El segundo capítulo de Una vida Bárbara se centró en la época de Bárbara como actriz del destape, pasando por sus desengaños amorosos, su polémica película con Rocío Dúrcal y el supuesto abuso sexual que sufrió por parte del realizador de televisión Enrique Martí Maqueda.

Según narró, estas iban desde comentarios "muy desagradables" en su cara o por megáfono; mirar a un monitor de televisión y encontrarse que el realizador estaba grabando sus partes íntimas o incluso tocamientos. "Me dijo que fuera a la sala de realización para ver unas imágenes, me metió la mano por debajo de la camisa y me dio tal apretón en el pecho que se me saltaron las lágrimas. Le de una bofetada y me marché", contó.

Sin embargo, la tercera entrega, emitida por Antena 3 este miércoles, fue todavía más dura, aunque es algo que ya se esperaba: plasmó la relación entre Bárbara Rey y Ángel Cristo, padres de Sofía Cristo y Ángel Cristo. Pero antes de empezar con ello, Bárbara recordó el affair que tuvo con Paquirri mientras este era pareja de Lolita, algo que terminó cuando ella misma se dio cuenta de que el noviazgo no saldría adelante, así como porque el torero seguía enamorado de Carmina Ordóñez.

Al relatar sus comienzos con Ángel Cristo, Bárbara hizo énfasis en la diferencia entre el hombre del que se enamoró y la degeneración que sufrió su personalidad después. En cuanto la actriz anunció que abandonaba su trayectoria laboral al considerarla considerarla "incompatible" con el trabajo del domador, celebraron la boda en el propio circo, donde finalmente trabajó la propia Bárbara, superando sus miedos a unas elefantas a las que terminó cogiendo mucho cariño.

La misma noche de la boda cambió el carácter del trabajador circense, según dijo la de Totana, que se sintió "sorprendida" al ver cómo su marido empezó a mostrar su descontento por la habitación en la que durmieron. Poco después llegó la primera vez que Ángel Cristo pegó a su mujer: ocurrió después de que la vedette contase que se había encontrado con Paquirri, con quien había tenido un affair, en el aeropuerto.

Según contó Bárbara, el domador era una persona repleta de inseguridades que vivía obsesionada con la vida amorosa de Bárbara antes de conocerle, pero también con sus contactos con hombres en el presente: "Ni siquiera podía mirar a los trapecistas y a los trabajadores del sexo", dijo ella.

A raíz de esas inseguridades, según dijo Bárbara, su marido empezó a rechazar tener relaciones sexuales con ella. "No sabéis la de veces que salí en prensa maquillada y diciendo lo que él quería. Solía darme instrucciones. A veces, ni siquiera estaba grave y teníamos que hacer creer a la prensa que una lesión por el circo había sido mucho peor de lo que era en realidad", recordó, sobre la costumbre de Ángel Cristo de aparecer en los medios de comunicación.

La periodista Pilar Álvarez recordó en el capítulo cómo en esa época todavía no se hablaba de violencia machista en la prensa, así como que, ante las pistas, se miraba a otro lado, pues se creía que había que arreglar "esas cosas" en casa. "Hasta 1980, las mujeres no se podían divorciar y hasta finales de los 70 no tenían potestad para comprarse un piso o abrir una cuenta corriente", añadió.

"Ángel me ha pegado muchas veces, pero los malos tratos psicológicos fueron mucho más que los físicos: me decía 'no vales para nada, estás fofa, no te va a querer nadie, eres una vaga y una inútil, una mujer casada no puede contar esos chistes, solo te queda ponerte de puta en una esquina... dejé de tener sentido del humor y de ser quién era", apuntó Bárbara, con tristeza.

Para la protagonista del documental, uno de los peores momentos llegó la noche que se quedó embarazada de su primer hijo, Ángel Cristo: "Por poco me mata. No sé por qué fue, pero empezó a gritarme, a insultarme... estuve toda la noche apartada. Se tomó sus whiskies y se durmió, al día siguiente quiso tener relaciones conmigo, y como para decirle que no... qué miedo le tenía".

