Confesó estar obsesionado con la pastilla de jabón con aroma a limón, el cementerio de Glasnevin, el Cabaret Punk o el Byrne’s Pub de Duke Street, los sándwiches de gorgonzola y el vino Borgoña, y aquella playa cubierta de conchas «que solo Gilles Aillaud podía interpretar». El antihéroe de Ulises y aquello de «ya que no podemos cambiar de país, cambiemos de tema», fue la metáfora y el tema idóneo con el que Eduardo Arroyo (Madrid, 1937) logró narrar su propia experiencia artística que, vinculada al pop art y de estilo figurativo, cumple ahora con su deseo póstumo: ver sus dibujos en la obra que «le salvó la vida».

Y es que insigne de la pintura española, Eduardo Arroyo, fraguó en vida alrededor de 130 ilustraciones en color y 200 en blanco y negro sobre la que es considerada como una de las mejores novelas de la literatura en inglés del siglo XX. Lo hizo entre 1989 y 1990 mientras convalecía de una peritonitis en París que a punto estuvo de acabar con su vida, e inicialmente, como parte de un proyecto para conmemorar un año después, en 1991, el cincuenta aniversario de la muerte del escritor irlandés, James Joyce: «Estaba obsesionado con eso, completamente obsesionado. Pasé veinte años de mi vida a su lado y solo puedo decir que Eduardo tenía una cabeza extraordinaria», confiesa la viuda del pintor, Isabel Azcárate.

Pero la oposición de la familia del escritor, que argumentó que Joyce no quería que la novela se ilustrara, impidió entonces que vieran la luz. Su publicación ahora de la mano de Galaxia Gutenberg y con traducción de José Salas Subirat, coincidirá con el centenario de la primera edición de la obra en París y cumplirá con el deseo del pintor que «llegó a ver maquetado un tercio del libro, aproximadamente, se fue con la idea de que el deseo se iba a hacer realidad», explica Joan Tarrida, responsable de la editorial y amigo del artista que logró una simbiosis ideal entre pintura y literatura, y que reproduce, con una variedad de técnicas pictóricas, las diferentes formas narrativas del autor irlandés: «Lo que ha hecho Eduardo Arroyo con Ulises pocos artistas lo han hecho con cualquier clásico de la literatura. Sin duda, es una de las obras más importantes en la ilustración de los clásicos contemporáneos de las últimas décadas en todo el mundo, porque no hay muchos artistas que se hayan acercado con esta profundidad».

En este trabajo, «está todo Eduardo Arroyo»: la ironía, la ternura, la tragedia y la comedia en unas ilustraciones que representan los múltiples personajes, situaciones, animales que componen la novela, señala el editor, quien además anuncia que la editorial neoyorkina Other Press se suma también a la conmemoración con una edición de la novela en inglés.

Actualmente, las obras de Arroyo cuelgan en los más reputados museos de arte moderno españoles y extranjeros, y su creatividad se extiende a las escenografías teatrales y las ediciones ilustradas.

'Ulises', la joya literaria que se consideró inmoral

Consiguió mantener ocupados a los críticos durante 300 años y su obra fue el escándalo editorial que Virginia Wolf se negó a publicar y que La Sociedad para la Supresión del Vicio de Nueva York consideró inmoral y pornográfica: «He escrito el Ulises para tener ocupados a los críticos durante 300 años», llegó a afirmar el aclamado escritor, James Joyce.

La obra más emblemática del irlandés empezó a escribirse en 1906, cuando el escritor trabajaba para un banco de Roma. En 1918, la revista estadounidense The Little Review empezó a publicarla por entregas, aunque muy pronto pararon su publicación por considerar que se trababa de una novela que, construida sobre referencias, a veces muy humorísticas, era amoral, obscena, escéptica hacia la religión y las tradiciones, y con una acción trivial que condenaba su vanguardismo apolítico dirigido a una minoría privilegiada. No fue hasta 1922, cuando la conocida editora norteamericana Sylvia Beach, publicó la obra de Joyce en París. Ulises se publicaría en Estados Unidos en 1934, dos años antes que en Inglaterra.

A pesar de la censura y de la controversia suscitada, Ulises se convirtió, con el transcurso de los años, en obra canónica de la literatura inglesa y universal por su experimentación narrativa, que va desde la épica griega, el drama shakesperiano, y hasta la prosa medieval.