El tríptico que Antoni Tàpies llevó a la III Documenta de Kassel en el año 1964 ha regresado este martes a Cataluña después de 54 años, y lo ha hecho envuelto de expectación y de una cuidada operación a través de una grúa araña que ha ayudado a colocar las obras de gran formato. Las piezas, de 3 por 4 metros que se encontraban dispersas en tres museos diferentes, llegan para formar parte de la exposición 'Antoni Tàpies. Biografia política', que abrirá puertas el jueves 7 de junio.

En declaraciones a Europa Press, el director de la Fundació Antoni Tàpies, Carles Guerra, ha explicado que proceden de los museos Artium de Vitoria, del Louisiana Museum of Modern Art de Dinamarca y de la Fondation Beyeler de Bassel (Suiza). La operación ha obligado a desmontar la puerta principal del centro artístico, así como a colocar una grúa como las que se utilizan para los trabajos de precisión en plantas nucleares, ha remarcado Guerra.

"Mover un Tàpies es como mover un Rembrandt porque son piezas muy delicadas", ha subrayado el director, que ha dicho que la obra llegada de Dinamarca se quedará en las instalaciones de la fundación para su posterior restauración. "El tríptico dejó la capital catalana en 1964 y desde entonces no había vuelto nunca", ha resaltado Guerra, que ha significado que la obra representa un momento en que Tàpies llega a una madurez abstracta máxima.

Se trata de las primeras obras que Tàpies pudo hacer desde la entrada en 1963 al nuevo estudio que José Antonio Coderch hizo al artista matérico en la calle Zaragoza de Barcelona.

Invitación de Arnold Bode

De esta forma, Tàpies respondió a la invitación del director de la feria alemana en ese momento, Arnold Bode, que le animó a hacer obras de gran formato, puesto que estaba previsto adaptar la arquitectura a las piezas artísticas propuestas.

A nivel de pureza formal, de un vacío significativo y de un tamaño también revolucionario, Tàpies trató de eludir la censura franquista y lanzar a la vez un mensaje de radicalidad a través del arte abstracto.