Por tercera vez desde la erupción del volcán Tajogaite en septiembre de 2021, los reyes de España han vuelto a La Palma. Lo han hecho, según el deseo de los vecinos, no solo como gesto simbólico, sino como reconocimiento al esfuerzo de una reconstrucción que avanza "con más dignidad que velocidad".
Acompañados por la ministra de Defensa, Margarita Robles, el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, y autoridades insulares y locales, Felipe VI y la reina Letizia han visitado este jueves dos puntos clave del Valle de Aridane: el mirador del Lomo del Piojo, en Tacande, y la plaza de La Laguna, en Los Llanos de Aridane.
Desde el mirador, donde la colada aún cubre antiguos cultivos y viviendas, el comisionado para la Reconstrucción, Héctor Izquierdo, ha recordado el alcance de la catástrofe: "Es un lugar bastante gráfico", ha dicho, "porque aquí la destrucción puede medirse con la vista y con la memoria".
Esperanza y consuelo para los damnificados
En La Laguna, los reyes han regresado a la misma plaza donde en 2021 saludaron a los primeros evacuados, poco antes de que la lava alcanzara el barrio. El colegio aún no ha sido reconstruido, pero sí han regresado vecinos, comercios y parte de la vida comunitaria. Allí han conversado con afectados de perfiles diversos: agricultores que perdieron sus plataneras, pescadores cuyo litoral cambió para siempre, familias que comenzaron de cero y docentes que han retomado las clases con las huellas del desastre aún recientes.
Ante el centenar de personas reunidas en la plaza, los reyes se mostraron cercanos y escucharon sus testimonios. "Esta visita les brinda esperanza, consuelo y visibilidad", valoró Izquierdo, aunque también expresó su preocupación por las desigualdades en el ritmo de la recuperación. "Los ERTE funcionaron, y zonas como Puerto Naos y La Bombilla empiezan a reactivarse, pero la agricultura sigue en una situación muy complicada. Sorribar las coladas –preparar el terreno para que vuelva a ser cultivable– cuesta mucho, y no todos pueden afrontarlo aún".
Esa misma tensión entre lo logrado y lo pendiente se reflejó en las palabras de Marcelino Rodríguez, presidente vecinal de La Laguna: "Nuestro barrio sigue dividido por la lava. No queremos que esto sea una película bonita porque vienen los reyes, sino que vean la realidad".
Y la realidad, casi cuatro años después, es ambivalente. El barrio de Todoque ha desaparecido. Las Manchas continúa aislado. La Laguna sigue en reconstrucción. Pero también hay aulas abiertas, negocios que han resurgido y vecinos que vuelven a plantar sobre la ceniza.
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