Todo obedece a una conspiración masónica izquierdista de la clase política, en contubernio con la subversión terrorista comunista, en lo social”. Fue su epitafio público. El 1 de octubre de 1975 Francisco Franco lanzó su última arremetida contra la masonería desde un balcón del Palacio Real en la Plaza de Oriente, escoltado por su esposa Carmen Polo y los futuros reyes Juan Carlos y Sofía. Fue su último “baño de masas” y el dictador repitió el fantasma del “contubernio judeo-masónico” que torturó a los españoles durante cuatro décadas. A punto de cumplirse medio siglo, los masones españoles siguen arrastrando el estigma, como una sombra alargada que rechaza desvanecerse. Que permanece como herencia de un pasado demasiado reciente.
“Lo que queda es, precisamente, combatir esos prejuicios. Debido a los años de persecución de Franco y ese mensaje de la masonería como algo negativo se han generado muchos prejuicios”, admite Txema Oleaga, senador socialista y Gran Maestro de la Gran Logia de España, en conversación con El Independiente. Es una de las primeras entrevistas que concede desde que accediera al cargo y una muestra más del propósito de los masones españoles: salir a la luz pública de las calles y sacudirse décadas de ostracismo e incomprensión.
"Estamos empeñados en combatir los prejuicios"
“Estamos empeñados en combatir los prejuicios, mediante la exhibición de qué personas fueron masones, qué contribución hicieron en el avance de la sociedad y de cómo fueron perseguidos, precisamente por defender las ideas de libertad y la tolerancia”, explica Oleaga. En plena conmemoración del Año Franco, el cincuenta aniversario de su muerte y el principio del fin de su régimen, la masonería pide paso. Sus miembros fueron carne de represión, en virtud de la Ley para la Represión de la Masonería y el Comunismo promulgada en marzo de 1940. La cacería resultó masiva: el Servicio de Documentación de Salamanca guarda unas 80.000 fichas de supuestos masones y se registraron alrededor del millar de ejecuciones.
Una persecución inquisitorial y sostenida en el tiempo que justifica ahora la apuesta de los masones españoles por abrir las puertas y las ventanas de sus templos y reivindicar “la honorabilidad” de sus ritos. Oleaga nos cita a primera hora de una mañana de principios de primavera en la sede madrileña de la Gran Logia, un local a un tiro de piedra del estadio Santiago Bernabéu donde el único fervor posible es por la obediencia a la que durante siglos ha sido la sociedad secreta más extendida del mundo. Sus miembros prefieren hoy el adjetivo de discreta.
De todo lo que yo he hecho en la vida es, con la única excepción de ser padre, lo que más me llena
“La masonería, para mí, es una experiencia de vida. De todo lo que yo he hecho en la vida es, con la única excepción de ser padre, lo que más me llena. Y yo he formado parte de un partido político, de un sindicato y de un montón de asociaciones culturales”, asevera Oleaga. Sobre el papel, desliza el gran maestro, la masonería es “un sistema de comunidad de moral velado por alegorías y enseñado mediante símbolos. “Yo diría que es una gran fraternidad de hermanos. A todos ellos les mueve su inquietud por el conocimiento y sus ganas por formarse y por ser capaces de, entre todos, mejorar la sociedad en la que vivimos”.
Para ser masón, subraya el mayor representante de una Logia que reúne a 3.000 miembros, “los únicos requisitos que se piden es ser libre y de buenas costumbres”. “Alguien con capacidad para decidir por sí mismo y elegir su propia vida. Y de buenas costumbres quiere decir alguien que no sea un delincuente o que no tenga causas pendientes con la justicia. Cualquier persona que cumpla esas condiciones puede pedir el ingreso. No es fácil ingresar, porque nosotros no hacemos proselitismo, ni tampoco vamos buscando un tipo concreto de persona”, esboza Oleaga. “Se busca a quienes quieran participar de la fraternidad y aportar también. Personas que les interese este lenguaje simbólico y las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, que sean una persona tolerante. Alguien que entienda que puede tener un punto de vista, pero intelectualmente esté dispuesto a asumir que el punto de vista de otro le puede llegar a convencer”.
Purgas y persecución
- La masonería fue legalizada en mayo de 1979, dos años después de la legalización del Partido Comunista. Parece que eran más peligrosos que los comunistas…
- Y eso que la ley era para la Represión de la Masonería y el Comunismo. El problema era que el ministerio del Interior se oponía porque decía que era una secta. Fue la Audiencia Nacional la que dijo que no era así. No les quedó más remedio que decir aquello porque no se había roto aún con el franquismo.

