Alejo Stivel (Argentina, 1959) va a cumplir 66 años pero podría haber muerto ya dos o tres veces. Primero por una tuberculosis con cinco años, luego en la dictadura argentina, dice que también en un accidente de moto y en algún que otro subidón que pudo acabar en sobredosis.

Hace dos años, además, le detectaron un cáncer que le asustó y quizá fue lo que le llevó a decir por fin que sí a escribir su biografía. Porque el que fue el cantante de Tequila tuvo, y tiene, una vida particular.

Nació en un matrimonio ya roto y creció con su madre, la actriz Zulema Katz, y el poeta Paco Urondo en una casa donde las visitas de actores, artistas, intelectuales e incluso Julio Cortázar o Gabriel García Márquez eran habituales. También en otra donde su padre tenía mucho dinero y una fama absoluta.

Espigó en un Buenos Aires con una escena musical que lo acorraló y no le dejó otra opción que coger una guitarra y acumular vinilos; y maduró en una España posfranquista a la que llegó huyendo de la dictadura argentina y donde encontró en pocos meses el éxito absoluto.

'Yo debería estar muerto', de Alejo Stivel.

En Yo debería estar muerto (Espasa), que salió ayer a la venta y ya ha vendido toda la primera edición, repasa todos esos años. Habla de que ha consumido tantas drogas que son el equivalente, en dinero, a tres pisos de varios dormitorios y terraza. Que tocó fondo y pasó tres años en lo más oscuro de sí mismo. Que volvió con jingles para anuncios y se arruinó otra vez y que fue como productor donde se volvió a sentir bien.

Desde El Independente entrevistamos a Stivel y nos habla de giras, de amigos, de política y hasta de guerras. Dice que se siente "muy judío" pero que está en contra de Netanyahu, que la música de ahora no le gusta tanto, que es casi vegetariano. Habla de sus conciertos, de las fans premiun, de sus amigos y de cómo el destino siempre ha estado de su lado. O casi siempre.

Pregunta.- No sé ni por dónde empezar, quizás por tu madre y Paco Urondo. Por esa infancia bohemia, por tu padre apareciendo a los cinco años. ¿Cómo fue aquello?

Respuesta.- Bueno, como dice esa canción: "Yo quería ser normal". Cuando iba a casa de mis amigos, compañeros de clase, me fascinaba la familia normal. Tenían un imán y mucho atractivo porque yo me sentía diferente, completamente diferente por el estilo de vida de la gente que pasaba por casa, por las cosas que se hablaban allí.

Un día cualquiera me sentaba a tomar el té con Cortázar o con famosos de la televisión. Esa era mi normalidad. Me acuerdo un día que llegué al colegio, al secundario, y dijeron que había que leer el cuento Casa Tomada de Julio Cortázar. Dije que ya lo había leído, que Julio venía a casa a menudo. No me tomaron en serio, me dieron por inventor de historias.

Mira, algunos días me iba con mi padre a ver el Racing Club de Avellaneda y muchas veces antes de ir al campo pasamos a saludar a jugadores como Roberto Perfumo, que es como decirte ahora Toni Kross. ¿Cómo iba a decir que había estado con él? Aprendí que nadie me iba a creer. Era tan brutalmente diferente mi vida que no estaba en el mundo real.

Todo eso sumado a que tenía dos casas: la de mi padre [al que conoció con cinco años tras ser diagnosticado de tuberculosis y que era director de programas de televisión] y la de mi madre, que vivía de ser actriz de teatro y televisión. En una éramos clase pudiente y en otra media justita. Entonces, si el domingo me quedaba a dormir en casa de mi padre, el lunes tenía que ir al colegio en un coche con chófer. Imagínate, yo que cada día iba caminando al colegio, que mis amigos conocían mi casa... Eso era muy llamativo así que le pedía que me dejara a cinco calles del colegio.

P.- En el libro mencionas veranos en una casa en el campo que se convertían en juntas de Montoneros pero aseguras que tu nunca militaste.

R.- Pfff... No sé cómo no entré. Por miedo, supongo, veía que la cosa se ponía difícil. Al principio era todo muy divertido: ir a manifestaciones con pancartas y militar. Pero luego llegó la represión heavy y me entró el miedo. Todos los póster que tenía de política, mezclados con los de The Rolling Stones y The Beatles, los quité. Me considero una persona cobarde en ese sentido.

P.- Es el miedo es el que os lleva a España. ¿Cómo fue irse al exilio?

