El "hacinamiento" en el transporte público en horas puntas es una de las razones que en las últimas semanas ha influido en el alto porcentaje de contagios por Covid-19 entre la población inmigrante que reside en la Comunidad de Madrid, según reconocen técnicos de atención primaria. Aunque desde el Gobierno regional aseguran que el transporte público "no supone un foco relevante" y que no se ha podido relacionar ningún brote con su uso.

El martes, la Comunidad publicó su último informe semanal sobre la situación epidemiológica de Madrid. El documento reflejó que un 42,1% de los casos confirmados entre el 11 de mayo y el 30 de agosto son inmigrantes. Pero en el último tramo de agosto, del 17 al 30, la proporción fue algo mayor: un 43,5% de los contagiados son personas nacidas en el extranjero.

El mapa epidemiológico también indica diferencias entre municipios y entre distritos. En Madrid ciudad, los mayores índices de casos en las últimas dos semanas de agosto coinciden con los distritos con más población inmigrante: Puente de Vallecas (987,6 casos por cada 100.000 habitantes), Usera (957,8 por cada 100.000), Villaverde (854,7 por cada 100.000) y Carabanchel (658,4 por cada 100.000). La incidencia, en cambio, no es tan alta ni en Tetuán (436,6 por cada 100.000 ) ni en Centro (477,3 por cada 100.000), los otros dos distritos con elevadas tasas de inmigración.

Los inmigrantes en Madrid sufren más algunas condiciones de vida que favorecen su exposición al virus. Entre ellas, el hacinamiento en las viviendas, una mayor precariedad laboral, peor acceso a la Sanidad, menos conocimientos sobre como afrontar la pandemia (sobre todo los que no dominan el español) y más uso del transporte público.

En la Comunidad, la red de transporte la gestiona el Consorcio Regional de Transportes de Madrid (CRTM) Este organismo, que depende del Gobierno regional, coordina el Metro, los autobuses de la EMT, los interurbanos, la red de Cercanías y el Metro ligero.

Durante el estado de alarma, la oferta de transporte cayó bajo mínimos. En los últimos meses la demanda se ha recuperado poco a poco, sin llegar a los niveles de 2019. En el Metro, el transporte público favorito de los madrileños, a mediados de agosto hubo un 40% menos de viajeros que en el mismo mes del año pasado. Aún así, el Sindicato del Colectivo de Maquinistas (SCMM) denunció que sí se habían producido aglomeraciones en el suburbano, sobre todo, en las horas puntas. Los maquinistas detectaron los mayores problemas en los intercambiadores, en la Línea 1 (que une el norte desde Pinar de Chamartín hasta el sureste, en Valdecarros) y en la 3 (que conecta el oeste desde Moncloa con el sur, en Villaverde Alto).

Metro de Madrid dijo entonces que las normas sanitarias se estaban cumpliendo y sólo se produjeron "casos puntuales" por incidencias de servicio. Por su parte, fuentes de la Consejería de Transportes aseguran que no se han producido hacinamientos desde el inicio de la pandemia.

Además de la mascarilla obligatoria, en el transporte público madrileño no se puede comer y se permiten hasta 3 personas por metro cuadrado y el cien por cien de los asientos ocupados.

Hace sólo cuatro días, el consejero de Transportes, Ángel Garrido, defendió en su cuenta de Twitter que viajar en transporte público no supone un "foco de contagio relevante de Covid-19" gracias al uso de las mascarillas, la renovación del aire en los vehículos, una menor interacción social y las desinfecciones intensivas.

Con la vuelta al trabajo y las clases, Transportes está aumentando las frecuencias de Metro en las horas puntas, aunque la demanda sigue alejada de los niveles de 2019 en las mismas fechas. El viernes, por ejemplo, utilizaron el Metro la mitad de viajeros que en el mismo día del año pasado. La EMT también pretende incrementar en un 35,5% su oferta. En cuanto a los interurbanos, esta semana han circulado un 21,6% más de autobuses y en la segunda quincena se recuperará el cien por cien de su oferta invernal habitual.