de asistentes no debería superar el 50% del aforo, tal y como se determina en la última fase de desescalada propuesto por el Gobierno de Pedro Sánchez. En el País Vasco, en teatros y espacios cerrados, tanto públicos como privados, donde se celebren actos lúdicos o festivos se permitirá que unidades convivenciales “con estrecho grado de relación”, -de hasta ocho miembros- puedan asistir de forma conjunta, sin necesidad de guardar las distancias.

Horarios diurnos

En los espacios públicos abiertos se propone una limitación de aforo que asegure la distancia entre los asistentes. Además, para su organización se deberá contemplar accesos y salidas separadas y sectorizar el espacio. En los accesos se insta a la toma de temperatura de los asistentes.   

El marco general para fiestas y eventos también establece unos requisitos mínimos a los ayuntamientos para el consumo en bares, casetas o ‘txosnas’ festivas. Se plantea que el consumo de bebidas se haga preferentemente en terrazas y espacios exteriores de los locales, como es habitual en Euskadi, y que las terrazas de los establecimientos se autoricen para horarios diurnos. Se recomienda fomentar los envases desechables "para evitar recogida y limpieza" por parte de los camareros y reducir así el contacto. Además, para el abono en hostelería y espectáculos se tendría que limitar el uso de los pagos en metálico.

Y en todos los casos, las instalaciones en las que se celebren actos lúdicos y festivos se tendrán que extremar las acciones de limpieza y desinfección a cargo de los responsables de los mismos.

El marco de actuación es por ahora sólo el punto de partida a un mayor desarrollo de las exigencias de seguridad para asegurar el mantenimiento de un grado mínimo de actividad lúdica hasta mediados de septiembre. El documento del Gobierno considera que estas exigencias mínimas se deberán aplicar a actos como los festivales culturales de todo tipo, la apertura de museos, la celebración de espectáculos deportivos multitudinarios, la celebración de fiestas locales, la apertura de playas, piscinas y parques, la celebración de actos religiosos o incluso la celebración de actuaciones callejeras y la instalación de bares callejeros.

Relaciones sociales

Pese a ello, se recuerda que todo dependerá de la evolución de la pandemia en los próximos meses y que deberá adecuarse a la situación en cada caso. No se puede descartar que un ayuntamiento deba “considerar seriamente la organización, aplazamiento o suspensión” de sus eventos si las circunstancias o la imposibilidad de asegurar la higiene y seguridad de los asistentes. Sí se destaca que comenzar a promover este tipo de actos puede contribuir de modo importante a la necesaria “nueva normalidad” que en el periodo estival reclama más que en otras épocas del año “el estrechamiento de las relaciones sociales”.

Desde el Ejecutivo se apuesta por una mejora sustancial del impacto de la crisis sanitaria a partir del mes de julio. Es precisamente en este mes cuando el Gobierno de Urkullu contempla incluso como más favorable la celebración de las próximas elecciones autonómicas aplazadas. Los expertos de la sanidad vasca consideran que tanto julio como agosto serán los periodos en los que el riesgo de rebrote será más bajo. La previsión es que a partir de otoño las posibilidades de que aumenten los casos de infección sea notablemente superior.