Un imitador del terrible asesino Jack el Destripador aún sigue suelto. A modo de homenaje en el centenario del criminal en 1988, otro individuo inició una sangrienta actividad en Almería. Siguiendo un patrón muy concreto: también asesinaba a prostitutas. Al contrario que la policía inglesa en Londres, que difundió en los medios toda su actividad para capturarlo, en la zona almeriense ha sido un secreto. Incluso habiendo matado al doble de personas que The Ripper.

El asesino hoy continúa en libertad con diez asesinatos –conocidos- a sus espaldas. Su modus operandi consistía en estrangular y despeñar a sus víctimas. El miedo, provocó que muchas prostitutas decidieran abandonar el sector.

La aparición del primer cadáver en una cuneta del término municipal de Puchena, una mujer de 30 años con camiseta deportiva y zapatillas rojas, desató el pánico. A este crimen le siguió otro en Vélez-Rubio: una joven de 24 años, desnuda, que fue localizada por un ganadero cuando cruzaba la Como versión oficial de su fallecimiento se expuso que se produjo por sobredosis o adulteración de narcóticos, pero realmente, la autopsia demostró que fue estrangulada.

Del mismo modo murió la tercera víctima en los acantilados del Cañarete, en Aguadulce. De la misma edad que la anterior joven, Carmen Dolores Sandmeyer fue asesinada y colocada desnuda y boca arriba, con un gran hematoma en el cuello.

Investigaciones cortas

La policía resolvía las investigaciones en poco tiempo, quitando importancia al asunto y achacando los crímenes a ajustes de cuentas, trata de blancas o trapicheos. Sin embargo, nuevos crímenes se dieron a conocer. Mismo prototipo de chica, misma profesión y mismas causas de la muerte.

Primero una joven en avanzado estado de descomposición. Sólo vestía un sujetador rojo y presentaba un golpe en la sien bastante importante. Después, otra hallada en un talud en Almerimar: María Jesús Muñoz, de 28 años. En su caso, la muerte se la provocó una caída de más de 40 metros.

Denominado el “psicópata de Zapillo” por los residentes en la zona, a las autoridades no les quedó otra que aceptar que podría existir un asesino en serie. Ello inició la Operación Indalo, que empezó a buscar a un sujeto fuerte, blanco, de entre 35 y 40 años, casado, habitante y conocedor de la zona.

Sin pistas

María Leal fue la siguiente víctima. La encontró una turista alemana en unos cañaverales junto a la playa. Fue estrangulada y presentaba el cráneo roto. Tenía un hija y esperaba otro bebe cuando la asesinaron. La Policía vigiló a un sospechoso que respondía a la descripción de una compañera que la vio subirse a un coche: grande, azul oscuro y con el alerón abollado. No obstante, no se pudo imputar al sospechoso por falta de pruebas fehacientes.

Año y medio después, dos nuevos crímenes se dieron a conocer. Jóvenes de 25 y 22 años, respectivamente. La primera junto a  unos invernaderos, la segunda en un campo de fútbol. A estos, se les sumó el de Aurora Amador, de 24 años y encontrada en una sima.

Dos compañeras la vieron por última vez montando en un Opel Corsa gris metalizado. El número y letras finales eran 5 y AB y se detuvo a un sospechoso. Se trataba de un funcionario de prisiones destinado en  Granada, que tenía denuncias por agresión sexual. Con todo, no llegó a ser juzgado porque no había suficientes pruebas. Reconoció haber estado en Almería, pero negó haber contratado los servicios de una prostituta.

La necesidad de centrarse en otros asuntos, azuzada desde Madrid, hizo que el expediente del caso acumulase polvo en los archivos. Aunque hubo más asesinatos.

El "asesino de los Barrancos"

El elevado número de víctimas hizo que Madrid desplazase expertos para intentar capturar al autor, que fue denominado el “asesino de los Barrancos”. El mutismo de los medios generalizado contrapuso al de El Caso, que centró su atención en el imitador de Jack el Destripador. Las autoridades descalificaban despectivamente las informaciones del semanario como “el periódico de las porteras”.

En 1996 el criminal dejó de matar y, aún hoy, su identidad sigue siendo todo un misterio.