De padre francés y madre española, André Ricard (Barcelona, 1929) pasó su infancia jugando a ser inventor, aunque no lo sabría hasta más adelante. Como él recuerda en el documental que lleva su nombre y que está dirigido por Poldo Pomés y escrito por Xavier Mas de Xaxàs; durante su niñez en el Valle de Arán no había electricidad hasta las seis de la tarde por lo que no les quedaba otra opción que imaginar. "Teníamos que divertirnos inventando cosas, hacíamos carritos con troncos y usamos para los fresnos algo de metal. No teníamos televisión ni nada parecido", recordaba. También que fue allí cuando empezó a observar el mundo y buscar una manera más fácil, más sencilla, de llevar a cabo ciertas tareas diarias. "Sí, inventar un mundo mejor es la razón de ser de un buen diseñador", diría años más tarde.

Porque tras pasar la niñez y la adolescencia imaginando dio con una buena profesora de dibujo en el Liceo Francés de Barcelona al que acudía cada día a estudiar y que le dio la oportunidad de seguir aprendiendo por las tardes en una academia que ella misma regentaba y donde recibió la influencia de la Bauhaus, ahora en primera plana de la política porque Vox quiere cancelar su modelo arquitectónico.

"Comprendí que había gente que trabaja en esto, me enteré de que existía la profesión de diseñador"

ANDRÉ RICARD

Tras acabar el bachillerato francés en Burdeos se fue de prácticas por Europa, pasando por Suiza e Inglaterra donde mientras trabajaba en una empresa de viajes vio lo mal que habían colocado su escaparate y les propuso diseñar uno más armonioso. Le quedó tan bien, que el director de la empresa le pidió en 1951 que diseñara sus stands para la British Industries Fair y fue allí donde empezó a descubrir lo que era el diseño y que podría ser su profesión. "Comprendí que había gente que trabaja en esto, me enteré de que existía", asegura también en este documental. Casi ocho años más tarde, tras casi una década de trabajo, creó su propio estudio y empezó con sus primeros diseños oficiales.

Documental de André Ricard, dirigido por Poldo Pomés y escrito por Xavier Mas de Xaxàs.

Objetos de los que seguramente encuentre alguno en su casa, como la lavadora Jalitan, sus famosas pinza de hielo o el cenicero Copenhague que creó en 1965, que cómo comentaría a RTVE, se le ocurrió porque "los ceniceros eran como unos platos". "Yo fumaba, como mucha gente lo hacía entonces. Se abría una puerta y toda la ceniza se repartía por la mesa de dibujo en la que yo trabajaba. Me parecía lógico que fuera profundo, lo que pasa que la profundidad exigía que para apagar un cigarrillo tenías que encontrar un sitio donde hacer emerger ese cilindro central", aseguró. Para Ricard, la belleza está totalmente relacionada con la funcionalidad, es decir, si un invento es inútil jamás podrá ser bello. Y su cenicero triunfó por su belleza.

"La gran satisfacción de un diseñador es que su obra perdure, porque quien elige lo que perdura o no es la gente, no el diseñador”, aseguró durante la presentación de su documental, tal y como recogió La Vanguardia, en el que repasaron su historia y la importancia que ha tenido su figura en el diseño español.

Porque no sólo fueron los ceniceros o las pinzas, Ricard creó una serie de objetos funcionales que han cambiado nuestra manera de realizar muchas actividades. La "ética y estética de la utilidad", como él la define, le llevó a imaginar el frasco de colonia de Agua Brava, un Tupperware para Tatay, los envases de Norit o la lámpara de mesa Tatu en los 60, que solo da luz a la persona que está leyendo en la cama y deja descansar al de lado. "Se me ocurrió porque mi mujer leía mucho y no me dejaba descansar", aseguraría. Y le debía pasar a mucha gente porque se convirtió en un icono del pop-art en Europa. 

También, la antorcha para los juegos olímpicos de Barcelona 92, el grifo Concorde o el interruptor Ibiza, que se encuentra en la mayoría de las casas y se caracteriza por sus bordes redondeados. Lo creó en 1974 porque, como aseguró años más tarde a RTVE, "los que existían en ese momento eran muy correctos pero tenían unos cantos vivos y casi diría que agresivos. Me pareció que con un interruptor lo que haces es tocarlo, lo miras poco, pues mejor redondeado".

Y mientras pensaba y creaba, también participaba activamente para que el diseño tuviese más relevancia. A principios de los 60 se convirtió en miembro fundador de ADI FAD, dos años más tarde es elegido Vice-President de la ICSID, cargo que ocupa casi por una década, y en 1976 es nombrado Presidente Fundador de la Asociación de Diseñadores Profesionales. Ahora, gran parte de su obra se puede encontrar en el Museo de Diseño de Barcelona y en millones de casas españolas y europeas.