Las últimas semanas, los hospitales españoles atendieron un 40% menos de infartos y los ictus cayeron alrededor de un 33%. Las salas de espera de urgencias atendían casi en exclusiva a personas con síntomas compatibles con coronavirus, la epidemia llenaba tanto las urgencias como muchas de las plantas y, sobre todo, las UCIS. “¿Ha dejado de haber infartos? No. Simplemente han dejado de ir al hospital. Algunos han muerto y otros han llegado más tarde y arrastrarán secuelas mucho peores”, lamenta Juan Jorge González Armengol, presidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES).

En general, SEMES estima que las visitas a Urgencias de todas las patologías han caído entre un 60% y 70% y advierten con “gran preocupación” de las “graves secuelas que puede tener este efecto colateral de la epidemia”, en palabras de González Armengol. Y es que ahora que se observa una bajada de casos, los expertos comienzan a advertir de otros efectos, menos directos pero de gran importancia.

“No nos preocupa, obviamente, que bajen las urgencias banales, pero hay muchas patologías cardíacas, quirúrgicas, infecciosas o neurológicas que están llegando muy tarde o que directamente no llegan. Estos días se han registrado algunas muertes por apendicitis, algo que es rarísimo fuera de la epidemia”, añade el presidente de SEMES. Corrobora esta situación, desde otro punto de vista, Patricia Estevan, médica de atención primaria en Puente de Vallecas (Madrid). “Tengo un paciente de 90 años con problemas cardíacos que no quiere ir a urgencias, teme que se va a quedar solo en el hospital y no quiere”.

Nos encontramos con personas que han demorado mucho venir a urgencias y se encuentran más graves

Charbel Maroun , médico de Urgencias de La Paz

Para Estevan, se ha “aparcado” el resto de la medicina y ahora toca volver a retomarla. Porque mientras el pico de casos de COVID-19 se ha superado en la mayoría de lugares y las urgencias de COVID-19 se han ido vaciando, los enfermos de otras patologías mantienen el miedo a acudir a los hospitales. “Estamos viendo un ligero aumento de casos ajenos a COVID-19 pero hemos pasado de tener las urgencias copadas por COVID-19 a tener salas vacías, tanto de coronavirus como de otras patologías. Lo que estamos viendo más ahora mismo son recaídas de COVID-19”, afirma González Armengol.

En este sentido, el presidente de SEMES afirma que en la mayoría de los centros "se han habilitado circuitos diferenciales, por lo que la gente no tiene que tener miedo a acudir a las urgencias por contagiarse. Es más, tienen que pensar que lo que les pasa puede ser más grave que una neumonía por COVID-19. No es por alarmar pero la gente también tiene que ser consciente del riesgo de no ir a urgencias".

En el Hospital de La Paz en Madrid, uno de los más grandes de España, están viendo cómo poco a poco se van incorporando otras patologías y lo hacen a través de esos circuitos diferenciados. “Hace tres semanas teníamos una sala en urgencias con 13 camas para pacientes no COVID-19 y muchas días no se llenaban, al ir viendo cómo han ido aumentando añadimos otra sala con 30 camas más y ahora vamos a abrir otras dos 24 camas en total”, explica Charbel Maroun Eid, médico adjunto al servicio de Urgencias de La Paz, que explica cómo durante el pico de la epidemia les llamó la atención especialmente el descenso de ictus y patologías psiquiátricas. “Ahora que vamos viendo que los pacientes vuelven nos encontramos con personas que han demorado mucho venir a urgencias y se encuentran más graves que si hubiesen venido antes”, añade.

Por todo ello, los expertos coinciden en que esta ausencia temporal de una parte de los enfermos del sistema se traducirá pronto en una vuelta y, a medio plazo, tendrá también consecuencias en parte de los enfermos crónicos por la posible descompensación de sus enfermedades. En este sentido advertía hace unos días el Consejo General de Enfermería, que está haciendo una campaña para el control de los enfermos crónicos, que son hasta un 77% de los mayores de 65 años. "Con ellos hay que tener más cuidado aún, porque sabemos que si se contagian pueden tener más complicaciones. Pero lo que no pueden hacer es descuidar su seguimiento porque eso puede agravar sus enfermedades de base", añade. En ese sentido es la atención primaria la que está realizando un seguimiento a través del teléfono para evitar el descontrol de este tipo de enfermos.

Más refuerzos de sanitarios

Una vuelta de los enfermos que puede coincidir con dos factores que impacten - de nuevo - negativamente en el sistema. Por un lado, posibles nuevas oleadas de COVID-19 (que Sanidad ha avisado ya de que es muy probable que vuelva el próximo invierno) y con un sistema sanitario que vuelva a los niveles prepandemia. "Es clave que en el futuro próximo se tenga en cuenta que los médicos están agotados y que necesitan que sus turnos de vacaciones se respeten", indica Julián Ezquerra, secretario general de la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (AMYTS).

Es clave que en el futuro próximo se tenga en cuenta que los médicos están agotados y que necesitan que sus turnos de vacaciones se respeten

Julián Ezquerra, secretario general de AMYTS

Para él es necesario mantener a los 10.000 profesionales y los médicos que terminan ahora sus residencias. “La llegada del verano supone una disminución de las camas y lentitud en las listas de espera, que son ahora más largas que nunca”. Su sindicato apuesta por retener el talento de los contratados para luchar contra el COVID y los residentes “porque pueden ser contratados por otros países, que están detrás de contratar médicos para luchar contra la pandemia”.

En este sentido el sindicato insiste en reforzar el sistema sanitario porque la previsiones son de mucha sobrecarga. “Si hay una nueva oleada de COVID tenemos que estar preparados, pero lo que ya es seguro es que en verano llegará una ola de calor, o dos, y eso llena las urgencias, y después llegará una gripe estacional y eso tendrá que convivir con el estado en el que esté la pandemia”.