Cualquier mínimo cambio en una institución tan rígida y opaca como la Iglesia católica puede llegar a vivirse como si fuera un terremoto. Algo así ha ocurrido este lunes con el anuncio de que el Vaticano permitirá bendecir a parejas homosexuales. Una declaración polémica y, en cierto modo, revolucionaria, que aun así no ha terminado de contentar del todo ni a los que están a favor, ni tampoco a los que se posicionan en contra.

El texto del Vaticano ha pillado a todos por sorpresa, siendo recibido con alegría y agradecimiento entre el colectivo LGTBI, pero también con una importante dosis de escepticismo. "Es una noticia que recibimos con alegría, pero tampoco puedo decir que estemos dando saltos. Es un gesto bonito, que se agradece, pero no podría decir que es un paso", explica Raúl Peña, portavoz de CRISMHOM (Comunidad cristiana LGTBI+H), en declaraciones paran El Independiente.

Es una noticia que recibimos con alegría, pero tampoco puedo decir que estemos dando saltos

Raúl Peña, portavoz de CRISMHOM

Esta es una de las impresiones que predomina entre aquellos a los que más afecta este histórico anuncio para una institución como la Santa Sede, pero insuficiente para aliviar el agravio que ha sufrido siempre uno de los colectivos más perseguidos por la Iglesia. "Cuando sufres por algo, cualquier consuelo, por tonto que sea, te puede aliviar", cuenta a este periódico Quique Becerra, quien lleva ya cuatro años casado con su pareja y pudo recibir en su momento la bendición de un sacerdote el día de su boda civil.

"Consideramos que es un avance, pero sigue sin ser suficiente, porque no hay equiparación al matrimonio. Es decir, permite la visibilización de nuestra realidad dentro de la Iglesia, ya no hay que esconderse. No obstante, las comunidades cristianas LGTBI siguen manifestando tristeza porque sus parejas no tienen el mismo reconocimiento que aquellas formadas entre hombres y mujeres", añade el coordinador del Grupo de Fe y Espiritualidad de la Federación Estatal LGTBI+ (FELGTBI+), Óscar Escolano.

La presión de Alemania

El caso de Becerra, que pudo casarse con la bendición encubierta de un sacerdote católico, aunque sin ningún tipo de rito ni cualquier otra similitud con el matrimonio que pudiera comprometerle, es un ejemplo más de que este tipo de bendiciones ya eran habituales desde antes de su reconocimiento oficial.

El Papa ya ha dictado sentencia, las jerarquías ya no pueden opinar sobre ello

Raúl Peña, portavoz de CRISMHOM

Todas las fuentes consultadas por este periódico coinciden en reivindicar que la Iglesia llega a este punto, cuando en sus bases ya se había traspasado esta barrera, sobre todo en los núcleos urbanos y los países más tolerantes con el colectivo. En particular, los tres hablan del caso de Alemania, donde curiosamente los matrimonios civiles entre personas del mismo sexo no fueron legalizados hasta 2017, pero aun así su Iglesia ha sido la que más ha presionado al Vaticano para que se aprobara este texto conciliador. De hecho, los obispos alemanes llegaron a amenazar a Roma con una escisión si no les permitían bendecir a las parejas homosexuales.

Por eso, según el portavoz de CRISMHOM, este gesto va más encaminado a las jerarquías que a las bases, donde ya se habían vivido avances significativos. "Lo mejor es que ahora el Papa ha dictado sentencia, las jerarquías ya no pueden opinar sobre ello", asegura.

Los principales beneficiarios

Aun así, el contexto del momento no les impide ver que se trata de un gesto realmente significativo por parte del Papa Francisco, quien ya ha dado pasos significativos en el reconocimiento del colectivo LGTBI dentro de la Iglesia. "Nosotros somos punta de lanza y quizá es algo que nos viene un poquito sobrepasado, pero sabemos que hay mucha gente para la que esto es muy válido", reconoce Peña. Quien admite que, particularmente, en la diócesis de Madrid, con la que colaboran desde hace tiempo, hay otra mentalidad. "En su web aparece la palabra LGTBI desde hace unos cinco años, eso ya es un paso", explica.

