Gloria Fuertes (Madrid, 28 de julio de 1917- Madrid, 27 de noviembre de 1998) vivió sus primeros años en la calle de la Espada, del castizo barrio de Lavapiés, en el seno de una familia humilde. A los 14 años, su madre la matriculó en el Instituto de Educación Profesional de la Mujer en la calle Pinar, donde obtuvo diplomas de Taquigrafía y Mecanografía, así como en Higiene y Puericultura. Sin embargo, ella no quería ser ni niñera, ni modista, como su madre, y se matriculó en Gramática y Literatura, decisión que su familia no comprendió.

En 1940-1945 se estrenaron diversas obras suyas de teatro infantil y poemas escenificados en varios teatros de Madrid. En 1947 obtuvo el Primer Premio de Letras para canciones de Radio Nacional de España. Dos años después vio la luz su libro Canciones para niños y, en 1950, publica Pirulí (Versos para párvulos) y organizó la primera Biblioteca Infantil ambulante por pequeños pueblos, llevando libros adonde estos no llegan por falta de dinero o por el analfabetismo que todavía existía en España. Entre 1961 y 1963, Gloria vivió en Estados Unidos al obtener una beca Fullbright de Literatura Española, donde impartió clases en las universidades de Bucknell, Mary Baldwin y Bryn Mawr. Conseguiría posteriormente una Beca March para Literatura Infantil, que le permitió dedicarse de lleno a la literatura.

Su libro Cangura para todo fue galardonado con el diploma de Honor del Premio Internacional de Literatura Infantil Hans Christian Andersen, lo que la situó entre los grandes autores universales de literatura infantil. Durante la década de los setenta, Gloria colaboró en la revista de humor La Codorniz, fundada por Miguel Mihura y en la revista Discóbolo. En la década de los ochenta se dedicó a numerosas actividades: lecturas, presentaciones, radio, entrevistas, periódicos, visitas a colegios, pregones, viajes, TV, homenajes… siempre cerca de los niños; publicando continuamente, tanto poesía infantil como de adultos.

Con motivo de su 103 cumpleaños, recopilamos cinco poemas de Gloria Fuertes.

Yo en un monte de olivos

Como un volcán dormido de mentira
-parezco al parecer tan descansada-.
Un ocio agotador que así me enciende,
Brotan de mi costado las palabras.
Sudo tinta y tengo sed, sed tengo,
Mucha sed de manos enlazadas.
Por la punta del monte de mis senos
Por la punta del lápiz va la lava.

Va balada a tus pies o bien protesta,
En una piedra al sol, arrodillada
Y la pasión del hombre se me representa:
Veo celdas con rejas, hospitales sin camas,
Sabios con atómicas, analfabetos con ayuda de cámara,
Viudas con marido, casos sin casa,
Niños crueles, perras apedreadas,
La traición de un amigo, la destrucción de un alma.
¡No puedo más!… Me levanto y dicen:

-Ahí va Gloria la vaga.
-Ahí va la loca de los versos, dicen,
la que nunca hace nada.

Soy alegre

Soy alegre y afable en el invierno,
en el verano piso por la playa,
en el otoño pliso los visillos,
estoy como una cabra en primavera.

La ciudad me da asco.
No así el río.
Los ojos mudos de los hombres pasan.
Sólo se cose a mí este silencio
que disfruto cuando las bestias duermen.

Soy más bien buen carácter,
y nadie dice
que desde que nací yo duermo sola.

Desde que nací en los diarios siempre viene un parte de guerra

No sé por qué… recuerdo,
que hace años por la noche,
yo rezaba un padrenuestro
para no soñar cosas de miedo.
Después cuando la guerra,
rezaba para que no sonara la sirena…
Después seguí rezando
para que no nos detuvieran;
luego, para que Equis me quisiera;
para que mi análisis no diera leucemia,
para que se acaben los líos de fronteras,
para que este país… y vuelta y vuelta.
(Desde que nací en los diarios siempre viene un parte de guerra.)
Variando la retahíla,
mezclando personales peticiones con otras peliagudas y extranjeras,
(que si este amor que si la paz que si la pena)
sigo y sigo pidiendo con la fe de una pieza.
Temo tener a Dios cansado de monserga.

Ya ves qué tontería

Ya ves qué tontería,
me gusta escribir tu nombre,
llenar papeles con tu nombre,
llenar el aire con tu nombre;
decir a los niños tu nombre,
escribir a mi padre muerto
y contarle que te llamas así.
Me creo que siempre que lo digo me oyes.
Me creo que da buena suerte.
Voy por las calles tan contenta
y no llevo encima más que tu nombre.

Parejas

Cada abeja con su pareja.
Cada pato con su pata.

Cada loco con su tema.
Cada tomo con su tapa.

Cada tipo con su tipa.
Cada pito con su flauta.

Cada foco con su foca.
Cada plato con su taza.

Cada río con su ría.
Cada gato con su gata.

Cada lluvia con su nube.

Cada nube con su agua.
Cada niño con su niña.

Cada piñón con su piña.
Cada noche con su alba.