En las ceremonias masónicas está prohibido hablar de religión y política. “Tenemos prohibido específicamente en nuestras logias hablar en términos políticos o confesionales. No quiere decir que tú no hables de cuestiones universales, pero no lo haces desde una óptica partidista. De otro modo, se rompería la armonía”, admite Oleaga mientras deambula por los templos de distintos ritos que alberga el local y explica una simbología marcada por el culto al “Gran Arquitecto del Universo” y el compás y la escuadra. El compás como símbolo de las ciencias exactas y el cielo y la escuadra como emblema de la materia y la tierra.
Una veneración que emplea símbolos inspirados en la arquitectura y la cantería. El término masón -procedente del francés- significa albañil o constructor. Ni secta ni lobby, los masones españoles reivindican su diversidad. “Hace unos años hicimos una encuesta sobre ideología y profesiones y no había una diferencia con lo que es la sociedad española. La única diferencia es que hay menos personas de menos de 30 años. No se sitúan ideológicamente todos en un lado o en el otro y son personas muy tolerantes”, señala el gran maestro.
- ¿Por qué han tardado tanto en romper con el estigma del franquismo?
- En primer lugar, nos costó mucho el poder trabajar en libertad en España. El primer gran maestro Luis Salat puso en marcha la estructura masónica y solicitó el reconocimiento. Hubo que conseguirlo gracias a dos sentencias de los tribunales. Los siguientes grandes maestros fueron poco a poco consolidando la masonería. Fue mi antecesor en el cargo quien inició el proceso de apertura. Pidió a los hermanos que fueran conocidos en su respectivos lugares que dieran el paso al frente y dijeran que eran masones. A mí me toca profundizar en esto. No pretendemos que la sociedad nos dé nada ni estamos reivindicando la devolución de nuestro patrimonio ni nada de eso. Lo único que queremos es que se respete la masonería y que se reconozca que los masones y las masonas son personas honradas y que pueden trabajar en su objetivo vital masónico en condiciones de tranquilidad.
Lo único que queremos es que se respete la masonería y que se reconozca que los masones y las masonas son personas honradas
- ¿Por qué la obsesión de Franco con la masonería?
- Hay un historiador que se ha pasado 5 años intentando localizar esa leyenda urbana según la cual Franco pidió el ingreso en una logia y le votaron negro. No es cierto. Nunca pidió el ingreso. Es cierto que tenía un hermano masón, Ramón. ¿Qué es lo que ocurrió con Franco? Sinceramente creo que la única explicación es que él era alguien que despreciaba cualquier cosa que pudiera generar una tolerancia al respeto de la defensa de la democracia, los valores de la laicidad y a cualquier intento de democracia y libertad en España. Tenía una obsesión enfermiza, pero sabía algo de masonería.
No solo los regímenes totalitarios – desde fascistas hasta comunistas- han perseguido la masonería. También ha recibido la condena de la Iglesia católica. “En su día un Papa dictó una orden de excomunión contra los masones y esa orden todavía no se ha levantado formalmente aunque en la práctica no se aplica. Hay muchos sacerdotes católicos que nos dicen que no hay ninguna incompatibilidad. Esa hostilidad de la Iglesia explica parte de la historia previa pero lo de la época de Franco fue una exageración”, lamenta Oleaga.
Entre los masones hoy hay gente conocida. Prefiero que sean ellos quienes salgan y confiesen su condición masónica
'Salir del armario'
- Es hora de “salir del armario”…
- Empezamos hace unos años pero estamos en esa fase.
- En esta falta aún de exhibición en público del “orgullo masón”, ¿pesa el miedo a volver a la clandestinidad?
- No tanto eso sino el hecho de que hay un amplio sector que todavía sigue teniendo muchos prejuicios y, claro, los perjuicios a veces te generan dificultades en tu vida diaria. Los pasos hacia delante son firmes, sobretodo, cuando han dado el paso a confesar su condición personas muy relevantes. Por ejemplo, Jerónimo Saavedra. Ya que hablabas antes del orgullo homosexual, Jerónimo Saavedra, en su día salió del armario y tuvo muchos problemas y fue un referente. Y, más tarde, se confesó masón. Eso estamos nosotros. Somos conscientes de los prejuicios. Somos conscientes de que algunas autoridades del estado no estarían dispuestas a fotografiarse con nosotros en una reunión en la que podemos explicarles lo que estamos haciendo y lógicamente no queremos forzar. Queremos ir poco a poco dando pasos. Lo que sí queremos es que cada paso que demos no tenga vuelta atrás.

