Las perlas son de las piezas más valoradas de cualquier joyero. Más accesibles que otras piedras preciosas, han formado parte de los estilismos de madre y abuelas. Durante algunos años parecían haber pasado de moda entre los jóvenes, consideradas como un accesorio de pijas o mujeres mayores. Pero cuando personajes como Harry Styles, Kim Kardashian o Timothée Chalamet resignifican el estilo de las perlas, las tendencias gira a su alrededor. Pero la pregunta es, ¿qué tipos hay en mercado y en qué se diferencian?
La perla se forma de manera natural cuando algún elemento irritante penetra en la ostra u otro molusco y esta no es capaz de expulsarlo. A partir de ese momento el manto del animal comienza a segregar capas de aragonito y conquiolina que formarán el nácar, y que acabara recubriendo el elemento extraño. Cuanto más tiempo permanezca en el interior de la ostra, más capas se depositarán sobre ella.
Al menos, así se forman las perlas naturales que son lo primero en lo que muchos pensamos cuando hablamos de este tipo de gema. Sin embargo, no todas las que existen ni todas las que se crean dentro de ostras, mejillones o almejas tienen ese nombre.
La historia internacional de las perlas de Mallorca
Este jueves, el local de la calle Serrano número 56, donde hasta hace solo unos meses se encontraba la bombonería Santa, ha reabierto sus puertas. Lo ha hecho como la primera tienda en Madrid de la firma de perlas orgánicas Majorica. Una conocida marca que da nombre a un tipo de gema conocido por la mayoría de los españoles, las perlas de Mallorca.
Hechas en Manacor desde 1890, se diseñan y se fabrican en la isla, pero no salen de moluscos. Tal y como explican desde la empresa, fue un inventor alemán llamado Eduard Heusch quien creó la primera patente para fabricar las conocidas como perlas de Mallorca, las de Majorica. Estas son las que ellos mismos identifican como orgánicas, porque no son de plástico, son mucho más asequibles que las naturales y tienen el mismo tacto y brillo que las que vienen del mar.
Las perlas orgánicas de Majorica están hechas de un pequeño núcleo de opalina, que es un material de vidrio opaco e iridiscente, que se recubre con capas de una sustancia protectora y nacarada. Esta se hace con escamas de pescado molidas u otras partículas de animales marinos, lo que le aporta más iridiscencia a la gema. El recubrimiento se repite entre 30 y 40 veces, pero la capas se secan y se pulen individualmente para eliminar imperfecciones. Finalmente se someten a radiación ultravioleta, gases y otras soluciones que evitan que se decoloren.
"Las perlas de ostra son valiosas debido a su rareza", comentan desde Majorica. Pero como no todas las ostras o moluscos las producen, muchos de estos son "desperdiciados". "Las perlas de Mallorca son una opción más respetuosa con el medio ambiente, ya que emulan de forma eficaz la apariencia de las auténticas sin desperdiciar recursos", añaden.
Las perlas cultivadas
Finalmente, las perlas cultivadas son la tercera de las opciones en lo que respecta a estas gemas. Es la alternativa que es más fácil de encontrar en el mercado de estas joyas. Si no se tienen en cuenta, por supuesto, los collares falsos que pueden comprarse en cualquier bazar para un disfraz de los años 20.
Fue el 1896 cuando el japonés Kohichi Mikimoto consigue una patente para producir perlas con un sistema mediante el cual se inserta un núcleo esférico (que se hace con la concha de otro molusco) en la gónada u órgano sexual de la ostra marina. De esta manera, comenzará a producir capas de nácar alrededor de esa esfera, para lo que tardan hasta dos años. Alguna de ellas mueren en el intento y otras expulsan ese núcleo.
Entre las ostras de agua salada hay de diferentes tipos, lo que supone perlas de diferentes tamaños y colores. Por ejemplo, la australiana es la que produce las más grandes, o la strombus gigas, un gasterópodo del Caribe, las forma de color rosa. A comienzos del siglo pasado, los japoneses comenzaron a experimentar con mejillones de agua dulce, lo que dio lugar a las Biwas, que si tienen este nombre es porque se cultivaban en el lago japonés que se llama así.
Las perlas de agua dulce japonesas eran un principio pequeñas, deformes y de superficie arrugada, como si fueran granos de arroz. Ahora a ese tipo de gemas se las llama "barrocas".
¿Cómo distinguirlas?
La primera pista a tener en cuenta sobre las perlas para descubrir si son naturales, cultivadas u orgánicas, o incluso sintéticas, es el precio. Como las primeras surgen de manera espontánea, sin la intervención del hombre, son las más escasas y las más difíciles de encontrar. Por tanto, si no está especificado qué tipo de gema es debería asumirse que no es natural.
Algunos creen que el brillo, el tacto o el peso también son determinantes a la hora de diferenciar las perlas naturales, cultivadas u orgánicas. Pero lo cierto es que no es como uno podría pensar, solo a través de análisis de laboratorio podría determinarse cuál es cuál. O, en último caso, rompiéndolas para ver si tienen un núcleo, pero resultaría contraproducente.
Es posible que las naturales, de hecho, brillen menos o sean más irregulares que las cultivadas. Sobre todo en los últimos años cuando se ha perfeccionado el proceso para que las cultivadas tengan un aspecto más estandarizado.
Pero sin duda las más duraderas son las perlas naturales, a pesar de que cada cierto tiempo haya que limpiarlas con un paño húmedo para que permanezcan como el primer día. Incluso algunas señoras consideran que hay que bañarlas en el agua de mar para que recuperen su brillo.
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