Miembro de la Generación del 27, poeta, abogado, andaluz, premio Nobel de Literatura, amigo de Dámaso Alonso, de Lorca, bisexual. Vicente Aleixandre ha sido explorado hasta la saciedad. Sus versos, sus cartas, sus amigos y sus besos.

Ahora se cumplen 35 años de su fallecimiento, murió el 14 de diciembre de 1984, y volvemos a él no solo por el aniversario sino porque su casa de Madrid por fin se ha convertido en bien de interés cultural. También porque entre los más jóvenes su nombre suena pero no retumba.

Vicente Aleixandre (Sevilla, 1898-Madrid, 1984) nació en el año en el que España perdía sus últimas colonias, en el conocido como el año fatídico que tanto influyó en las generaciones literarias. Al poco tiempo su familia se mudó a Málaga y cuando Aleixandre tuvo edad para estudiar una carrera se fueron a Madrid donde cursó Derecho y Comercio.

Hasta ese momento, poco tenía este andaluz que ver con las letras. Fue en 1917 cuando se topó con Dámaso Alonso. Ambos estaban en Las Navas del Marqués, un pequeño pueblo de Ávila donde veraneaban, y sería éste el que le introduciría en Gustavo Adolfo Bécquer y en Rubén Darío. También en nuevos poetas y escritores que comenzaban a publicar y que Alonso leía con mucho interés.

Comienza Aleixandre a interesarse con fuerza por la poesía y empieza a escribir. De 1920 a 1922 sus días pasan de aula en aula dando clases de Derecho mercantil y entre escritores y poetas visitando la Residencia de Estudiantes.

Es allí donde conoce a la primera mujer con la que se tiene constancia tuvo una relación. Era Margarita Alpers, que estaba casada. El idilio no duró demasiado. También, a principios de los años 20, enfermó de tuberculosis. A Aleixandre le tuvieron que extirpar un riñón y fue durante el postoperatorio cuando escribió algunos de los poemas que le hicieron conocido.

En 1926 aparecieron en revistas culturales con mucho prestigio, como Revista de Occidente. Estas publicaciones le abrieron la puerta a otros jóvenes poetas como Luis Cernuda o Federico García Lorca. Le metieron en la Generación del 27.

Fue Aleixandre uno de los pocos de aquella hornada que pudo quedarse en España cuando estalló la Guerra Civil. Se quedó aquí, continúo escribiendo, publicando poemas. Se enamoró de hombres y de mujeres, incluso cuentan, lo hace Luis Antonio Villena en un artículo de El Mundo, que fue "bisexual hasta los 28 años y homosexual desde entonces".

Su casa, la de Madrid, se convirtió en el centro literario de la ciudad

En 1949 fue elegido miembro de la Real Academia Española y uso aquel cargo como escudo para ayudar a poetas más jóvenes. Dicen que su casa, la de Madrid, se convirtió en el centro literario de la ciudad. Allí acudían todos a tertulias y lecturas, se juntaban amigos, desconocidos, todo el que quería a la literatura y al que la literatura quería.

Aleixandre, entre tanto, seguía escribiendo. Solo poesía, incluso cuando probaba con la prosa. Adicto, hechizado, estaba influido por todos e influenciaba a la mayoría. En 1977 le llegó el Premio Nobel, la Academia Sueca premió “una obra poética innovadora que ilustra la condición del hombre en el cosmos y en la sociedad actual, a la par que representa la gran renovación de las tradiciones de la poesía española en la época de entreguerras”. 

No sólo le premiaban a él, reconocían a toda una generación en la que sus miembros se habían tenido que desperdigar por Europa y Latinoamérica, habían muerto o habían sido olvidados. Murió en 1984, con Rubén Darío, Antonio Machado o Juan Ramón Jiménez en sus versos. Murió habiendo criticado que a Lorca no se leyese como era, homosexual, y dejando una obra que sirvió a las generaciones futuras como Biblia.

“La gloria no es el premio, no es el homenaje, no es el ruido. La verdadera gloria del poeta es que después de muerto, todavía su voz resuene en algunos corazones afines, que después de muerto no sea un libro cerrado sino que palpite, se oiga y se repita", aseguró.