En menos de una semana el presidente de la Generalitat, Quim Torra, despejará ha incógnita de si convoca elecciones catalanas para el 4 de octubre. Si es así, el próximo martes, día 11, deberá disolver el Parlamento autonómico con lo que arrancará la precampaña en plena canícula y mientras los brotes del coronavirus se multiplican en su territorio. Unas elecciones más, las quintas en apenas diez años, que cuentan con algún actor político nuevo que puede cambiar el panorama político catalán, marcado desde 2012 por el desafío independentista.

Al menos esa es una de las esperanzas de Moncloa, que confía en que la formación de la dirigente exconvergente Marta Pascal, el Partido Nacionalista Catalán (PNC), irrumpa en la Cámara regional. Con ello no sólo fragmentará el espacio independentista sino que podría cambiar el equilibrio de fuerzas dentro del secesionismo de modo que el representado por Carles Puigemont y los suyos, partidario de seguir la senda de la unilateralidad y que presenta nueva marca política, pierda fuerza frente aquellos que, siendo secesionistas, apuestan por un referéndum pactado, al igual que ERC.

Un Ejecutivo presidido por ERC "quitaría presión al debate catalán", dicen en el Gobierno

Desde Madrid esperan que un Ejecutivo presidido por ERC, -bien con el resto del independentismo o en un nuevo tripartito con PSC y Comunes que rompiera esa dinámica de bloques- "quitaría presión al debate catalán", señalan fuentes gubernamentales. Pero no sólo, porque también permitiría recuperar la mayoría que hizo posible la investidura de Pedro Sánchez, con una ERC más liberada de sus ataduras y no tan dependiente de la estrategia de Puigdemont. Otra cosa es que el de Waterloo tense tanto la cuerda durante la campaña que arrastre al partido de Oriol Junqueras.

En una cámara autonómica ya muy fragmentada, en la que también puede irrumpir Vox, el PCN podría obtener entre tres y cuatro diputados, lo suficiente para "modular" la senda que había iniciado una parte del independentismo e, incluso, con la posibilidad de minar a la CUP. No porque se disputen, ni de lejos, el mismo electorado, pero sí porque los antisistema se vean perjudicados en el reparto de restos. El PCN está dispuesto a incorporar todo tipo de sensibilidades siempre que tenga muy claros tres principios: referéndum acordado, renuncia explícita a la unilateralidad y búsqueda de una salida a los presos del procés, bien a través de un indulto o una amnistía, que no permite nuestro ordenamiento jurídico.

300.000 votos nacionalistas en búsqueda de partido

Esperan resultar lo suficiente atractivos para un sector del soberanismo conservador y liberal que ahora está huérfano y que durante años encontró acomodo en el espacio convergente. 300.000 votos del centro y centro-derecha de lo que luego fue el PdeCat en busca de un partido que desapareció con la radicalización de Puigdemont y que ha derivado en un espacio totalmente atomizado entre muchas familias políticas. Sólo haciendo la suficiente masa crítica pueden aspirar que se se abra un nuevo ciclo político más basado en la gestión, al menos durante un tiempo, que en cuestiones identitarias.

El 4 de octubre parece la fecha más factible porque dentro del imaginario independentista tiene como referencia el aniversario de referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017, el del llamado "mandato democrático". Todo ello precedido de la movilización de la Diada, el 11 de septiembre, y de la vista en el Supremo, el día 17 de ese mismo mes, que verá la inhabilitación de Quim Torra. Puigdemont quiere aprovechar ese escenario de agitación y movilización social, en el que volverán a reaparecer los CDR, como preludio de las elecciones.

La gran incógnita reside en la participación, que puede verse afectada por los rebrotes del Covid. Sin embargo, el hecho de que Torra no haya decretado ningún confinamiento, a diferencia de sus reiterados llamamientos en este sentido cuanto estalló la pandemia y antes del decreto del Estado de alarma, hace pensar que sigue adelante con su idea de convocar elecciones después de por terminada la legislatura en un lejano mes de enero de este año. La experiencia gallega y vasca, que también también llamaron a las urnas con brotes y confinamientos selectivos, le han animado, aunque habrá que ver cómo evoluciona la situación en este territorio.