Todavía se respiraba olor a pintura fresca. Las paredes deslumbraban un color blanco puro y las voces se percibían como un sonido lejano. Algunos de los allí presentes hablaban del olor clásico del arte, y otros, del privilegio del silencio para ser testigo de una arquitectura recién hecha.
Coincidiendo con la celebración del tercer centenario del nacimiento del arquitecto Francesco Sabatini, (1721-1797), que participó en la construcción del antiguo hospital general, luego convertido en Centro de Arte y posteriormente en Museo, el Reina Sofia levantó este viernes el telón de una veintena de salas expositivas que acogerán próximamente buena parte de las obras que conforman la parte más actual y contemporánea de su nueva colección.
El nuevo espacio, que añade una superficie de dos mil metros cuadrados al centro de arte, afecta fundamentalmente a la planta 0 del Edificio de Sabatini, del que se ha recuperado el alzado original de la fachada del edificio, rescatado los huecos históricos e instalado las verjas originales del siglo XVIII, así como continuado con el desarrollo de las bóvedas históricas del interior de los espacios expositivos que caracterizan al museo: «Uno de los principales objetivos a la hora de abordar este singular proyecto ha sido poner en valor el patrimonio arquitectónico del Reina Sofía. Este proyecto es una síntesis de estos 300 años de historia de intervenciones arquitectónicas en los inmuebles del Museo. La nueva estructura también contribuye a poner en valor la plaza de Nouvel y recuperar parte de los planes iniciales del proyecto original de la ampliación. Con esta operación también se ha recuperado una de las puertas originales de acceso al antiguo hospital, que llevaba más de 3 décadas tapiada», señala el arquitecto Rafael Hernández para El Independiente.
Los trabajos de reestructuración y acondicionamiento del Museo, que comenzaron hace dos años, pasan también por facilitar la comunicación entre los edificios de Sabatini y Nouvel a un nuevo punto de conexión entre ambos: «El objetivo prioritario a la hora de poner en marcha el proyecto fue poner en diálogo directo los dos edificios que componen el Museo, ya que hasta la fecha no existía ninguna conexión en esa planta entre los dos inmuebles».
Durante la obra se han demolido más de 25 muros de carga, retirado más de 200 m3 de escombros y realizado más de 150 toneladas de hormigón. Todo, con el Museo en plena actividad y el hándicap de una pandemia: «Ha sido un reto constructivo y de tremenda singularidad. Es muy difícil encontrar otro ejemplo de obras de esta envergadura conviviendo con un edificio abierto y a pleno rendimiento. Y a esto hay que sumar que la pandemia, Filomena y la crisis mundial de suministros han coincidido en el tiempo durante el desarrollo de los trabajos. El inicio de estos se vio afectado en la primavera de 2020 por el comienzo de la pandemia, lo que implicó una modificación del contrato de obras para poder adaptarla a la nueva realidad derivada de la situación epidemiológica. Se desarrolló así una obra 'encapsulada', aislada completamente del resto del Museo, en la que se extremaron al máximo todos los protocolos de seguridad. La crisis mundial de suministros, que ha retrasado significativamente en algunos casos la entrega de materiales, o la llegada de la gran nevada en Madrid, en enero de 2020 también han coincidido en el tiempo en el desarrollo de los trabajos, pero pese a todo, con gran esfuerzo y dedicación de todas las partes implicadas, se ha conseguido superar estas situaciones inesperadas y mantener las fechas previstas del calendario de trabajo», señala Manuel Borja-Villel, director del Museo.
Las obras han tenido un coste de 1,7 millones de euros cuya financiación ha contado con el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana en convenio de colaboración con el Museo Reina Sofía.
De hospital general a Museo Nacional
Hace 300 años comenzó la construcción del edificio Sabatini que ahora ha sido remodelado. Primero fue el Hospital de Caridad de Madrid y después el Centro de Arte Moderno Reina Sofía, anticipo de lo que sería el actual museo nacional.
El arranque del Hospital de San Carlos, actual sede del Museo Reina Sofía, se produjo bajo el reinado de Felipe II, que en el siglo XVI centraliza en este lugar todos los hospitales que se encontraban dispersos a lo largo de la ciudad. Más tarde, a mediados del siglo XVIII, Fernando VI decide construir un nuevo hospital, donde participaron arquitectos tan importantes como José Hermosilla, Juan de Villanueva o Francesco Sabatini, el italiano ilustrado encargado de su construcción que desarrolló la mayor parte de su trayectoria profesional en España y al servicio de la Casa Real.
A lo largo de la historia especialmente en el siglo XVIII y después de la invasión francesa, la decadencia del hospital llevó a que casi desapareciera. A partir de entonces, en abril de 1986, se abrió el Centro de Arte Reina Sofía, utilizando las plantas 1 y 2 del antiguo hospital como salas de exposiciones temporales. El edificio comenzó a albergar las actividades expositivas de centro de arte para, pocos años después, en 1990, convertirse en el actual Museo.
La apertura del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía supuso la creación de un museo de arte moderno y contemporáneo en España de nivel internacional, aunque no han sido pocos los avatares sufridos por el edificio hasta alcanzar tal fin.
Reordenación de su colección permanente
Buscaba el cambio, nuevos relatos para nuevas realidades. Y de ahí la reordenación integral de su colección, que culminará este otoño con la presentación de los Episodios IV, V y VI.
Tras más de una década de investigación y con la incorporación de cientos de obras a través de donaciones, depósitos y compras, el Museo Reina Sofia presentó el pasado mes de mayo la «remodelación total» de una colección permanente que irá conociéndose por episodios y culminará el próximo mes de noviembre. Este nuevo relato del museo, contará con un conjunto formado por alrededor de 2000 obras de las que un 70% no han sido mostradas antes: «Un museo no es un repositorio ni un almacén, sino un sitio que tiene que dar herramientas a la gente para que entiendan donde están. Como institución, es casi una obligación moral. Se han ido haciendo cambios, aunque este proyecto se cristalizó durante la pandemia. Los museos tienen mucho de monumento y tienen que dar herramientas para que la gente entienda su tiempo», ha explicado el director del Reina Sofía, que ha adelantado además, que el resultado final también será el de «retroalimentación con todo lo que ha ocurrido en el museo en los últimos años», con piezas de artistas como Richard Hamilton o Dorothea Tanning.
Por el momento, y hasta finalizar las obras, el Museo enseña un núcleo de la Colección, ubicado en la cuarta planta del edificio Sabatini bajo el título Nos ven: de la modernidad al desarrollismo, y a ésta se sumarán otras como la de Michael Schmidt. Fotografías 1965-2014, Pedro G. Romero. Máquinas de trovar, que se celebrará del 3 de noviembre al 28 de marzo de 2022; Belkis Ayón. Colografías, del 17 de noviembre al 18 de abril del año próximo; y Kidlat Tahimik. Magallanes, Marylin, Mickev y Fray Dámaso. 500 años de conquistadores RockStar, el próximo otoño en el Palacio de Cristal.
Este cambio radical se ampliará hasta el siglo XXI -ahora acaba en los años ochenta del XX- e incluirá temas como la arquitectura, una mirada a Latinoamérica, el ecofemenismo, el exilio, la era de Trump en la presidencia de Estados Unidos o la pandemia del coronavirus.
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