Conocí a José Carlos Díez en el restaurante de un buen amigo. Nos juntó porqué pensaba que compartiríamos la misma visión de las cosas y el mismo estilo para opinar sobre ellas: directo y sin pelos en la lengua. La verdad es que ese amigo tenía razón. Lo que define a José Carlos Díez es hablar de forma clara y directa de todo. Este economista observador nació en Palencia, en los campos de Castilla que enamoraron a Machado. En su blog dice: "Fui un niño normal, en una familia normal, que creció en un barrio normal de Madrid, que fue a un colegio normal y que aún mantiene sus amigos de la niñez y la adolescencia".

Le recibo en mi despacho para tomar un café días después de haber anunciado que no defenderá el programa económico en el próximo congreso del Partido Socialista. Las enmiendas a su programa por parte de Pedro Sánchez han marcado un divorcio esperado.

Pregunta.- Te has definido como un potro salvaje que prefiere no estar en las instituciones porque perdería su fuerza, su autonomía y su creatividad...

Respuesta.- No es así. El potro es un animal gregario que está dentro de una manada. Pero es evidente que dentro de la manada hay algunos que tienen más inquietud, claro. Y ese es mi caso. Mi abuela es del occidente asturiano y allí hay muchos. Desde niño es un animal que me ha maravillado y me identifico mucho con él.

P.- ¿Dónde quiere llegar ese potro?

R.- Yo tuve muchos sueños de niño y es evidente que los he cumplido casi todos. Nunca pensé que iba a tener tanta relevancia, que iba a estar en los medios, que iba a ser best seller, que tendría un blog de economía premiado en internet y, sobre todo, el agradecimiento y el cariño de la gente. Mi inquietud en este momento es ayudar a España, a mi país. Hay mucha gente que lo está pasando mal y yo he querido ayudar, desinteresadamente, coordinando la ponencia del PSOE, para hacer un bien a mi país. Además, como economista estoy muy centrado ahora en entender bien el cambio tecnológico que estamos viviendo. Para conocer bien sus implicaciones, sobre todo desde el punto de vista del empleo, y diseñar políticas mejores. Esa es mi inquietud en este momento.

P.- También te has definido como un "economista observador". Y habrás observado en este país muchos cambios en los últimos años. ¿Cómo definirías el momento económico de España?

R.- Me pidieron en Cinco Días poner un nombre al blog. Yo, que soy un admirador de Krugman, había observado que se autotitula en su blog como "el economista liberal", un liberal consciente. Yo puse esto porque es una definición de John Keynes de cómo debe ser el economista, de cuál debe ser una de sus características más importantes, la de ser observador. ¿Cómo lo veo? Pues por el lado negativo, la crisis sigue, con cicatrices muy duras, con tasas de pobreza y exclusión. Me preocupa ese 2% de la población, esos niños que no reciben la alimentación adecuada, ni siquiera llevan un calzado adecuado al colegio, y a los que se está condenando a la pobreza. En un segundo escalón, la desigualdad y la precariedad salarial. Y en un tercero, cómo España se adapta a los grandes retos: el cambio tecnológico que es global, somos un país pequeño y no nos podemos salir de ahí para no vernos perjudicados, pero también el cambio climático, la parte ambiental, que es otro reto. Así lo hemos plasmado en esa ponencia económica del PSOE. Un cambio que es un compromiso, pero también una oportunidad. Tenemos que concentrar a nuestros mejores investigadores y a nuestras empresas en ese reto para crear empleos de calidad.

P.- ¿Por qué aceptaste ser responsable de esa ponencia económica del PSOE?

R.- Porque era un gran reto. He tenido ofertas del PSOE antes, de otros partidos también, pero siempre de colaboración, desde fuera. A mí no me gusta que gobierne el Partido Popular, ni sus políticas. Lo que sabemos es que en los trece años que ha gobernado el PP la productividad por ocupado no ha crecido y eso, desde Adam Smith, significa que la renta por habitante no puede crecer, que los salarios no pueden crecer. Eso es una condena para el país. Se está empobreciendo al país. Con los gobiernos socialistas, la productividad ha crecido un punto y medio de promedio anual en sus veintidós años de Gobierno. El PSOE es el responsable de la modernización de España, ha incorporado el capital humano, ha mejorado la educación, ha acometido la modernización de las infraestructuras y ha puesto las condiciones para que las empresas españolas sean competitivas en un entorno de tecnología global. Ese es mi compromiso. El partido está en una situación complicada, solo el 14% de los españoles confiaba en los socialistas a la hora de gestionar la economía mejor que el PP y, no es esa la única causa, pero es un hándicap para ganar elecciones. Y un PSOE que no gana elecciones es un sitio agradable para ir a debatir, pero sin capacidad para transformar la sociedad. Ese fue mi compromiso.

