La Derbi GPR 75 de su tío hipnotizó a un adolescente Alfonso. Una vez inoculado el veneno, la pasión por las motos abre gas y no deja de acelerar. Ni el deseo de una madre puede perturbar este entusiasmo irrefrenable. Sólo su otra afición, la fotografía, ha conseguido que Alfonso Tamayo salte el guardarraíl y aparque las dos ruedas en favor de la cámara y los objetivos.

Alfonso Sánchez-Miguel Tamayo, conocido como Tamayo, ha explicado a El Independiente sus inicios en lo que ahora es su medio de vida: "Lo hice por placer. Empecé hace siete años con gran curiosidad, como principiante de fotografía. Soy motero desde los 14 años y quería unir mis dos amores". Durante este proceso de aprendizaje y perfeccionamiento, el nombre de Tamayo ganó rápidamente popularidad entre los moteros. "La gente empezó a conocerme y decidí crear una página web para que pudiesen ver las fotos que había hecho el fin de semana".

De pasatiempo a profesión. Antes de encontrar su camino en la fotografía, Tamayo se movía dentro de entornos laborales totalmente diferentes, "mi ocupación habitual siempre ha sido la construcción. Trabajaba en la empresa familiar de mi padre hasta la crisis de 2009, que tuve que dejarlo y pasar por varios empleos". Hace cuatro años que nacía Retratos Tamayo y que Alfonso se convirtió en fotógrafo deportivo, "al principio lo hacía gratis porque estaba aprendiendo, no tenía calidad. Luego puse una tarifa y la gente respondió. A partir de ahí me lo tomé como un trabajo".

Eventos de calle

Las quedadas de moteros por las carreteras y los puertos de España son muy habituales. Los adictos a las dos ruedas recorren cada fin de semana los tramos más serpenteantes de las calzadas en busca de tumbadas y posturas espectaculares. Tamayo va a estos lugares para cazar a sus presas, "ya soy más fotógrafo que motero, antes era al revés pero ahora las fotos son mi trabajo". Alfonso se gana la vida con ello; sin embargo, prefiere el aforo justo para estas concentraciones: "No me gusta promocionar mucho donde voy a estar porque si no lo petas y es hasta peligroso. Intento ser disimulado y no cargar mucho los sitios".

Hoy está Tamayo en la curva... es una de las cantinelas típicas los fines de semana entre aquellos que salen a recorrer kilómetros con su moto por Madrid. El fotógrafo cuenta que "hay gente que va sin saber que yo estaré, pero también los hay que saben más o menos por dónde estoy, aunque me cambie de posición y me esconda".

La masificación de estos eventos no va con Tamayo, que también es monitor en circuitos y conoce los riesgos que conlleva subirse a la motocicleta, "el problema es que, por norma general, algunos ven la cámara e intentan lucirse más de que lo que realmente saben". Para evitar accidentes, Tamayo hace también de "policía". "Si veo que hacer una foto se convierte en peligroso, soy yo mismo el que lo para. Levanto la cámara y hago el gesto de que se acabó y de que no hago más fotos (...) He visto muchas caídas, nada muy grave, pero sí varias fracturas", asegura.

Peticiones de Cádiz a Francia

La situación actual sólo permite a Alfonso desplazarse dentro de la Comunidad de Madrid, aunque su labor es conocida en varios puntos: "En Ávila tengo mucho tirón. También me han llamado para trabajar de Barcelona, Cádiz, Valencia o incluso Francia. Cuando se pueda, intentaré atender todas esas peticiones".

El coronavirus ha desencadenado una reducción de convocatorias de eventos de calle por parte de Tamayo, "ya ha empezado la temporada de circuitos y es lo que más estoy haciendo. Voy habitualmente al Jarama, a Calafat y al de Albacete".

Sus planes van en la línea de su expansión como profesional. "Por ahora no tengo tienda física. Me gustaría abrir un estudio de fotografía en el garaje de mi casa. La idea es trabajar también con motos, pero con un enfoque más artístico", zanja Tamayo, que confiesa que su madre "todavía lo pasa mal" cuando coge la moto para dar un curso como monitor.