Mucho ácido hialurónico en el casting de Gran Hermano 20. Es lo que comentó un curioso –un periodista– al echar un ojo a los candidatos y candidatas para entrar al sempiterno programa de telerrealidad. Parecían haber salido de Mujeres y hombres y viceversa. En la cola estaba un famoso actor porno gay, de nombre artístico Allen King. También un palmense de 23 años, camarero, con don de gentes. "He trabajado en Ibiza, Holanda… Siempre salía de mi zona de confort", cuenta. "Adonde voy, dicen que tengo muy buena energía. No voy a engañar a nadie", se vende.
Otra candidata es Lucía, natural de Andorra (Teruel). "Porque Teruel existe", reivindica primeramente. Tiene 50 años y, como su compañero, quiere salir de su zona de confort. "Sólo me dedico a trabajar y estudiar, y me merezco un regalo: conocer a diferentes personas y pasármelo bomba", asegura. Entremedias, Laura, cordobesa de 26. Reivindica ser una de las pocas mujeres que se dedican a la conservación en carretera. "He pasado una mala época. Siempre estoy riéndome, feliz, y por un momento, no lo era. Ahora soy un potro desbocado", comenta.
P.- ¿Quieres novio?
R.- No. Soy feliz. Gracias.
P.- ¿Y si encuentras el amor dentro de la casa?
R.- Pues bienvenido sea. A ver… Ahora mismo estoy un poco bloqueada, pero bueno, todo puede pasar. Ahora mismo estoy contenta conmigo misma.
Gran Hermano ha sobrevivido a todo y a todos, inclusive un episodio de violación que provocó un apagón de anunciantes. Hace dos años, tras remedos tipo Secret Story y un proceso judicial ya cerrado, Telecinco recuperó la emblemática pero erosionada marca. Primero, con celebridades, más o menos famosas, y Marta Flich como presentadora. Después, con desconocidos y Jorge Javier Vázquez.
La última llamada para GH20 tuvo lugar el pasado miércoles a las afueras del teatro de Príncipe Pío, Madrid. Convocaron a 500 aspirantes. Telecinco estrenará en otoño la vigésima edición de la versión original, con concursantes anónimos, una nueva ubicación –de Guadalix a Tres Cantos– y JJV como maestro de ceremonias. Hay quien todavía recuerda a Mercedes Milá y fantasea con su regreso. No caerá esa breva, así que centrémonos en lo que está por llegar.
Teresa Colomina, directora de casting de Gran Hermano, y Miguel Martín, director general de Zeppelin (productora de GH), hablaron largo y tendido con El Independiente y otros medios sobre el proceso de selección de esta edición número veinte. Este año –aseguran– han priorizado calidad a cantidad. "No llegamos a la locura del año pasado", admite Colomina.
Esperen perfiles nuevos, inéditos, muy modernos. "Nosotros huimos de hacer el check", añade ella. O sea, la cuota. Será –prometen– un reflejo de la sociedad, de toda edad (hasta los 81 años), sensibilidad e identidad, aunque sea imposible representar a todas. Un psicólogo determinará si son aptos o no aptos. "El criterio más importante es que quieras verlos cuando enciendas las tele", resume Martín. En anteriores ediciones, este casting final suponía el arranque. Llevan dos meses de búsqueda.
Tras una primera fase online, citaron a los seleccionados en Madrid, Barcelona, Sevilla, Bilbao y Valencia. Colomina tiene muy claro que no hay buen casting sin buenos reclutadores. "Los primeros sorprendidos por el programa tenemos que ser nosotros", añade el director de Zeppelin. Su misión, claro está, es hacer encaje de bolillos. A veces –admite él– funciona como un reloj suizo y otras no. "Es imposible prever que dos personas se vayan a enamorar u odiar", asegura. He ahí la peculiar historia de 'amor' entre Óscar y Ruvens la pasada edición. O el in-creíble noviazgo de Edi y Violeta, a punto de hacer un año. "Esto no está guionizado. Somos extremadamente transparentes con lo que pasa en la casa. En la casa pasan cosas y no todas son buenas. Hay un protocolo. Esto está en un canal veinticuatro horas. ¿Hubo expulsiones disciplinarias el año pasado? Sí", insiste Martín.
La pregunta del millón, emolumentos aparte (a los concursantes se les da de alta en la Seguridad Social), es si hay todavía producto fresco tras 32 ediciones en total. La de este otoño-invierno será la número 33. "Sigue habiendo frescura, pero desde otro lugar", responde Miguel Martín. Bienvenidos sean aquellos concursantes que sepan al dedillo el formato y especulen. "No deja de ser una característica más", defiende el director general de Zeppelin. "Puedes llevar una estrategia y todo aprendido, pero, en cuanto entras a la casa, y no sé por qué, te olvidas enseguida de las cámaras", añade Teresa Colomina. Al fin y al cabo, los elegidos no saben con quién van a convivir. Y el lector-espectador sabe que la convivencia es la prueba del algodón.
P.- ¿Quién tiene la última palabra para decidir quién entra a Gran Hermano?
R.- (Miguel) Es una decisión colegiada entre el casting, la compañía y la cadena. Todos queremos que nos vean.
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