P.- Veías como ganadora, como la mayoría del aparato y barones, a Susana Díaz, a la que definías como una gran líder. ¿Qué ha fallado en su campaña? Porque yo siempre, después de un fracaso, espero -porque es buena- la autocrítica. Y no la he visto en este caso. ¿Qué ha fallado?

R.- Yo me he centrado más en la parte económica, la estrategia política no es mi fuerte. Yo soy un demócrata y respeto totalmente la victoria de Pedro Sánchez. Ellos tienen ahora el control y tienen que definir la estrategia. Hay que darles tiempo para ello. Yo hice la ponencia, siendo inorgánico, sin ser siquiera militante del partido. Hice una ponencia de todos y para todos, incorporando a gente de Pedro Sánchez y Patxi López. Lo suficientemente conceptual y flexible para que Sánchez, que ha pedido ya reemplazarnos y poner sus propios ponentes, adopte su propio programa a esta ponencia. ¿Qué no ha funcionado? ¿Por qué yo, cuando acabo la ponencia, decido hacerme militante del partido y apoyar a Susana Díaz? Pues porque ella hizo una campaña en positivo. Iba acompañada de la mayoría de cargos orgánicos del partido, gentes que han gobernado y gobiernan en comunidades autónomas y miles de ayuntamientos... y haciendo una propuesta de futuro.

Pedro planteó su campaña como un plebiscito sobre la abstención y, según se ve, le ha funcionado mejor. Fue una decisión que él también tomó. En junio de 2016 le dijo a mucha gente que él también lo iba a hacer, que se iba a abstener. Se lo dijo a Felipe González y a mucha más gente. Y también ha planteado una campaña revisando en clave de pasado muchas de las decisiones que está tomando el partido. Pero insisto, ha tenido una mayoría de militantes a su lado y hay que respetarlo.

P.- Ya, pero no me has contestado. Es que creo que es necesaria una reflexión porque a mí, lo que me parece particularmente importante, como reflexión, es que la derrota de Susana es también una derrota de todo el aparato del partido, de todos los barones, de los ex secretarios generales. Es una derrota también de casi todos los medios de comunicación. Ha sido una campaña que podemos titular: "Pedro contra todos"

Hablamos de postverdad en el caso de Trump, pero también la ha habido en las primarias del PSOE hablando de un golpe de Estado el 1 de octubre

R.- Hablamos de postverdad en el caso de Trump, pero también la ha habido en el caso de las primarias del PSOE. Se ha creado todo un relato, hablando de golpe de Estado el pasado 1 de octubre y se ha concentrado todo en el hecho de aquel Comité Federal y todos los que apoyaron eso, no solo Susana Díaz sino el resto, no han sido capaces de construir otro relato. ¿Qué paso la semana previa a aquel Comité Federal? Pues que Pedro Sánchez lideró las campañas de unas elecciones autonómicas en Galicia y en Euskadi. Nadie le interfirió en aquellas campañas y tuvo un resultado desastroso. El lunes siguiente a las elecciones, en una entrevista periodística anuncia que va a hacer un congreso extraordinario, cosa que va en contra de lo que había dicho los meses anteriores, porque había retrasado el congreso ordinario. Lo hace sin consultar a su comisión ejecutiva y además, a preguntas de una periodista sobre si va a dimitir si pierde el Comité Federal, dice que no. Y la Comisión Ejecutiva, que no comparte ese congreso extraordinario, decide dimitir. Lo cual es un acto bastante democrático porque, de hecho, Pedro Sánchez ha podido volver a presentarse a unas primarias y ganarlas.

Eso no pasa en un golpe de Estado. Cuando llegan los militares ya no hay democracia. En el Comité Federal él pierde una votación sobre construir un Congreso y dimite. Luego todo el relato sobre el golpe no es cierto. De hecho, en su entrevista en Salvados, al principio, él lo reconoce. Luego ha virado. Toda la campaña la construye sobre eso. Le ha funcionado y ya está. Ahora serán los ciudadanos los que decidan. De momento solo tiene 70.000 votos y necesita nueve millones para ganar unas elecciones.

P.- Yo dije, claramente, que la campaña de Susana Díaz fue un desastre. Pero en la campaña también hay que tener en consideración lo que está haciendo el adversario y no mirarse demasiado el ombligo. Y creo que uno de los errores de la gestora fue el no crear una contra-narrativa a partir de aquel mismo 1 de octubre, para contar su verdad, no solo la de Sánchez, a sus militantes, a sus electores.

