Las agendas de miles de médicos de distintos países del mundo tienen señalada una cita ineludible esta tarde. De 17 a 19 horas, intesivistas, especialistas en reanimación y patología respiratoria y facultativos de otras áreas estarán conectados a la videconferencia en la que, organizada por el Grupo Italiano para la Evaluación de la Intervención en Cuidados Intensivos (Giviti), cuatro doctores que llevan semanas atendiendo a pacientes por coronavirus ofrecerán su experiencia sobre el abordaje de la enfermedad. Tampoco pasarán por alto los errores cometidos allí para que no se repitan en otros puntos donde la pandemia aún no se ha mostrado de forma tan agresiva.

Ese rodaje a la fuerza de los médicos italianos tratan de aprovecharlo sus colegas españoles, en muchos casos para adoptar medidas antes de que les llegue a ellos el "tsunami de pacientes" que colapsó los hospitales del norte del país transalpino por la rapidez con que se está propagando el covid-19. Excluida China, donde se localizó el foco inicial del brote, no hay otro punto en todo el planeta donde se hayan registrado ya más casos (27.980) y fallecimientos (2.158).

"Hay que tomar medidas de contención extremas". El sábado 7 de marzo, cuando la curva en España no había empezado aún a tomar altura, el médico sevillano Jorge Navarro Solano -jefe del servicio de Rehabilitación de daño cerebral de la Fundación Don Gnocchi de Milán- telefoneó a su amigo Julio Nogales -traumatólogo en el Hospital comarcal Virgen de la Cinta de Tortosa (Tarragona)- para informarle de la grave situación que estaban viviendo en Italia y para prevenirle de lo que se le podía venir encima. El "tsunami" les había alcanzado a ellos y entendía que España tenía que reaccionar con urgencia para evitar que los efectos fueran tan devastadores.

"Es el momento de crear alarma social, de crear miedo a la población", declaró Jorge Navarro a Canal Sur Radio días antes de que el Gobierno acordara el estado de alarma a finales de la pasada semana e instara a la reclusión domiciliaria. Con ese llamamiento dramático trataba de hacer ver la gravedad de la situación e instaba a asomarse rápido al espejo de Italia para que no se cometiera "el mismo error" en España.

El doctor Nogales ejerce desde entonces de "intermediario" con la dirección médica de su hospital a fin de poner en práctica los consejos que llegan desde Italia. Él fue uno de los médicos que el pasado martes siguió la primera videconferencia organizada por el Giviti (con sede en la localidad de Ranica, en la provincia lombarda de Bérgamo), en la que nueve especialistas que trabajan en hospitales de Lodi, Pavia, Monza y Lecco ofrecieron su experiencia sobre el coronavirus tanto desde el punto de vista organizacional como desde el enfoque del diagnóstico y tratamiento de los pacientes.

El Giviti organiza videoconferencias para compartir su experiencia con médicos de todo el mundo; esta tarde, a las 17 horas, es la segunda

Hoy volverá a conectarse para conocer nuevas opiniones con una semana más de experiencia. El cartel lo forman Angelo Pau, especialistas en enfermedades infecciosas en Cremona; Clara Ripamonti, jefa de reanimación en el Hospital Alessandro Manzoni de Lecco; Carlo Olivieri, especialista en reanimación primaria en Vercelli, y Gina Portella, intensivista y coordinadora de la división médica de emergencia. Ellos pueden dar fe en primera persona del colosal desafío médico que está suponiendo el Covid-19.

"Hay que agradecerle a este grupo italiano que, en la situación de verdadero drama en la que están, hayan sacado tiempo para traducir al castellano una síntesis con el objetivo de que intentemos difundirla por los centros; no como guía de trabajo, sino como una referencia de lo que ellos están haciendo por si nos puede servir para valorar si lo que se está haciendo está bien a fin de no repetir errores", destaca Nogales.

Según la experiencia del Giviti, una de las primeras medidas que debieran adoptar los centros hospitalarios que aún no registran una gran presión asistencial por el virus es plantear una nueva disposición del área de Urgencias, de modo que se habilite una zona 'limpia' -donde se trataría a enfermos sin sospecha de padecer la enfermedad- y otra 'sucia', donde se concentraría a los pacientes sospechosos o que hayan tenido contacto. Ello implica una reestructuración de los turnos del personal médico y de enfermería.

