Rebelde, dependiente, perversa, sumisa, letal, casta... La imagen de la mujer ha sido descrita con múltiples calificativos a lo largo de la historia. En el arte del siglo XIX predominó la representación de la femme fatale, que era sinónimo de sexualidad y destrucción, tal y como recoge el Unabridged Oxford Dictionary. Para conocer la percepción de la mujer que tenían los pintores de esta época, en la que se complacía a ellos y degradaba a ellas, es necesario retroceder hasta la primera fémina, labor para la que contaremos con Erika Bornay, autora de Las hijas de Lilith.

Según un pasaje del Antiguo Testamento, Dios entregó a Adán una mujer que, al igual que él, fue creada a partir del polvo de la tierra. Sin embargo, la convivencia entre ambos no fue la que se esperaba. Tal y como publica la Encyclopaedia Judaica, Lilith reivindicó sus derechos ante Adán preguntándole por qué debía estar en una posición inferior a la suya, si era su igual. Adán hacía oídos sordos a estas súplicas y sometía a su compañera a la fuerza, hasta que un día, Lilith se dirigió a la región del aire, donde se unió al gran diablo.

Tras el abandono, Dios compuso a partir de una costilla de Adán a Eva, la nueva y sumisa esposa del primer hombre de la Creación. "Al parecer, Dios se equivocó, puesto que Eva iba a ser más letal para la humanidad que la misma Lilith, al comer del árbol prohibido y tentar a Adán con la manzana", cuenta a El Independiente Erika Bornay, autora de Las hijas de Lilith.

Lilith y Eva tendrán como sucesora a la Virgen María, a quien la Iglesia católica "adora y glorifica", puesto que representa a una mujer carente de sexualidad, que "fue concebida y concibió a su vez sin el pecado, en oposición a Eva" explica Erika Bornay. De ella descienden el común de las mujeres, que pueden considerarse sus hijas. Es aquí cuando se hace una primera distinción entre la imagen perversa, representada por las figuras de Lilith y Eva, y la mujer bondadosa y delicada que ejemplifica la Virgen María.

Erika Bornay muestra en las páginas de su libro, numerosas reproducciones de las creaciones pictóricas de esos autores, quienes modificaron la representación de la mujer en la historia del arte, aunque en vez de reflejar el cambio que suponía la incorporación de esta a la sociedad de finales del siglo XIX, se decantaron por la construcción del mito de la femme fatale. A continuación presentamos una selección de dichas obras:

Las hijas de Lilith

Después de presentar a Lilith, Eva y María, que podrían considerarse las mujeres primigenias de la concepción cristiana, hay que mencionar a las primeras en manifestarse de forma colectiva para luchar por su espacio propio "en una sociedad injusta y patriarcal que les negaba su libertad y derechos", detalla Erika Bornay. Estas mujeres, que salieron a las calles de Reino Unido y Estados Unidos a mediados del siglo XIX, eran las herederas de esa Lilith que desafió al orden establecido plantando cara a su esposo y al mismo Dios.

Imagen: Titania acariciando a Botton, de Henry Fuseli.

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La reacción a la mujer reivindicativa

Estas revueltas, que preocuparon a la "conservadora y también hipócrita sociedad del diecinueve", se tradujeron en una corriente pictórica "misógina" que tenía como eje central el mito de la femme fatale o mujer pecadora y de "una sexualidad destructiva". 

Imagen: Laus Veneris, de Edward Burne-Jones.

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De cómo la ciencia ensombreció la imagen de la mujer

"La responsabilidad médica, en lo que respecta a la sexualidad de la mujer, tuvo una influencia muy negativa, en cuanto a que no fue capaz de proporcionarle una información ilustrativa y sin prejuicios ideológicos, sino que, al contrario, su discurso llegó a coincidir con el represivo eclesiástico", señala Bornay. La autora recuerda, además, la cita de un folleto sanitario del Dr. F. Barker que dice lo siguiente: "Por regla general las mujeres honradas casi nunca desean gratificaciones sexuales para sí mismas. Se entregan a sus maridos solo por complacerles".

Imagen: Pubertad, de Edvard Munch.

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Belleza turbia, inquietante y misteriosa

Los primeros artistas en representar a esa femme fatale que encarna una belleza turbia, inquietante y misteriosa, son los Prerrafaelitas. Prueba de ellos son las imágenes femeninas obra de Dante Gabriel Rosseti, que sirvieron de inspiración en las creaciones de Gustave Moreau, Franz von Lenbach, Edvard Munch y Gustav Klimt, entre otros. "Su universo pictórico se llenó de perversas Liliths, Salomés y Judiths, en el que todas desean asesinar al hombre", expone Bornay.

Imagen: Bocca baciata, de Dante Gabriel Rosseti.

 
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Beltrán Masses y Anglada-Camarasa

Estas mujeres catalogadas como femme fatale que encontramos en la pintura del siglo XIX, eran normalmente pelirrojas y con los labios en forma de corazón. En España hay una corriente similar representada por la figura de Beltrán Masses, cuya obras desprenden erotismo, y Anglada-Camarasa, que recurre igualmente a esta visión de la mujer pecadora.

Imagen: Autorretrato con la familia, de Franz von Lenbach.

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La verdad tras la denigración de las mujeres

En Las hijas de Lilith, Erika Bornay ahonda de manera amplia el porqué de este "prototipo femenino" que presentan los pintores decimonónicos en sus obras. En sus páginas, uno descubre que el motivo de esta campaña denigrante hacia las mujeres se debe al mero hecho de encontrar a un responsable de los males del mundo. Como esa caja que Pandora abrió liberando todas las desgracias habidas y por haber, o esa Eva que mordió una fruta sumiendo a ella y a todos en el caótico mundo real.

Imagen: Bañista veneciana, de Paul Peel.

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