Arte | País Vasco

Esculturas de ingenio, lienzos de descaro

El Museo Guggenheim inaugura una muestra dedicada a artistas que cuestionaron la ortodoxia creativa y apostaron por experimentar y explorar caminos nuevos en materiales y técnicas.

La mayoría no se conocieron. Ni siquiera eran contemporáneos. Tampoco sus estilos se parecían. Su punto de encuentro fue la rebeldía, las ganas de explorar campos nuevos, salirse de los parámetros establecidos. Nuevos materiales, nuevos conceptos y un desmarque de las convenciones estéticas de su tiempo. Les unió el ingenio, el riesgo e incluso el humor en sus apuestas artísticas. Desde ayer todos dialogan, lo hacen a través de sus obras, compartiendo espacios que la ortodoxia no les hubiera asignado y defendiendo los caminos alternativos que decidieron recorrer. El Museo Guggenheim de Bilbao les ha puesto en contacto, a sus cuadros, sus esculturas, a sus desafíos, en la exposición titulada ‘La línea del ingenio’ que desde hoy y hasta el 6 de febrero del próximo año mostrará la pinacoteca bilbaína.

Se trata de obras que pertenecen a la colección del Museo y a las que se suman otras procedentes de préstamos a largo plazo. La comisaria de la muestra, la curator Lekha Hileman, destaca en la selección la selección de técnicas y materiales inusuales que se pueden observar. Distribuidas a lo largo de tres salas, el visitante se encontrará con un primer espacio dedicado al “desafío de la tradición”. En ella sobresalen obras que fueron creadas fuera del contexto tradicional del artista, de su estudio y empleando procesos artísticos poco habituales.

Es el caso de ‘Hichiko Happo’, obra que Yoko Ono creó en el propio Museo Guggenheim de Bilbao durante una performance en la retrospectiva que le dedicó. La artista pintó la frase “Siete fortunas y ocho tesoros” con grafía japonesa sobre nueve lienzos. La tinta sumi negra que empleó goteaba y fluía en cada lienzo evocando la acción y la tradición.    

La figuración

Otra de las piezas es la particular escultura de Alyson Shotz, ‘Objeto para la reflexión’. Conformada por numerosas piezas de aluminio perforado unidas por anillas de acero, simula desde la distancia a una pesada y voluminosa escultura. Al aproximarse, el espectador descubre el aspecto traslúcido de las láminas, el material maleable en el que se convierte y la forma y volumen que adquiere tras ser suspendido desde el techo. La gravedad hace su trabajo: “Es su forma de jugar con el espacio. A la autora le gusta dar forma al espacio, hacer visible lo invisible”, asegura Hileman.

El recorrido por la exposición continúa por una selección sobre los ‘modos de representación’ de este grupo de artistas. Se trata de obras figurativas que ilustran diversas formas en las que los artistas han abordado la figura humana. La experimentación formal y conceptual se percibe en trabajos como los de Georg Baselitz, ‘La señora Lenin y el Ruiseñor’, de 2008. Se trata de una serie de retratos de Lenin y Stalin en grandes, expresivos y coloridos lienzos. En ellos, la misma imagen de los mandatarios soviéticos colocados del revés, alternan tonalidades vivas de color en unos casos, con tonos grises y azules en otros.

Frente a ellos, otra serie de retratos de Alex Katz, ‘Sonrisas’, de 1994, muestra otro camino para la figuración humana: colores planos, poca profundidad, líneas sencillas, fondo negro y rostros coloridos. El objetivo del artista no es describir la personalidad de las modelos que pinta sino ofrecer una reflexión más profunda sobre la naturaleza de la representación y la percepción de las imágenes.

Experimentar con materiales

La tercera de las salas está dedicada a la experimentación en los materiales, en los métodos. Se trata de obras abstractas que emplean materiales poco tradicionales: pintura comercial, cerámica, pizarra, tiza… Se convierten en una llamada a experimentar con los materiales y los métodos para crear arte. La obra de Sigmar Polke es fiel reflejo de ello. En su obra ‘La erección matutina de Kathreiner emplea pintura acrílica, un collage sobre lienzo y textil, madera o pedazos de lienzos descartados.

En otra de las piezas, ‘España’, de Julian Schnabel, los materiales empleados son platos y tazas rotas, bondo –resina de poliéster- y sobre los que pintaba al óleo. La idea estuvo inspirada en los mosaicos de Antonio Gaudí. Una obra de 3,3 metros de alto por casi 6 metros de ancho.

En definitiva, ‘La línea del Ingenio’ supone una revisión de obras que abarcan diversos estilos y movimientos centrados en explorar el ingenio, la experimentación y distintas prácticas distintivas. Obras puestas en diálogo entre si y que demuestran la decisión de sus autores a la hora de elegir materiales y la aplicación de los mismos.   

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