Área de "pretriaje"

En el caso del Hospital Virgen de la Cinta, esa recomendación les ha llevado ya a crear un área de "pretriaje", ubicado fuera del área de Urgencias y en el que se atiende a los pacientes que no revisten gravedad y sin sospecha de coronavirus. "El objetivo es poder enviarlos a casa lo más rápido posible", precisa Nogales.

Los colegas italianos resaltan también la importancia de aprovisionarse de todos los equipos de protección individual que sea posible tanto para pacientes como para el personal sanitario, a fin de que éstos no resulten contagiados y se vean obligados a dejar la actividad para aislarse. "La experiencia de los compañeros en Italia es que han tenido que reutilizar los medios en varias ocasiones, saltándose los protocolos de uso y reorganizándose con los que disponían", recuerda Nogales. La gran duda es si los hospitales españoles dispondrán de los equipos suficientes para tratar a pacientes con alto riesgo de transmisión de la enfermedad.

Las semanas de adelanto en Italia en el abordaje de la pandemia también aconsejan la suspensión de la actividad programada para limitarla a la patología urgente y poder optimizar así el personal con el que se cuenta ante la posibilidad de que llegue una avalancha de enfermos que requieran atención hospitalaria. En el citado centro sanitario de Tortosa, por ejemplo, se están redistribuyendo las urgencias con la intención de descargar a los especialistas que tendrán que tratar a los enfermos de coronavirus de otros casos.

Estamos ante una emergencia sanitaria sin precedentes y quedarse en casa quizá sea la única medida para intentar frenar la llegada masiva de pacientes al hospital"

"El gran drama de la situación en la que nos encontramos es que la enfermedad se está manifestando en brotes. En Italia llegaban dos pacientes con positivo y a las diez horas otros 37. Los intensivistas entubaban, pero es imposible que un profesional pueda atender ese número de enfermos", explica Nogales.

Otra de las medidas adoptadas en Italia ha sido la redistribución de pacientes por centros, para lo que se constituyó un grupo de coordinación central por áreas que iba asignando enfermos en función de la capacidad que iba teniendo cada hospital. Conocida esta experiencia, la dirección del Virgen de la Cinta se está planteando ya derivar enfermos con otras patologías a "otros centros cercanos", al tiempo que trata de dotarse del mayor número de camas con respiradores recurriendo a los de reanimación quirúrgica y preparando quirófanos como boxes para recibir a pacientes con patología respiratoria.

La dimensión del problema les está llevando en las últimas semanas a insistir a su personal sanitario en la necesidad tanto de mirar por el uso de los equipos de protección disponibles como de utilizarlos disciplinadamente para evitar contagios; a hacer un inventario de la medicación y los medios técnicos -como termómetros por infrarrojos- que consideran que les hará falta y a establecer protocolos sobre las pruebas diagnósticas que deben realizarse. "En condiciones normales se harían, pero se piensa que practicándolas el riesgo de transmisión de enfermedad intrahospitalaria es mayo y no aporta beneficio importante", precisa.

"Clave del éxito"

Sin ser experto en enfermedades respiratorias, pero con el conocimiento que está adquiriendo de la experiencia italiana, Julio Nogales no tiene dudas de que la "clave del éxito" será que los pacientes que puedan enfermar por coronavirus "vayan llegando de forma paulatina" al hospital y no en avalancha para que el sistema pueda ofrecer respuesta sin colapsar.

"Lo que es básico es que la población tiene que concienciarse de que estamos ante una emergencia sanitaria sin precedentes y que quedarse en casa quizá sea la única medida para intentar frenar la llegada masiva. Los medios que hay son limitados y hay que intentar que se utilicen a cuentagotas", subraya. Y añade: "La reclusión puede tener impacto en muchísimas vidas. Hay que tener la responsabilidad personal de que, si soy un paciente de riesgo bajo, no me convierta en un vector de transmisión para otros. Mi influencia le puede costar la vida a muchísimas personas. Hay que autoconvencerse".