La única de las siete maravillas del mundo antiguo que queda en pie amanecía enmarcada por las mismas manos que en 2017 emergieron del canal de Venecia intentando apuntalar los edificios sobre el agua. Por aquel entonces eran las de un niño que gritaba auxilio por el cambio climático y ahora son las de un hombre y una mujer las que lo hacen en un anhelo del abrazo «mientras el mundo se unía bajo un solo paraguas» llamado pandemia: «Con la pandemia del coronavirus perdimos una parte esencial de lo que nos hace humanos. La pandemia nos ha robado el contacto físico y humano, tocarnos, besarnos, abrazarnos y trabajar juntos en algo. He perseguido esta idea en mi obra, y de ahí su nombre, Together, con la que busco representar ese viaje emocional humano atemporal en el lugar de la tierra donde el tiempo se ha vuelto relativo, como un testimonio que nos anima a vivir el momento», explica Lorenzo Quinn, el escultor de la obra que ocupa desde el pasado 23 de octubre la meseta desértica de las pirámides de Guiza, en palabras para El Independiente.

Las manos de Quinn, artista italiano afincado desde hace veinticinco años en nuestro país e hijo del famoso actor mexicano-estadounidense Anthony Quinn y su segunda esposa, la diseñadora de moda, Jolanda Addolori, forman parte de Forever Is Now, la primera exposición de arte contemporáneo e Internacional en las archiconocidas pirámides de Guiza, que, organizada por Art D’Égypte junto al Ministerio egipcio de Antigüedades y Turismo, el Ministerio egipcio de Asuntos Exteriores y el patrocinio de la UNESCO, tendrá lugar hasta el próximo 20 de noviembre: «Las pirámides tienen una larga e ilustre historia de un tipo extraordinario que ha fascinado e inspirado a artistas de todo el mundo», señaló Nadine Abdel Ghaffar, fundadora de Art D’Égypte en la inauguración de la exposición. «Estoy encantada de compartir lo que será un encuentro inolvidable con la unión de arte, historia y patrimonio. Forever is Now tiene como objetivo reflejar la profunda influencia global del antiguo Egipto y aprovechar la inclusividad constante de las prácticas culturales de nuestro tiempo que llevan a cabo artistas contemporáneos», agregó.

«Las pirámides tienen una larga e ilustre historia que ha fascinado e inspirado a artistas de todo el mundo»

Las manos a nivel universal y cultural no son ofensivas, un desnudo humano sí, y en Egipto era impensable"

Lorenzo Quinn

Así, en una fusión de la herencia y el arte en la más antigua y la última que queda de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, la obra de Lorenzo está hecha de una malla de red de acero inoxidable que pretende hacerla «respetuosa con las pirámides» y un lenguaje que dice ser «universal»: «Trabajar con unas manos me hace trabajar en un idioma que es universal. En mi trayectoria he trabajado siempre con la figura humana entera y al desnudo, pero hacer una escultura de esas características frente a las Pirámides de Guiza y en Egipto, era impensable. Cuando trabajas en una obra pública lo haces pensando en que todo el mundo capte el mensaje y significado. Las manos comunican. Hay gestos que se entienden fácilmente sin necesidad de más. Son gestos. En cuanto al material, normalmente trabajo con esculturas sólidas, pero para esta obra no era posible. Tenía una maravilla a la que no podía robar protagonismo, porque las pirámides no necesitan de mí, pero yo sí de ellas. La posición de las manos tocándose de esa forma no es casualidad, también parecen una pirámide, y se dirigen al cielo en honor al Dios Ra, el dios del Sol y del origen de la mitología egipcia», asevera Quinn.

La obra del escultor Lorenzo Quinn en el marco de la exposición de Art D'Egypte en la meseta de las pirámides de Guiza. Imagen cedida por Lorenzo Quinn

Forever Is Now cuenta, además de con la obra de Lorenzo, con la de la estadounidense Gisela Colón, el ruso Alexander Ponomarez, el brasileño Joao Trevisan, o el pintor, escultor y artista multimedia egipcio, auto-proclamado activista cultural, Moataz Nasr, entre otros, y ha recibido hasta el momento más de 20.000 visitas diarias.

Las otras manos de Lorenzo Quinn

Lo de Lorenzo Quinn con las manos, lejos de ser una obsesión por el lenguaje universal, ha sido también un grito de denuncia en más de una, dos y hasta tres ocasiones. Y es que pese a que sus manos más famosas son las que ocupan la «ciudad donde el arte flota», que pretendían sensibilizar a la población sobre los efectos destructivos del cambio climático, y ahora las que ocupan las arenas de Guiza, ha habido otras. Como A Dangerous Game, la obra de un niño lanzando un cohete en el barrio de Wynwood, en Miami, como si se tratara de un dardo hacia la pared al otro lado de la calle que tiene pintado el símbolo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), o Stop Playing, que refleja la esencia de un mundo tan constructivo como autodestructor en forma de dos grandes manos que sujetan una honda: «A Dangerous Game denuncia la irresponsabilidad de los líderes mundiales que están jugando con los misiles y acabando con la unidad global», expresó el escultor en 2017 tras presentar la obra. «Hay que actuar de una forma responsable, estamos actuando como niños».

Imagen de archivo de A Dangerous Game.

Parecido es el sentido de La fuerza de la naturaleza, una serie de esculturas del artista italiano que representan a la madre naturaleza como una mujer lanzando el planeta como si del lanzamiento de martillo se tratase. La esculturas son muy simbólicas, y pretenden recordar a los seres humanos que viven «con una falsa sensación de seguridad» de la fuerza de la naturaleza, y que esta podría despertar su furia en cualquier momento.