Hace 90 años que nació Félix Rodríguez de la Fuente, sin duda el naturalista que más ha influido en la sociedad española gracias al altavoz de la televisión. También hace 38 años que murió, en Alaska, a donde se había desplazado junto al equipo de El Hombre y la Tierra para grabar la Iditarod, la carrera de trineos de perros que recorre la tierra que le había obsesionado desde adolescente. Perdió la vida en una avioneta, junto al director de fotografía Teodoro Roa (27 años), el cámara Alberto Huéscar (23) y el piloto Warren Dobson, cerca del poblado de Shaktoolik, un pequeño asentamiento situado en una lengua de tierra en el mar de Bering.

En el momento del accidente, Félix llevaba sólo unos días en Alaska. Su equipo casi dos meses. Se habían hecho un nombre en la zona y los medios locales les dedicaron grandes obituarios. "Adiós a nuestro Jack London español", titularon varios periódicos en referencia al autor que había plantado en la mente de Félix la fascinación por La última frontera. Félix, Teodoro, Alberto y Warren fueron homenajeados en Anchorage con un gran cruceiro de piedra mandado desde España por El Correo Gallego junto a una placa conmemorativa. Un monumento que durante 34 años se ubicó en la calle Tudor Center Drive, al este de la ciudad más poblada del Estado.

Monumento a Félix Rodríguez de la Fuente en la ciudad de Anchorage.

Monumento a Félix Rodríguez de la Fuente y su equipo en la ciudad de Anchorage. GRACE ANDERSON, MINUBE

En 2014, a raíz de la curiosidad de una turista valenciana, se descubrió que el cruceiro había desaparecido para construir encima una carretera y un parque. El asunto provocó la queja inmediata del cónsul honorario de España en Alaska, Roberto González, según informó El Confidencial Digital, que detalló que los restos del cruceiro habían sido tirados junto a los escombros que generó la obra.

González llegó a reunirse con el gobernador del Estado, el republicano Sean Parnell, que le aseguró que el monumento sólo había sufrido daños leves, que ya había sido restaurado y que volvería a ser instalado, en una ubicación más cercana al centro, en la primavera de 2015, cuando desaparecieran la nieve y el hielo.

No era verdad. Según ha podido saber El Independiente, el monumento no sólo no se ha vuelto a instalar, sino que ni siquiera ha sido rehabilitado y permanece cuatro años después almacenado en un depósito municipal. Así se lo confirmó la pasada semana una representante municipal al cónsul honorario español, que relata a este medio que lleva "años detrás del museo y la alcaldía sobre este tema".

El diplomático subraya que nunca ha recibido una explicación oficial sobre el 'accidente' que causó los daños, y denuncia que el problema radica en los 33.000 euros que el consistorio dice necesitar para completar el proceso. Representantes municipales aseguran que el museo se ha presentado en los últimos años a convocatorias de financiación para conseguir el dinero, sin éxito. En los últimos días, el cónsul honorario Roberto González ha insistido en mantener una reunión con la responsable de Arte Público del Ayuntamiento, Enzina Marrari, en la que pueda comprobar in situ el estado actual del cruceiro. El encuentro todavía no se ha producido.

La familia no estaba al tanto

Odile Rodríguez de la Fuente, hija de Félix y responsable de su Fundación, reconoce que no tenía conocimiento de la situación. Ella misma visitó el monumento en el año 2010, cuando fue invitada a Anchorage por la organización de la Iditarod para presenciar el inicio de la carrera y recordar el 30º aniversario de la muerte de su padre. Dejó constancia en un blog que creó específicamente para documentar su viaje.

Recibió el cariño de los responsables de la carrera, igual que lo prestaron hace 38 años tras la tragedia. Belén Sánchez, actual directora de comunicación del Real Instituto Elcano y entonces novia de Teodoro Roa, recuerda que una de las empleadas de la carrera, Raine Hall, se desplazó a España tras el accidente para conocer a los familiares de los fallecidos. "Para ellos fue muy impactante, se habían hecho muy amigos. Estuvo meses aquí", rememora en conversación con este medio.

Han pasado 38 años, pero recuerda los detalles del momento. El equipo del programa se había ido a Alaska hacía más de dos meses: "Les entusiasmaba ir a rodar. Félix llegaba al colofón, para los últimos días, pero quien estaba allí durante meses era el equipo de fotografía". Para cuando llegó Rodríguez de la Fuente, el equipo de El Hombre y la Tierra ya había grabado kilómetros de metraje.

En una tierra tan inhóspita como Alaska, y especialmente la zona en la que termina la Iditarod, la delegación necesitaba desplazarse en avión. Para ello contaban con Tony Oney y Warren Dobson, dos de los pilotos más experimentados de toda la región. Los buscaron específicamente a ellos. Félix volaba habitualmente con Oney, pero ese día la Cessna que pilotaba había sufrido una ligera pérdida de aceite. El naturalista, que tenía pánico a volar, decidió hacerlo en la otra, el mismo día de su cumpleaños. Ha pasado a la historia que, antes de emprender el viaje, Félix Rodríguez de la Fuente pronunció una frase premonitoria: "Qué lugar más hermoso para morir".

Las avionetas de Dobson y Oney, en la que viajaba el resto de la expedición, partieron desde Unalakleet y volaban juntas cuando se perdió contacto con el aparato en el que se encontraban Félix, Teodoro Roa, Alberto Huéscar y el propio Dobson. Tras perder la referencia, aterrizaron para comprobar la tragedia que ya sospechaban había ocurrido.

En 2010, cuando la hija de Rodríguez de la Fuente viajó a Anchorage, dio por casualidad con el amigo de un hijo de Oney, al que llamó según relató ella misma en su blog. Se encontraba en Los Ángeles, pero le puso en contacto con Raine Hall, la mujer que viajó a España en 1980 para pasar unos meses con las familias de las víctimas.

-Hola Raine. Soy la hija del naturalista que perdió la vida aquí hace 30 años
-¿De Félix Rodríguez de la Fuente?

La casualidad quiso que, en ese preciso instante, Hall se encontrara cenando con la viuda y la hija de Warren Dobson, el piloto que falleció con su padre. Al día siguiente se vieron, las tres, y Sonny Lindner, el primer musher en llegar al accidente con sus perros. Lindner, que en 1979 había quedado tercero en la competición, ese año decidió no terminar la carrera. Posteriormente participó en otras 19 ediciones. Se retiró, a los 64 años de edad, con un quinto puesto en 2014, al mismo tiempo que en Anchorage se deshacían del homenaje al equipo al que ayudó a rescatar de la tundra.