Por su parte, Becerra insiste en que la ilusión que esto puede traer para muchas personas que viven en contextos muy difíciles. "A mí personalmente me parece que ayudará también a las familias, porque es cierto que tener a un miembro de la familia creyente con diversidad afectivo sexual le puede suponer una dificultad, y ya no te quiero contar a la persona LGBTI". Escolano también reconoce que la visibilización de los grupos cristianos LGTBI puede favorecer que mucha más gente se permita salir del armario siendo creyente.

Los tres coinciden que el reconocimiento de un lugar legítimo para el colectivo dentro de la Iglesia se notará especialmente en las zonas rurales y en países como Uganda, donde hay leyes anti LGTBI que han sido apoyadas por sus obispos.

La Doctrina social de la Iglesia, el gran escollo para una Iglesia inclusiva e igualitaria

Desde los tiempos en los que la Iglesia condenaba al infierno todo lo que tenía que ver con el colectivo, hasta que ha empezado a tolerar e incluso aceptar dentro de su seno a las personas LGTBI, el cambio ha sido siempre muy gradual. Por eso, el escepticismo sigue imponiéndose a la ilusión en este tipo de acontecimientos, sobre todo, por la intransigencia que han mostrado los sectores más reaccionarios a la hora de modificar la Doctrina social. Y es que el Papa ha sabido calmar sus exigencias negando al texto publicado cualquier tipo de equiparación con el sacramento del matrimonio, sin contentar del todo a nadie, pero ofreciendo aun así una imagen de modernidad.

Desde asociaciones como CRISMHOM continúan pidiendo "una revisión de toda la teología de los sacramentos, una restitución de la justicia y una solicitud de perdón", por todo lo que se ha hecho mal a lo largo de la historia. "La declaración del Vaticano no cambia una coma de la Doctrina social. La Iglesia sigue sin ser inclusiva ni igualitaria, lo dice un gay y también lo puede decir una mujer, por eso vamos a seguir reclamando", incide Peña.

"Mientras no se cambie el derecho canónico, esto es una tontería y encima solo sirve para enfadar a unos cuantos, hay que cambiar el catecismo y darle un corpus teológico", se queja M. A., un católico de base practicante y homosexual.

Llegará antes el sacerdocio femenino o el celibato opcional que el matrimonio homosexual

Óscar Escolano, coordinador del Grupo de Fe y Espiritualidad de la FELGTBI+

Becerra, que llegó a ser seminarista y salió del armario precisamente gracias a la ayuda de un amigo sacerdote, insiste en que "todos los bautizados somos Iglesia, no sólo el Papa y la jerarquía eclesiástica consagrada. Y, como miembros de derecho, queremos sentirnos completamente acogidos, porque la Doctrina puede llegar a ser muy dura y uno puede sufrir mucho".

Para Escolano, ese gran obstáculo que le queda a la Iglesia también está en la influencia que ostentan las corrientes más conservadoras. El coordinador del Grupo de Fe y Espiritualidad de la FELGTBI+ mantiene que, tal y como funciona la Iglesia, " seguramente tardaremos muchísimos años en ver el reconocimiento pleno de los matrimonios entre personas del mismo sexo". "Antes llegarán el sacerdocio femenino o el celibato opcional", se atreve a predecir.

Aun así, conservan la esperanza de que los cambios que hasta ahora han sido más bien simbólicos, acaben modificando de verdad una sociedad históricamente tan conservadora como ha sido la Iglesia católica. "Los cristianos creemos que el Espíritu Santo sopla con sus tiempos y este es un pequeño paso, pero seguiremos luchando por defender nuestros derechos, desde el amor, como hasta ahora. Serenos pero firmes", sentencia Escolano.