R.- Pero eso empieza desde octubre. Para mí esto ha sido un master de políticas públicas. Lo digo honestamente. El 90 por cien de los militantes me han acogido, pero también, aunque no participé en aquel Comité y sin ser militante entonces, mucha gente que ha apoyado a Pedro Sánchez me ha llamado golpista. Por eso digo que yo lo he sufrido también y creo que hay que pasar página, centrarse en el nuevo secretario General que tiene que unir el partido y en ganar las próximas elecciones generales, que ambas cosas están muy unidas. Eso es en lo que hay que empezar a evaluarle. La campaña ya pasó.

P.- Tú has hablado de la situación de la izquierda y te has referido también muchas veces a esa crisis, que está matando en algún país a la socialdemocracia. ¿Cuál es la diferencia entre la izquierda útil y la estéril?

R.- Hay dos claves: liderazgo y proyecto. No hay líder sin proyecto y no hay proyecto sin líder. Fíjate que hay otro país en la península ibérica que es un ejemplo. Antonio Costa en Portugal tiene una intención de voto del 45% y le saca 15 puntos a la derecha. Y se trata de un país rescatado, que ha tenido que hacer recortes, que ha tenido que rescatar bancos, y que ha tenido que pactar con la derecha esos rescates bancarios, porque la izquierda no le ha ayudado. Yo he invitado al ministro de Economía de Portugal a un curso que organizo en la Universidad Menéndez Pelayo para que explique cómo es posible que, haciendo políticas duras, tenga el apoyo de la sociedad. Yo creo que es posible por liderazgo y por proyecto. Cómo es posible que en España, con un PP tocado por la corrupción, con un PP que ha sido rescatado, nos quedemos 10 puntos por debajo en las encuestas. Incluso en España tenemos diferencias entre comunidades del norte y del sur. En unas, el PSOE gobierna y mejora sus resultados en las encuestas mientras en otras, las del norte, Euskadi y Cataluña, el PSOE es la cuarta fuerza. Todos son socialdemócratas, pero unos tienen liderazgo y proyecto y los otros no. No culpemos por tanto a la socialdemocracia. Es la ideología que más ha aportado a la humanidad y lo que hay que hacer es adaptarla a la nueva realidad. Mi enfoque está ahora en eso. Y algo más: hacer un proyecto de país propio, sin copiar el de nadie.

P.- ¿No te queda el sabor amargo de no poder implementarlo de forma inmediata? Porque la realidad, por ejemplo, de Francia u Holanda, demuestra que ha sido un problema clarísimo de liderazgo. No de ideología. Mira Benoit Hamon...

R.- Sí, pero Hamon ganó unas primarias. Mi compromiso fue honesto. Soy un caso de anti-puerta giratoria. Vine aquí desinteresadamente, mi compromiso fue el de hacer el bien al partido e intentar conectarlo de nuevo con una mayoría de ciudadanos. Pedro Sánchez lo sabe y de hecho me ha llamado varias veces en estos últimos años. Y si vuelve a hacerlo le atenderé. Tiene mi móvil. Si no, seguiré opinando en mi blog, en los medios. Mi cerebro es un volcán, investigando y estudiando permanentemente y eso lo voy a seguir haciendo, sobre todo por tanta gente que nos ha apoyado y alentado. Eso para mí es muy emotivo. Esa valoración de la gente.

P.- Cambiando de asunto, ¿qué opinas de la corrupción y de los escándalos que han salpicado al PP? ¿Le pasarán factura esta vez o seguirá siendo un partido poderoso electoralmente?

Si aplicas el cálculo de probabilidad, de cada caso de corrupción que sale, el 80% es del PP

R.- Soy muy de izquierdas y muy socialdemócrata... pero me siento a la vez muy orgulloso de ser español. De lo que hemos hecho en estos últimos 40 años y de lo mucho que nos queda por hacer. Y cuando viajo al exterior y me preguntan por esto, siento vergüenza. Lo normal es que el presidente hubiera dimitido. Pero eso no ha ocurrido. Rajoy pone su interés personal por delante de su partido y de su país. El problema es que los socialdemócratas somos demócratas. Ocho millones y medio de personas han decidido votar a Rajoy, pero no sólo eso. Entre la primavera de 2015, donde el PSOE estuvo a punto de ganar las municipales y la de 2016, el PP nos ha metido 10 puntos. Igual que has dicho que Susana tiene que hacer autocrítica de su campaña, Pedro Sánchez nos debe una explicación autocrítica de lo que ha pasado ese año. Y tampoco es culpa de la socialdemocracia, que era la misma en 2015 que en 2016. El PP ha conseguido instalar un relato según el que todos los políticos son corruptos, y cada vez que sale un caso de corrupción del PP ponen el ventilador y ya está. Y ese es un relato que no es cierto, que hay que contraprogramar. Por pura teoría de la probabilidad, cuando sale un caso de corrupción y tú preguntas la probabilidad de que sea del PP, es superior a un 80%. Por tanto, hay un exceso de concentración de casos de corrupción en el PP y no sólo en Madrid.

