Sobre el chapapote del Prestige que en el invierno de 2002 tiñó de negro el mar gallego, nació una red. Estaba zurcida precisamente por aquellas que, durante generaciones, se habían cuarteado las manos enhebrando, tejiendo y reparando las redes de pesca. Invisibles y mal pagadas, las “redeiras” reivindican ahora un gremio hilado por horas de trabajo en un documental que recorre cerca de dos décadas de lucha colectiva por sus derechos.
En 2003 se reconocieron ayudas para todo el sector salvo para las redeiras
Verónica Veres, presidenta de la Federación Galega de Redeiras Artesás O Peirao
“Todo comenzó con el accidente del Prestige”, admite en conversación con El Independiente Verónica Veres, presidenta de la Federación Galega de Redeiras Artesás O Peirao, la unión que litiga hoy con las administraciones para reclamar su lugar entre las gentes del mar. “Entonces se reconocieron ayudas para todo el sector excepto para las redeiras. Fue cuando decidieron unirse y hacer valer que se reconociese su profesión y que éramos también damnificadas”, evoca.
Verónica es una de las protagonistas de “Redeiras”, un corto documental producido por Doha Debates, una organización qatarí que promueve a nivel global diálogos sobre los retos de la humanidad, entre ellos, la igualdad de género. “La suya es una lucha feminista que merecía ser contada. El documental nos parecía un buen formato para reivindicar los derechos laborales que por el hecho de ser mujeres se les estaban negando en un sector tan masculinizado y machista como el de la pesca”, explica a este diario Edu Marín, integrante de Muzungu Producciones y director del documental, presentado este sábado en la lonja de Malpica de Bergantiños (La Coruña).
Un oficio invisible
A lo largo de 13 minutos, que este diario ofrece íntegramente a sus lectores por cortesía de Doha Debates, “Redeiras” examina las costuras de una labor que durante décadas estuvo relegada a la sombra. “No se consideraba una profesión porque las mujeres igual que realizaban el trabajo de casa también hacían lo necesario para preparar el barco”, indica Veres, curtida por un lustro al frente de la federación que representa a las 490 rederas gallegas. En toda España, sobreviven unas 600, siempre con la aguja en la mano.
La suya es una lucha feminista que merecía ser contada. Reivindican los derechos laborales que por el hecho de ser mujeres se niegan en un sector tan masculinizado y machista como el de la pesca
Edu Marín, integrante de Muzungu Producciones y director del documental
“Hace algún tiempo se intentó llevar la producción de redes a Taiwán pero venían pegadas y no funcionó. La competencia de una máquina no nos da miedo”, relata Veres. Grabado a principios de 2020, una semana antes de la declaración del estado de Alarma que congeló la actividad, el documental sigue a las rederas entre los enclaves gallegos de Malpica de Bergantiños, Cangas de Morrazo y Cariño. “Hay un coprotagonismo entre Verónica y Pilar, una redera que lleva toda la vida con una tradición familiar muy fuerte y que quiere que sus hijos puedan tener un sector de la pesca más justo”, detalla Marín.
El relevo generacional pendiente
Una de las inquietudes que exhibe “Redeiras” es el porvenir del oficio. “Lo venimos reclamando desde hace años porque todo el mundo piensa que si haces un curso de tres meses ya eres una profesional y no es para nada así” replica Veres. “Si las que están se jubilan y pasará en breve porque la edad media es de 55 años, el relevo no estará bien preparado”, advierte el rostro de un colectivo que se siente ignorado por el poder político.
"Toda mi familia, mi abuela...eran rederas. Yo he sido redera desde los 15 años. He desempeñado esta profesión durante 36 años. Para mí, ser redera es un orgullo. Es una herencia familia. Es mi cultura"
María del Pilar Nogueira González
“Tuvimos varias reuniones con el ministerio antes de la pandemia. La verdad es que en el primer encuentro ni siquiera se molestaron en leer quiénes eramos. No se habían preparado absolutamente nada. Te sientes insultada”, confiesa Veres. “Pensaron que nos iban a atender cinco minutos y que nos despacharían luego. Fue cuando se dieron cuenta de que tenían que tenernos en cuenta y que podíamos dar mucha guerra. En otras reuniones intentaron hacernos de menos y amenazaron con quitarnos ventajas”, agrega. “No nos atemoriza porque, cuando no tienes nada que perder, tampoco puedes perder nada”.
“Las redeiras no solo buscamos igualdad, buscamos equidad”, indica Veres. “Hasta ahora ha sido una profesión completamente escondida y buscamos tener los mismos derechos que el resto del sector”. Desde que surgieran las primeras redes, el esfuerzo ha ido cosechando conquistas. “Algunas pequeñas y otras grandes”, confirma la presidenta. “Se consiguió que se reconociese como profesión, que hasta hace poco no era así. Tiene ya su epígrafe en Hacienda y te puedes dar de alta como redera. Logramos que se hiciesen cursos para que fuéramos nosotras quienes formásemos a nuevas rederas y también examinarlas”.
"Hasta ahora ha sido una profesión completamente escondida y buscamos tener los mismos derechos que el resto del sector"
Verónica Veres, presidenta de la Federación Galega de Redeiras Artesás O Peirao
“Se dieron pequeños y grandes pasos pero aún falta muchísimo por hacer. Aún no tenemos todas las enfermedades laborales reconocidas ni estamos en la ley de pesca ni tenemos coeficiente reductor para la jubilación anticipada y tampoco tenemos un ciclo formativo, el único que falta en el sector del mar”, explica Veres, empeñada en arrojar luz sobre un oficio imprescindible pero escasamente conocido.
Ignoradas en Madrid
El documental -que cuenta con la colaboración de la presentadora gallega Paula Vázquez, poniendo voz al mar- muestra el viaje de un grupo de rederas encabezadas por Veres a Madrid. “Entendimos que lo que deberíamos hacer es ir a enseñar nuestro trabajo. Nos plantamos en Madrid con todo el material y las redes. Fuimos mariscadoras y redeiras. Y nos pusimos a trabajar en plena calle. La gente tuvo mucho interés en acercarse y preguntar qué hacíamos porque ni viéndolo se hacían una idea de quienes éramos”, rememora la presidente. La pandemia, como en tantos otros sectores, ha congelado los avances.
Veres desliza que el principal ingrediente para una buena redeira es “la psicomotrocidad fina”. “Hay que tener ganas, paciencia y fijarse mucho. El misterio está en que, sobre todo, en cerco hay que aprender a hacer planos porque hay que montarlo desde cero. Hay que ponerle interés y trabajar mucho e ir aprendiendo de situaciones nuevas según se vayan presentando”, comenta. Con el mismo amor por el oficio con el que Tania Trigo, una compañera de fatigas, describe en verso su quehacer: “Si faltara la red, si faltase la red./ Un mar sin sal, un océano sin pescado...”.
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