R.- Cuando matan a Paco [fue asesinado en la represión argentina] tomamos la decisión recomendados por la gente de la militancia. Mi madre no militaba pero le dijeron que tenía el mismo riesgo que un militante así que lo mejor era irnos. Ese día nos fuimos de casa y ya nunca más dormimos ahí aunque estuvimos dos meses más en Argentina hasta que salió el barco. Nos trajimos media casa. Además, yo le dije a mi madre que sin mis discos no me iba, podía dejar todo lo demás pero los 100 vinilos que había acumulado a los 17 años y que me había comprado con mi paga semanal no los podía dejar. Eran mi vida.

La decisión de elegir España fue tomada con la familia Rotenberg [la de Ariel Rot]. Hubo una reunión en su casa y decidimos irnos todos juntos para tener gente cercana. Mi madre tenía amigos en México pero España estaba saliendo de la larga noche y nos pareció que podía ser un país interesante. Acertamos, creo.

España nos recibió muy bien, lo digo en el libro, nunca me hicieron sentir extranjero, ni una sola vez. Siempre me trataron como uno más, como si fuera de aquí pese a que siempre he tenido este acento. Tengo amigos que se deshicieron del acento en pocos meses porque de alguna manera creían que así se adaptarían mejor. Yo no.

P.- Tu madre lo hizo para poder trabajar.

R.- Sí, lo necesitó para actuar. Yo ya digo "coge la botella", no "agarra la botella", pero nunca hice ese esfuerzo. Bueno, lo hice para el escenario porque no podía tratar a mi público adolescente de usted. Me costó, ¿eh? El "os" sobre todo, me sonaba a los Reyes Católicos. Me costó pero lo forcé porque me di cuenta de que no tenía sentido tratar de ustedes a chavales de quince años. Entonces empecé a conjugar los verbos en español por el escenario.

"Fue llegar a España y ver la escena de aquí, conciertos en lugares pequeños y muy poco excitantes, y nos frotamos las manos"

ALEJO STIVEL

P.- Cuando llegas a España la escena musical es mucho más gris que la argentina. ¿Teníais las de ganar?

R.- El rock en Argentina llegó a lo más alto en los setenta, mucho más alto que ahora. El momento cumbre de Charly García, Luis Alberto Spinetta... Artistas que tenían tanta identidad como el pop anglosajón, nada que envidiar a los grandes del pop rock. Mamé todo eso y llegué aquí, que era un desierto. Había un gran genio de la canción que era Serrat, que superaba todo, pero era una isla. No había mucho más y además él no entraba dentro de nuestro estilo de rock and roll, era distinto.

Fue llegar y ver la escena de aquí, conciertos en lugares pequeños y muy poco excitantes, y frotarnos las manos: era nuestra oportunidad. Estaba convencido de que lo que teníamos iba a hacer mucho ruido.

P.- Ibas para guitarrista y te convertiste en cantante en Cebolla, un pueblo de Toledo.

R.- Sí, mi debut mundial fue en Cebolla... Nunca volví. No era la cuna de la música internacional y era en una discoteca muy cutre donde había más gente en el escenario que en el público pero sentí que estaba en el Madison Square Garden. Era mi primera actuación y estaba muy nervioso.

Luego, al poco tiempo, fuimos a un colegio mayor, en esa época se tocaba mucho en colegios mayores, y nosotros fuimos al chino... No sé cuánta capacidad tenía pero seguía nerviosísimo. Y es allí donde un señor de una discográfica nos dijo que quería trabajar con nosotros.

P- Fue rapidísimo, ¿no?

R.- Fue veloz, trepidante, rápido se queda corto. En un abrir y cerrar de ojos estábamos llenando estadios. El día que se cumplieron dos años de mi llegada a España estábamos tocando en un festival en Canet de Mar y había 40.000 personas.

P.- ¿Qué decía tu madre tras pasarlo tan mal al llegar a España?

R.- Mira, en uno de mis cumpleaños de esa época, cuando estábamos en lo más alto, mi madre preparó algo de comer y vinieron los de la discográfica. Entonces uno de ellos, muy rimbombante, le dijo: "Señora, mire su niño qué éxito". Lo dijo en tono paternalista, como asumiendo la responsabilidad de lo bueno, y mi madre le contestó algo fabuloso: "Le he criado para eso". Que no era cierto para nada, nunca me crió para tener éxito pero le vino a decir que si se creía muy listo, que eso nada tenía que ver con él.