Paradójicamente, pese al control férreo que ejerció Ángel Cristo sobre la vida amorosa de su mujer, el domador tuvo una relación paralela con alguien que tenía una boutique y que para ella era como una hermana. "Él trabajaba en Marruecos y el parto se me adelantó 15 días. No llegó al parto, apareció muy tarde, con un ramo de flores y con su amante, aunque yo no lo sabía; estaba en la higuera. Él dijo que fuésemos a Marruecos con ella, para que me ayudase", contó.

En 1983, saltó la noticia de que la pareja esperaba un nuevo bebé: Sofía Cristo. "Perdí seis kilos en los seis primeros meses de embarazo y le pedí que se relajase. Trabajé hasta los ocho meses de embarazo. Una vez, la elefanta Francis estuvo apunto de pisarme, y eso hizo que dejase de trabajar", contó.

En esta ocasión, Ángel Cristo tampoco llegó al parto y, una vez más, se presentó en el hospital junto a su amante. "No he visto en mi vida una niña más fea", dijo Bárbara que fueron las primeras palabras del domador a ver a su hija. Además, contó que Dalila, la ayudante que tenía, le advirtió sobre que la acompañante de Ángel Cristo le "quitaría" a su marido.

Por el contrario, insistió en que ella nunca le había sido infiel a su marido, tal y como se había rumoreado. "Si lo hubiera hecho, no estaría viva", aseveró. Otro de los momentos más duros del capítulo tuvo lugar cuando el circense la pegó de nuevo, esta vez al ver cómo lloró al saber que Paquirri había muerto.

El "peor año" de la vida de Bárbara Rey

Llegada a ese punto, la exvedette mencionó que pasó a desear encontrarle con otra mujer para tener una excusa y romper la relación. En una ocasión en la que le persiguió con ese fin, vio que su marido salió por la noche pero, lejos de irse para encontrarse con una amante, fue para recoger unas sustancias cuando comenzaron sus adicciones, según contó Chelo García Cortés, bajo la premisa de paliar los dolores por un problema que tenía en la espalda.

"Ese fue el peor año de mi vida. '¿Qué te pasa, puta, que no quieres que te toque yo, solo los que te pagan?', me decía. Y yo me quedaba en la esquina de la cama, me intentaba dormir... y lo que me tocase. Nadie me ayudaba", narró Bárbara, entre lágrimas.

Un día, el domador le dijo que quería separarse y, ya en el juzgado, le hizo firmar un documento por el cual ella renunció a todos los bienes que tenían, quedándose la murciana con los niños y con una pensión mensual de 500 pesetas: "Yo vivía sola, pero él venía cuando me daba la gana. Me insultaba, daba patadas en mi dormitorio, me violaba escupiéndome".

De nuevo, el programa mostró la impunidad que había en los medios de comunicación con Ángel Cristo, que no paró de dar declaraciones desde los platós en ningun momento; así como que se cuestionaba que Bárbara fuese víctima de violencia machista porque no respondía al perfil arquetípico asociado a las afectadas.

En la docuserie hablaron también los hijos de la pareja, Sofía Cristo y Ángel Cristo, quienes recordaron el miedo que sentían ante la posibilidad de que su padre les separase de su madre o que, directamente, acabara con su vida. Bárbara Rey recordó otro de los peores momentos por los que Ángel Cristo le hizo pasar: cuando le intentó disparar en las piernas y ella tuvo que encerrarse en el baño, algo que los por aquel entonces niños escucharon desde el salón.

Otra paliza tuvo lugar una ocasión en la que Bárbara desaconsejó que el domador hiciera una nueva portada junto a sus hijos, un episodio en el que intervino Manolo Carreño. Según dijo, llegó a amenazarla con un cuchillo de cocina y le cogió por el cuello, le dio con la cabeza contra el suelo y, tras arrastrarla por el suelo, quedó tirada en el jardín.

Según dijo, el caso de Carreño fue una excepción, pues nunca nadie se posicionó junto a ella, pese a que algunas de las agresiones más aparatosas se dieron a plena luz del día y en el colegio en el que estudiaban los hijos de la pareja.