El pasado jueves se produjeron en España tres suicidios de agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Todos ellos se dispararon con su arma reglamentaria: un policía nacional en los juzgados de Castellón, un guardia civil de 25 años en su casa de Madrid y otra guardia civil en un cuartel de Cuenca, justo después de matar a tiros a sus dos hijas de 9 y 11 años. Tres casos muy diferentes que ponen encima de la mesa de nuevo la necesidad de visibilizar y prevenir esta problemática que, como los sindicatos llevan tiempo alertando, afecta especialmente a los agentes. 

Según los últimos datos del INE, en 2020 la tasa de suicidios en España era de 8,3 por cada 100.000 habitantes, pero todo apunta que en los cuerpos de seguridad la cifra es bastante más alta. Aunque no existen datos oficiales, desde la asociación Predepol - Zero Suicidio Policial llevan años haciendo un minucioso recuento “artesanal”, a través de una red de agentes de todos los cuerpos que han ido conformando por todo el país, y que informan cuando se produce un caso de suicidio. Según sus datos, la media del último lustro es de 33 suicidios al año, lo que hace que la tasa entre agentes sea de 14,10 suicidios por cada 100.000 habitantes.

“Tenemos un trabajo de alta tensión, muy relacionado con la delincuencia y en el que recibimos muchas presiones de ciertos sectores de la sociedad, además de tener acceso a armas de fuego. Todo esto agrava y facilita que ocurran cosas así”, afirma Pedro Carmona, portavoz de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC). Según explica, su cuerpo es el que está experimentando la mayor subida de número de suicidios desde 2020, cuando empezaron a notar el aumento, aunque por el momento“desconocen los motivos”.

La situación se complica aún más por el hecho de que, hasta hace relativamente poco, la salud mental hasta era un tema tabú en la sociedad, y más aún si cabe en los cuerpos de seguridad, que además están muy “masculinizados”, como afirma Carlos Morales, portavoz del Sindicato Unificado de Policía, que añade: “Antes pedir una baja psicológica se veía como un signo de debilidad, y existía la leyenda urbana de que luego impedía ascender, algo que era del todo falso. Ahora está cambiando, pero hay mucho camino por recorrer”.

Diferencias entre Policía y Guardia Civil

Aunque los sindicatos están muy concienciados, se ve una tendencia diferente entre los dos cuerpos. Para la Policía Nacional 2021 fue el peor año en término de cifras de suicidios, algo que achacan a los problemas psicológicos que pudo causar la pandemia entre sus agentes. En ese momento decidieron crear un Equipo de Intervención Psicosocial que puso a disposición de sus agentes un teléfono de atención psicológica 24 horas para temas como este. Una iniciativa que, por lo que comenta Morales, está funcionando bien. Por lo pronto ya han conseguido reducir la cifra de suicidios a la mitad de un año a otro (fueron 16 el año pasado y en 2022 llevan 8). De todos ellos, el 85% se produjeron con las propias pistolas reglamentarias.

Esa tendencia positiva no se ve, sin embargo, en la Guardia Civil, que va camino prácticamente de calcar sus cifras del año pasado (16 en 2021 y 13 hasta ahora en 2022). Y es que, aunque ellos también cuentan con una línea telefónica de atención, actualmente ésta es atendida por oficiales del cuerpo, algo que genera desconfianza entre los agentes. “Si alguien ha tenido algún problema con un mando, por ejemplo, hay muchas posibilidades de que el que atiende la línea le conozca o sean de la misma promoción, así que a los agentes les cuesta abrirse y contar sus problemas”, afirma Carmona. 

“El oscurantismo de la Dirección General de la Guardia Civil con este tema es tremendo. No dan cifras, quieren manejar ellos la información y que todo se quede en casa. Para ellos no es necesario poner medidas ni modificar nada. Es la cara oculta”, continúa Carmona, que detalla las que, a su juicio, deberían ser las medidas necesarias para que la situación mejore. 

Primero, poder externalizar el sistema de apoyo psicológico para que los guardias civiles puedan contar con ayuda externa al cuerpo, algo que hoy en día no tienen permitido. Segundo, establecer turnos de 6x6 como los que utiliza la Policía Nacional desde la pandemia (seis días de trabajo y seis de descanso), que consideran que ayudarán a conciliar la vida personal y la laboral. Tercero, dotar a todas las unidades de armeros para poder depositar el arma al término de su jornada laboral. Y por último, Carmona afirma que es necesario que se les deje de aplicar el código penal militar, que se une a un régimen disciplinario ya de por sí muy severo.

Actualmente, cuando se produce un suicidio se realizan autopsias psicológicas para analizar la conducta del funcionario que ha muerto. De ahí pueden extraer conclusiones necesarias para poder evitar la próxima vez, aunque Morales anima a que tanto los mandos como el resto de sus compañeros colaboren en el proceso si detectan comportamientos preocupantes en algún agente. “El silencio ni es preventivo ni es educativo”, concluye el portavoz de la Policía.