P.- En el libro confiesas que el Salta que cantamos no es el original. ¿Qué ocurrió con la letra?

R.- La tenía en el bolsillo de los vaqueros guardada para ir a grabar esa noche al estudio en Londres. Como teníamos todo tan compartimentado, solo tenía dos días para grabar todas las voces y todos los coros. Llegué al estudio y no me encontraba inspirado. Así que me fui a ver una película de los Clash, Rude Boy, por si me inspiraba y luego me compré unas cervecitas.

Pues al volver no tenía las letras en el bolsillo, ni eso ni las 500 libras que había llevado para toda la estancia en Londres. Lo perdí todo. Volví al cine, me lo abrieron y estaban limpiando. Mire y no había nada. Pregunté, les dije que solo quería las hojas, que el dinero me daba igual. Nadie me devolvió nada. Supongo que si me entregaban los papeles se culpabilizaban.

Entonces, yo solo recordaba que decía: "Salta conmigo". Tengo muy mala memoria pero compongo las letras muy sobre la hora así que me puse en ese momento y salió otra canción distinta con esa frase. El destino ha querido que fuese esa canción y quizás la otra no hubiera tenido tanto éxito. Confío en el destino.

P.- Hablas de fans premium en los conciertos, ¿eso no ha cambiado?

R.- Ahora las fans premium vienen con sus nietos. Sí, ha cambiado para mí, básicamente porque uno ya no es un adolescente, pregúntale a una banda de jóvenes si ha cambiado la costumbre de que haya fans que no les alcanza con el disco.

P.- En ese momento de éxito estabas metido de lleno en las drogas. ¿Cómo sales de ahí?

R.- Salí un día que me miré al espejo y no me gustó lo que me devolvió. Tenía 24 años. Sentí que el Alejo del espejo me estaba diciendo que tenía que elegir cómo iba a continuar con mi vida. Hasta ese momento había podido compaginar todas mis opciones vitales pero sentí que o iba por el camino de la luz y de la salud o me metía de lleno en el otro camino.

Pero gracias a mi fuerza de voluntad y gracias a toda esa crianza, a todo lo que se me transmitió, esos valores morales que no son la moralidad oficial y que no eran expresados con palabras sino con hechos y elecciones vitales; pude tener las armas para elegir este camino y hacerlo ese día sin ningún tipo de muleta.

P.- Hay quien relaciona el consumo de drogas con la creatividad. ¿Habría tenido Tequila el éxito que tuvo con vosotros limpios?

R.- Absolutamente. Hay mucha gente que la relaciona también con el sufrimiento, la tristeza, la depresión... Soy un ferviente creyente que a pesar de eso nos fue bien y que a pesar de eso los grandes creadores han podido crear. Y me remito a Cortázar, que era un tipo que no vivió ningún exceso. Muy sensato, ubicado, con los pies en la tierra, muy humilde y que además intentaba ser feliz. Y lo era. Si un tipo feliz creó todo eso, creo que la felicidad y la salud mental y física fomentan la creatividad. Por eso digo que, a pesar de eso, lo hicimos.

P.- Cuando se rompe el grupo confiesas que pasas unos dark years. ¿Qué pasó?

R.- Muchas veces he pensado, antes de escribir este libro, que algún día tenía que hacer un capítulo de esos años. Están en negro, los puso así Rapa que es el diseñador del libro. Bueno, pues cuando acabó Tequila lo que tenía era una gran resaca porque todo ese éxito juvenil fue una gran borrachera. Esa vida trepidante, todo súper intenso, de no parar ni un día... Incluso si no hubiera tomado, hubiera tenido resaca de la experiencia.

Entonces, quedé un poco fuera de juego y tuve dos o tres años donde no hice nada. Había empezado a los 17 años con una actividad de mucha presión y cuando acabó necesité parar un poco y ese parar se extendió demasiado, duró más de lo aconsejado. Todo mi entorno estaba muy preocupado. Salía todas las noches, me drogaba, me emborrachaba hasta la mañana siguiente y luego dormía hasta que volvía a salir. A esos años les llamo los black years.

P.- ¿Aquí ocurrió tu primer quiebro económico?

R.- Sí, justo. Dicen que los emprendedores tienen una media de tres quiebros económicos, algunos menos, otros más, yo estoy en la media. Pasé del BMW al bono bus, me subía al autobús y la gente me reconocía, fue un baño de humildad. Supe sacar la lección de que puedo ser feliz en la abundancia y en la austeridad.

