Una de las quejas más habituales de los niños es el dolor de garganta. De hecho, las patologías más comunes que se tratan en una consulta pediátrica son faringitis, amigdalitis y otitis. Pero ¿qué es cada una de ellas? 

La garganta es un tubo muscular que comienza detrás de la nariz, baja por el cuello y finaliza en la parte superior de la tráquea y el esófago. El nombre técnico de la garganta es faringe, y por ella circulan el aire y los alimentos. En la parte posterior de la boca, justo a nivel de la garganta, se encuentran las amígdalas, que forman parte del sistema linfático y son la primera línea de defensa del sistema inmunológico. Se trata de dos masas de tejido carnoso que ayudan a eliminar las bacterias y otros microorganismos que entran por la boca y así prevenir infecciones. Una infección viral o bacteriana puede provocar una amigdalitis. Detrás de las amígdalas están las adenoides, más conocidas por todo el mundo como vegetaciones. Al igual que las amígdalas, son órganos de defensa del organismo durante la infancia y van desapareciendo en la edad adulta.

En algunas ocasiones, el dolor de garganta, la amigdalitis o la faringitis se pueden llegar a confundir y pensar que se trata de la misma enfermedad, pero no es así. «El dolor de garganta u odinofagia es el síntoma, lo que nota el paciente al producirse la inflamación aguda de la faringe o de las amígdalas», explica el doctor Daniel  Segura, jefe de la Unidad de Pediatría del Hospital Quirónsalud Zaragoza.

Síntomas y contagio de la amigdalitis

Según explica este especialista, la causa más frecuente de la amigdalitis suele ser una infección vírica, aunque también puede deberse a una infección bacteriana. Los síntomas más comunes son dolor de garganta, inflamación de las amígdalas con enrojecimiento y placas, dificultad para tragar, mal aliento, fiebre alta y ganglios inflamados y dolorosos en el cuello. En los casos de faringitis, la inflamación es en la parte posterior de la garganta, entre las amígdalas y la faringe, si bien los síntomas son prácticamente los mismos, además de tos irritativa. 

El contagio se produce por las gotas de saliva que se expulsan al toser, estornudar o hablar, y se propaga con facilidad con el contacto entre niños en espacios cerrados. «Si el niño presenta además del dolor de garganta síntomas catarrales, es probable que la causa sea vírica y se tratará con analgésicos o antiinflamatorios. Por el contrario, si los signos son fiebre elevada, dolor de garganta e inflamación de los ganglios linfáticos, recubrimiento blanco en las amígdalas y el niño es mayor de tres años, la infección puede ser provocada por una bacteria y el tratamiento recomendado será con antibiótico, penicilina o amoxicilina durante diez días», apunta el doctor Segura.

Las vegetaciones y el riesgo de otitis

Las vegetaciones o adenoides, como las amígdalas, son órganos que desaparecen o se atrofian cuando el niño va creciendo, y su función es atrapar los virus y las bacterias que el niño traga o inhala. Cuando se inflaman o se infectan pueden provocar problemas de respiración, la nariz se tapona y el niño se ve obligado a respirar por la boca, lo que hace que duerma peor y que ronque. También produce inflamación de los ganglios del cuello y problemas de oído, como otitis.

El doctor Jorge Alfaro, especialista en Otorrinolaringología pediátrica del Hospital Quirónsalud Zaragoza, recomienda consultar al especialista si se producen de forma constante las infecciones de repetición. «El problema es que estas infecciones suelen obstruir la trompa de Eustaquio, que es el conducto que ventila el oído por dentro, y eso puede producir desde acumulación de moco hasta otitis serosas o infecciosas por supuraciones», aclara el especialista.

Para tratar el ronquido y la apnea del sueño se apuesta por la reducción de la amígdala a la mitad en lugar de la extracción completa

doctor jorge alfaro, unidad de otorrinolaringología pediátrica del hospital quirónsalud zaragoza

Para infecciones de repetición del oído medio se utiliza una técnica que es la dilatación de la trompa de Eustaquio mediante balón. Esta técnica pionera se realiza en quirófano. «Con una pequeña anestesia local, a través de la nariz se canaliza la trompa de Eustaquio, se mete un baloncito que se mantiene unos dos minutos y se saca para que la trompa funcione bien», añade el doctor Alfaro. En el tratamiento del ronquido y la apnea del sueño en el niño, el doctor Alfaro apuesta por la reducción de la amígdala a la mitad en lugar de la extracción completa. Así, el niño, cuando llega a la habitación después de la intervención, respira mucho mejor y en una semana está recuperado por completo.

Diagnóstico y prevención

Cuando un niño presenta un cuadro de dolor de garganta, malestar general y fiebre durante dos días seguidos, así como dificultad al tragar que conlleve el rechazo de alimento y un exceso de salivación, hay que acudir al especialista para que realice un estudio más profundo, determine la causa, excluya otras hipótesis y ponga un tratamiento lo antes posible.

Para evitar este tipo de enfermedades de garganta, nariz y oído en los niños es importante tomar una serie de medidas que ayuden a evitar el contagio, como lavarse las manos con frecuencia, tanto los niños como los adultos, evitar los besos e intentar en la medida de lo posible que no se lleven las manos a la boca, sobre todo cuando están jugando con otros niños, así como lavar los juguetes con frecuencia.