La mascarilla se ha convertido en las últimas semanas en un complemento con el que evitar la propagación del coronavirus, pero su uso junto con las gafas plantea problemas que impiden llevarla con comodidad.
La premisa parece sencilla: ponerse la mascarilla, cubriendo por completo la nariz y la boca, y posteriormente, las gafas. Sin embargo, las gafas acaban empañadas, dificultando o impidiendo la visión.
Para solucionarlo, se debe doblar hacia dentro, por la parte superior de la mascarilla, un cuarto de la misma, como aconsejan desde la Policía Metropolitana de Tokio (Japón). También se puede optar por colocar un pañuelo de papel doblado dentro de la mascarilla, en la parte superior, sobre la nariz.
Se trata, no obstante, de dos trucos que funcionan con las mascarillas flexibles, aquellas que pueden doblarse, no con los modelos más rígidos.
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