P.- Dices que no añoraste la fama ni un segundo, que Sabina te preguntó que cómo te habías desenganchado de los aplausos.

R.- Me decía que era la droga más fuerte de todas: el éxito y los aplausos. Supongo que puede tener que ver con el desenganche de las drogas, me desenganché de toda una vida. Cambié de perfil, me metí en un estudio a grabar y no di ni una entrevista durante veinte años. Me pasé para detrás de los focos radicalmente. Me acuerdo que un día nos dieron un premio a la carrera y me pidieron que fuera. Era en Pacha, a tope, y lo pasé fatal, había desarrollado un pánico escénico.

Cuando volví con Tequila también me pasó, sufrí pánico por lo menos durante seis o siete conciertos. Luego tuve un clic con 20.000 personas y ya no volví a tener miedo. Es como andar en bicicleta, la cosa va aunque lleves 20 años sin montar.

"Considero que todo el fenómeno mágico de Tequila, tan instantáneo y excesivo, fue una compensación por la tragedia que había vivido en Argentina"

ALEJO STIVEL

P.- Antes de eso te hiciste productor. Sabina, La oreja de Van Gogh, El canto del loco... ¿Eres el responsable de la banda sonora de media España?

R.- Soy culpable y en todo el sentido de la palabra. Sí, es curioso porque después de haber conseguido el éxito con un oficio, el de cantar y componer, me llegó con otro oficio que aunque está dentro del mismo mundo no tienen nada que ver. El destino es bueno conmigo. Bueno y malo también.

Considero que todo el fenómeno mágico de Tequila, tan instantáneo y excesivo, fue una compensación por la tragedia que había vivido en Argentina. También curré mucho, me maté a trabajar y tendré algo de olfato y algún talento; pero con todos esos condimentos podría no haber salido bien. Y luego volví a tener tanto éxito como productor que como artista. Es como si un buen arquitecto se hace jardinero y le va igual de bien.

P.- "Creo que ahora la cosa ahora va más por pastillas y trap", escribes. ¿Qué es lo que más ha cambiado en el sector musical?

R.- Han cambiado muchas cosas. Ahora nadie compra un disco, lo oyen en el teléfono. Nosotros procurábamos, según íbamos progresando y teniendo recursos, construir nuestros sistema de audio cada vez más sofisticados. Empezamos con el tocadiscos y acabamos con un ampli y la púa nosecuántos. Había una aspiración a mejorar el sonido. Ahora, si oyes música en el teléfono, pues no hay sonido, está muy limitado en unos auriculares sin graves...

Tampoco hay mucho interés por disfrutar de las melodías y a mí me gustan mucho. Ahora lo que gusta es gente hablando, sin melodía, un ritmo y alguien hablando encima y entiendo que a veces hablan de estupideces, cosas machistas, tonterías... Pero hay gente que se lo curra y escribe muy buenas frases.

P.- ¿Por ejemplo?

R.- Residente de Calle 13. Es un artista, un tipo genial. Seguramente hay más, no estoy muy metido. Pero claro, me gustan las canciones y eso no sé si son canciones. La música es ritmo y melodía, si solo hay ritmo para mi no es suficiente.

P.- Bono te pidió un par de frases para poder decir en español en uno de sus conciertos. Como a los artistas les gritaban "torero" en los conciertos, tú le dijiste que dijera: "No soy el torero, soy el toro", porque eres antitaurino.

R.- Vengo de un país donde no existe la lidia, existió en su origen pero se prohibió muy temprano con la independencia del país. Culturalmente no existe, así que no lo mamé como cultura. Tengo dos gatas a las que quiero mucho, me gustan mucho los perros y no distingo demasiado entre un gato, un perro y un toro. Todos son seres vivientes. A unos no los acariciaría en mi sofá pero creo que son seres que están en este planeta como nosotros y estoy en contra del asesinato de personas y de animales.

P.- ¿Eres vegetariano?

R.- Bueno, durante veinte años fui vegetariano. Y hace tres o cuatro mi naturista, mi acupuntura, viendo mis análisis de sangre me dijo que debería comer carne una vez al mes y pescado una vez por semana. Me dijo que era para elevar los glóbulos blancos porque consumo proteína vegetal pero a veces no es suficiente, no se asimila igual. El origen del ser humano es carnívoro.

Pero estoy a favor de la dosificación. Si todos los humanos consumieran carne como yo, no habría granjas masificadas, habría un equilibrio natural. Una cosa es matar por necesidad y salud y otra por diversión. Si murieran más o menos la misma cantidad de toros y toreros, diría que bueno, pues mira, pero no es así.