Es cierto que en una burbuja inmobiliaria hay muchos incentivos a la corrupción. Pero en la Comunidad de Madrid hay muchos casos posteriores a la burbuja. Por tanto, creo que existe un problema estructural y hay que tratarlo así. Pero si no existe la condena de los ciudadanos en las urnas, pues los incentivos siguen ahí.

P.- Yo comparo el momento actual de España a la Tangentopoli italiana de 1992. Muchos me miran como si estuviera loco, pero lo mantengo. ¿Crees que en España puede pasar algo así o hay un equilibrio de poderes suficiente para impedirlo?

R.- Pues de momento un juez ha pedido que declare el presidente del Gobierno. Y hemos visto a integrantes de la Familia Real declarando. Y hemos visto a la Guardia Civil entrar en la sede del partido que sustenta al Gobierno… creo que la justicia está actuando. Es lenta, los procedimientos son del siglo XIX y hay que actualizarlos, pero la Fiscalía es clave en eso. Por cada juez en un juzgado hay cinco o seis fiscales asociados pero claro, no puedes tener al frente de la Fiscalía Anticorrupción a alguien con una herencia en un paraíso fiscal y que diga: "Es que mi padre era así". La mujer del César tiene que serlo y parecerlo. Hay un tema de ética que lo rompió Rajoy con su mensaje a Bárcenas y no dimitir y otro de estética. Y las dos cosas tienen que funcionar. Y los medios son otro pilar fundamental. Y hay medios que lo denuncian. No deberíamos llegar al caso italiano pero hay que observarlo para no llegar ahí. Ahora, por ejemplo, hay mucho temor en los mercados internacionales y en Europa a que el partido Cinco Estrellas se alíe con el partido de Berlusconi para hacer un referéndum y salir del euro. Y eso puede suceder el año que viene. Por eso, insisto, uno no puede poner sus intereses personales por delante de los del país. Hay que respetar las instituciones y procurar que funcionen. Y hay instituciones que no han funcionado bien durante la crisis y hay que cambiarlas. Y también hay que adaptar la Constitución a un Estado Federal, como ya de facto funcionamos. Y ese mensaje anarquista de "Salvemos al pueblo y acabemos con las instituciones"... sabemos cómo acaba. Y lo hemos visto en la economía italiana, enferma y que no crea empleo. Es el país en los últimos quince años que peor crecimiento del PIB ha tenido del mundo.

P.- Es curioso lo poco que enseñan los ejemplos de la historia. Y creo que aquí está pasando lo mismo que pasó en Italia.

R.- El libro de Taleb que usamos para la crisis financiera lo usamos también para esto. Tangentópoli creo que tiene una baja probabilidad de suceder en España pero las implicaciones son tan grandes que es mejor no asumir el coste. En el momento en el que surja un caso como el de Moix hay que actuar como decía mi abuelo, cultísimo y a la vez agricultor y de una familia muy humilde: "Los cardos hay que arrancarlos de raíz. Si dejas la raíz, vuelven a salir". Y no arrancarlos con la mano, no. Él cavaba una zanja.

P.- Para acabar: ¿Qué país estamos dejando a nuestros hijos?

R.- He estudiado muy bien este país, y muchas economías de todo el mundo. Y tengo un punto optimista. Tenemos una economía tremendamente agradecida. Este último año, 2016, no hemos tenido ni Gobierno ni presupuestos. Y la recaudación por IVA ha crecido un 10%. Y el IVA es un impuesto proporcional a la actividad económica y, por tanto, es mejor indicador que el PIB.

Este país está creciendo más de lo que dice el PIB. Este país tiene mucha capacidad de resiliencia, con un compromiso intergeneracional de solidaridad que es que los hijos vivan mejor... ¿qué se ha roto ahora? Con la crisis, la reforma laboral y la precariedad salarial, estamos rompiendo eso, estamos viendo problemas en el sistema de pensiones y faltan políticas y una nueva trama social que recupere eso. Hacen falta políticas que sigan creando empleo y bajando el desempleo, que mejoren los salarios y el Estado del Bienestar. Es lo que hemos defendido en la ponencia, que ha sido un gran trabajo. Y que remarco, no es solo mía. En algunas materias estamos muy por delante de debates que hay abiertos en todo el mundo. Lo que hace falta es que con esa ponencia se ganen elecciones.

Y, para terminar, en un mundo en que está Trump, Europa es más necesaria que nunca. Y si Trump dice América primero, Merkel tiene que decir lo mismo. Pero lo mismo en Berlín que en Bruselas. No Alemania primero sino Europa primero. Y nosotros tenemos el deber, como Partido Socialista, de ganar elecciones. Aquí, en Europa y en el mundo.