De la noche a la mañana aparecieron las máquinas y arrasaron con todo. No se podía protestar, era lo que había. La gente tampoco sabía qué iban a hacer, no había difusión de medios. Vieron entrar en el pueblo unas máquinas y echaban a la gente a la calle, pero no sabían a qué venían, ni que era para hacer una base, ni nada”. Así cuenta Vanesa Benítez Zamora como llegó la ola de cambio que transformó la ciudad de Rota en los años 50 con la llegada de la base naval americana y que ha reflejado en el documental Rota n’Roll.

Antes de las máquinas llegó el propio dictador. Franco se había presentado poco tiempo atrás. Llegó al pueblo desde Cádiz donde estaba comiendo, con el entonces alcalde, Ramón de Carranza. Se dice que tras perderse por los caminos y tras casi tener un accidente por el mal estado de la carreteras. “Le habían contactado los americanos que querían crear una base en la zona de Cádiz, pero no él sabía exáctamente  dónde. Los americanos creían que allí estaba el punto estratégico que necesitaban para su lucha contra el comunismo”. Los lugareños le condujeron al punto más alto desde donde se divisaba la bahía y el pueblo.

Después de aquella visita fugaz del generalísimo, la vida de Rota cambió para siempre. Las tierras de los agricultores se fueron expropiando por una miseria, según fueron creciendo las necesidades de espacio de la base. En total, una tercera parte de la localidad fue cedida a una potencia extranjera por el Gobierno de Franco para combatir al comunismo.

Pero la base, una vez instalada, se convirtió en una ventana al modo de vida americano al que querían asomarse todos los vecinos. Escuela, zona deportiva equipada, viviendas unifamiliares y el consumismo. Con los 10.000 americanos que podían estar en Rota en la base, llegaron los coches, los electrodomésticos, los Levi´s, las Harleys, los alimentos imposibles en la España empobrecida, el tabaco americano y todo tipo de bienes de consumo. Y el rock n’roll, claro.

“Llegó el rock n’roll en el sentido de que empezaron a pasar muchas cosas en el pueblo, una fue la llegada de la música. En aquella época no había tele y la gente escuchaba la radio. Empezaron a sintonizar una frecuencia que no conocían y se escuchaba música que no se conocía en el país, era la frecuencia de la radio de la base americana. Aquí entonces sólo se escuchaban cosas como Antonio Machín o flamenco, lo que hizo que se creara una cultura musical en la zona de la provincia de Cádiz con muchos grupos, algunos de los cuales todavía se mantienen”, explica la realizadora.

Los vecinos de Rota tenían acceso a discos censurados o que llegaban años más tarde

Los vecinos de Rota tenían acceso a discos censurados o que llegaban años más tarde a otras partes de España, los que se animaban a montar bandas “tenían acceso a música e instrumentos que no había en otra parte en España y que conseguían con sus intercambios con los americanos. Toda esa influencia dio pie a lo que se llamó después el rock andaluz, que viene de cómo afectaron las bases de Rota y Morón”, añade.

Ignacio Díaz Pérez, autor de Historia del Rock Andaluz (Almuzara) también destaca los nuevos aires que llegaron por la radio. “La base tenía una emisora de radio cuyas ondas no entendían de vallas ni de garitas y llegaban hasta las casas de la gente de Rota”, asegura. “Por la base americana de Rota, también por la de Morón e incluso por la de San Pablo, entró en España la música extranjera. En la época del rock progresivo de Jimi Hendrix, de Woodstock, de King Crimson, Pink Floyd y también del LSD”.

Bares, soldados y peleas

La sociedad tradicional de pescadores y agricultores desapareció y la moral imperante en todo el régimen se relajó en Rota para satisfacer a los aliados americanos. La actividad nocturna con bares de alterne pubs y discotecas se concentraba en la Avenida de San Fernando. Una calle a la que las madres vigilantes de la moral de sus chiquillos les prohibían el paso. La ciudad tradicional bajaba por la calle de Calvario y la nueva, la que vivía instalada en el negocio de la base militar, bajaba por la Avenida de San Fernando.

En una época en la que las farmacias no vendían preservativos, en el mercado negro de Rota se conseguían de todos los colores

En una época en la que las farmacias no vendían preservativos, en el mercado negro de Rota se conseguían de todos los colores y el sexo de pago estaba más que consentido por las autoridades. La prostitución era ilegal y para superar las inspecciones las mujeres estaban dadas de alta como manipuladoras de alimentos. Por Rota pasaban muchos soldados que venían de Vietnam y que tenían muchas ganas de pasarlo bien. Cuando la Sexta flota hacía escala en el puerto americano se plantaban de golpe unos 6.000 soldados en las calles de la localidad. En esos casos, a las roteñas se les decía que no salieran de casa.

Vanesa Benítez se empezó a interesar por la historia de Rota cuando conoció a una roteña con una magnífica colección de vinilos de los años 60. “Se los había dado un amigo americano de su padre. Ahí me di cuenta que mi visión de la base no era completa, que no es solo un recinto militar. Rota era un pueblo al que un día llegó una cultura diferente en una época muy distinta a la de hoy con un impacto brutal”.

En el documental se pueden ver historias de roteñas que vivieron años en Estados Unidos y estadounidenses que se casaron con roteñas o que se quedaron a vivir aquí, algunos de ellos crecieron de pequeños en Rota y cuando se fueron a EE.UU sintieron que habían perdido su raíces. “En Rota hay mucha gente con apellidos americano y español porque hubo muchas mujeres que se casaron con americanos.”

Con la muerte del dictador, la base fue perdiendo población y la ciudad, que entre los años 60 y 70 había volcado todo su ser en la base americana, fue recuperando sus tradiciones y labrando una identidad que, sí o sí, está impregnada por la base naval que revolucionó la localidad.

Info sobre salas y pases en la web del documental