"Racionalmente estoy en contra de los toros pero fui a una corrida y me gustó, me emocionó"

ALEJO STIVEL

Dicho esto, fui una vez a una corrida de toros. Toreaba Cayetano y su hermano, era la alternativa de Cayetano en la plaza de toros de Ronda y parece que ahí dio la alternativa su padre y su abuelo. Pues bueno, un amigo, que nos íbamos a Marbella, me dijo que esta era la corrida que tenía que ver una vez en la vida. Me gustó y me emocioné con el rito pero fue algo que pasó por encima de mi cerebro, no fue algo racional, era un arte pero un arte prehistórico. La humanidad evoluciona y podríamos ir eliminando este tipo de artes. Racionalmente estoy en contra de los toros.

P.- Dices en el libro que te encanta Pedro Sánchez.

R.- Sé que hay mucha gente que opina lo contrario pero creo que Pedro Sánchez es el mejor presidente que ha tenido la democracia española. En una situación súper complicada, no solo por la pandemia que le pilló al principio, también por cosas como la guerra de Ucrania, ha manejado bien el país y su economía.

Ayer salió el paro. Más de 21 millones de afiliados a la Seguridad Social, algo nunca visto. Con Rajoy llegamos a siete millones de parados, ahora estamos en dos. Más allá de las ideologías, que me considero de izquierdas, creo que hay unos indicadores que dicen que España está bastante bien. Podríamos mejorar, claro que sí, muchísimo. Tendrá mil defectos Sánchez pero, ¿quién no los tiene?.

P.- ¿Qué opinas de que un presidente del gobierno eche la culpa a los medios y a los jueces de que su mujer esté siendo investigada?

R.- El lawfare no lo inventé yo ni lo inventó Pedro Sánchez. En Argentina los políticos lo han sufrido, el término que acuñaron allí es el de partido judicial. Creo que hay jueces que responden directamente a ideas políticas y más aquí que no se han renovado. Me estoy posicionando más de lo que me gusta que quiero que el votante del PP compré mi libro también.

"Me siento muy judío pero estoy en contra de las políticas de Netanyahu"

ALEJO STIVEL

P.- En tu biografía hablas de tu familia judía, de la herencia que eso ha dejado en ti. ¿Qué opinas de la guerra entre Israel y Palestina?

R.- Me siento muy judío aunque más allá de que me sienta o no me sienta, es que soy judío. No lo puedo evitar. Me siento muy orgulloso de muchísimas cosas del pueblo judío y de la gente que dio el judaísmo en ciencias, en artes, en pintura, en música... El otro día leía que el porcentaje de habitantes en el mundo judíos es el cero con algo y el porcentaje de premios Nobel judíos es de 35%, o algo así.

Obviamente, estoy en contra de la políticas de Netanyahu y no hay manera de justificar bombardeos indiscriminados donde mueren niños. La guerra no es el camino, ni por parte de Hamas ni del estado de Israel pero estas dos fuerzas se alimentan de la guerra, están necesitándose. Hablo del gobierno actual de Israel, que no culpemos al pueblo de Israel que es como si te culpo a ti por Franco, porque estoy en contra de ese antisemitismo que se provoca cuando se generaliza.

Hay manifestaciones en Israel en contra de Netanyahu para que paren la guerra de muchísima gente, millones de personas están en contra de la guerra aunque quieren acabar con Hamas, el atentado del 7 de octubre fue algo que les dolió muchísimo. Yo como judío estoy avergonzado de que maten niños, sin ninguna duda, pero casi no quiero hablar porque es un tema delicado...

P.- ¿Le ves alguna solución al problema?

R.- Ninguna. Creo que es un problema tan antiguo que es imposible. Puede haber épocas de más paz, de más tranquilidad, acuerdos... Pero ya que estamos hablando de esto, los que dicen que el estado de Israel están en un lugar que no les pertenece... Que si les habían echado hace 2.000 años, ¿por qué vuelven? Pues porque los judíos lo consideran su lugar, desde que les echaron cada año nuevo bridan y dicen: "El año que viene en Jerusalén". Volvieron apoyados por las Naciones Unidas después de un holocausto donde habían eliminado a 3/4 partes del pueblo judío. Había 9 millones de judíos cuando empezó el nacismo, mataron a seis. Pero es muy complejo, he venido aquí a hablar de mi libro.