- ¿A qué autoridades se refiere?
- Prefiero no precisar. Dentro de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado hay bastante buena relación. Es cierto en los grados altos hay alguna reticencia, pero de hecho en nuestras logías hay militares y miembros de la policía y no hay ningún problema.
- ¿Encuentran hostilidad en algunos partidos como Vox?
- La ultraderecha en España y en muchos otros países tienen muchas prevenciones contra la masonería, pero lo tiene no porque sea masonería, sino porque es un espacio donde se defiende la libertad, el respeto a los demás y a la tolerancia. Eso lógicamente choca con ideologías ultraconservadoras. En España no hemos tenido ningún problema con Vox, pero es verdad que son bastante reticentes a todo lo que puede ser masonería. Cuando pedimos, por ejemplo, el reconocimiento de un masón famoso, se suelen oponer. Pero yo me refiero más a sectores sociales, no estructurados necesariamente, sino personas que tienen prejuicios contra la masonería porque eso es en lo que les han educado.
- Sabemos que figuras históricas como Clara Campoamor o Carmen de Burgos Colombine fueron masones. ¿Pero puede nombrar algún miembro destacado vivo?
- Hay gente conocida. Prefiero que sean ellos quienes salgan y confiesen su condición masónica. Nosotros no queremos forzarles a que lo hagan. Pero sorprendería ver algunos que son muy conocidos y que están en la plaza pública sin ninguna dificultad.
A años luz del resto de Europa
La Gran Logia de España no acepta mujeres. Ellas tienen una estructura paralela. “Tenemos un acuerdo con la Gran Logia Femenina. En términos intelectuales la defensa de los valores es la misma. ¿Qué es lo que nos diferencia? El camino ritual. La manera de iniciarse un hombre y una mujer a lo largo de la historia han respondido a fórmulas rituales distintas”, expone Oleaga. En ambos casos, se cree -recalca Oleaga- en “construir el gran edificio de la humanidad en la que cada uno de nosotros simbolizaríamos una piedra que junto con otras forma parte de esa gran estructura que es el edificio universal”. “Creemos en esa en esa trascendencia del ser humano”.
Una filosofía que en España está falta aún de luz y números. Portugal, el vecino ibérico con cuatro veces menos población que España, nos dobla en cifra de masones. “Tienen entre 7.000 y 8.000 masones. Portugal tuvo también una dictadura y una persecución no tan fuerte como la de Franco y han sido capaces de ir superándolo. Llegar a 20.000 o 30.000 masones sería una cifra estupenda, porque ni siquiera en una etapa como la II República, donde la masonería estaba muy presente, superamos los 4.000”, precisa. “Sería interesante acabar con esos 40 años de ocultismo y recuperar el hilo que teníamos”, dice quien observa a la sociedad española con alguna inquietud. “Me preocupan los delitos de odio; que haya una cierta intolerancia que poco a poco se vaya extendiendo en la sociedad. La intolerancia conduce al fanatismo y a los horrores”.
Llegar a 20.000 o 30.000 masones sería una cifra estupenda
El gran maestro reconoce que en España la masonería va rezagada. En otros países del viejo continente goza de un prestigio y visibilidad públicas que aquí se le niega. “Si en el Reino Unido la preside el duque de Kent y, cuando hacen sus reuniones las hacen abiertas sin ningún problema y organizan lo que llaman los festivales, imagínate la repercusión pública. Desgraciadamente en nuestro país y sobre todo algunas personas en algunos ámbitos públicos nos tienen recelos pero yo creo que llegará ese día”. Lograr que la luz pública invada una organización que ha batallado con la clandestinidad y la persecución es su aspiración. “A mí me gustaría, sobre todo, que no hubiera ningún prejuicio sobre masonería, que nadie insultara a alguien por ser masón y que cuando hubiera un acto de cualquier institución del Estado, que tuviera que ver con historia, se invitaran a los masones y las masonas, lo mismo que se invita a otras entidades”.
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Pobre diablo que no ve la cara de Dios
hace 6 días
Franco no os podía ni ver porque durante el XIX y principios del XX sólo os dedicabais a defender los intereses de Francia e Inglaterra en perjuicio de los de España, a la par de que sois profundamente anticristianos
hace 6 días
Qué sentido tiene una sociedad semi secreta, con símbolos que parecen diseñados por niños?. Mi opinión es que siempre ha sido un lobby para adquirir influencias y medrar y eso en la época actual ya lo hace, por ejemplo, Pepiño Blanco.