Ha sido una de las preguntas más repetidas desde el inicio de la pandemia. ¿El transporte público es un caldo de cultivo para el virus? Como ocurrió con el tráfico aéreo, los trenes, metros y autobuses se vaciaron de viajeros durante el estado de alarma. En los últimos meses han recuperado parte de su actividad, sin acercarse a los niveles del año pasado. En septiembre se esperan más pasajeros con la vuelta al trabajo y el inicio de los colegios y las universidades. Por ahora, algunas ciudades apuntan a que el riesgo de contagio en el transporte público puede ser más bajo de lo esperado.
En París, por ejemplo, no lograron relacionar ninguno de los 386 focos detectados entre mayo y mediados de julio con el transporte público. Tampoco en Nueva York, Tokio o Madrid. Basándose en un estudio internacional, la Consejería de Transportes madrileña asegura que el riesgo de contagio se sitúa entre el 1 y el 0,005 %. Ese informe tienen en cuenta el uso obligatorio de la mascarilla, las desinfecciones intensivas, la renovación de aire en los vehículos y una baja interacción social.
El secreto está en ventilar el transporte público lo máximo posible, haciendo más recambios de aire"
Antonio Alcamí, investigador del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC)
"Se demuestra que el transporte público es seguro si se usa la mascarilla", dice Álvaro Fernández Heredia, gerente de la empresa de Autobuses Urbanos de Valladolid (Auvasa) Se tienen que cumplir, explica, tres condiciones para que el transporte no sea seguro: "Las aglomeraciones, una mala ventilación y que haya interacción social. En el transporte público no hay aglomeraciones salvo en las horas puntas. Los sistemas de ventilación son los mejores que podamos imaginar. E interacción no hay porque no hay lugar a quitarte la mascarilla".
En España es obligatorio llevar mascarilla en el transporte público desde el 4 de mayo, cuando comenzó la fase 0 de la desescalada. El número de pasajeros en los trenes, metros o autobuses ya no es el mismo. Se ha recuperado parte de la demanda y en septiembre seguirá aumentando con el inicio de las clases y la vuelta de las vacaciones. Aunque todavía hay empresas que optan por el teletrabajo.
La forma en la que usamos el transporte público también podría explicar por qué la exposición al Covid-19 podría ser más baja de lo esperado, según el The New York Times. En un restaurante con amigos, por ejemplo, la interacción social es distinta a la de un usuario del metro. En el transporte público los viajeros no suelen hablar entre ellos, liberando menos aerosoles o gotas. Tampoco pasan tanto tiempo en el mismo sitio, como sí hace el empleado en una oficina.
La ventilación de los vehículos
Antonio Alcamí, investigador del CSIC en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, cree que lo mejor que pueden hacer los viajeros es usar la mascarilla. Para las empresas de transporte tiene otras recomendaciones: "El secreto está en ventilar todo lo máximo posible, haciendo más recambios de aire en los trenes, que los autobuses lleven las ventanillas abiertas si pueden (...) Lo ideal es que hubiera más vagones de metro y menos personas por vagón, algo difícil de conseguir en horas punta".
Aunque el investigador detecta un problema con el Covid-19: "No tenemos datos objetivos que digan a partir de qué número de partículas por metro cúbico no tenemos el virus. No sabemos el nivel mínimo necesario para que sea infeccioso". En su laboratorio observaron como los aerosoles del Covid-19 se quedaron hasta 14 horas en suspensión en un ambiente cerrado y sin ventilación.
"El metro está continuamente abriendo puertas y hay más ventilación. Entiendo que estarán intentando aumentar el número de renovaciones de aire para reducir el riesgo. Los filtros del aire acondicionado de los trenes y autobuses no son tan eficaces como los de los aviones. El aire del avión circula de arriba hacia abajo y tiene muchas renovaciones. Es muy difícil que haya un contagio de la fila 1 a la 120 porque el aire se renueva. El riesgo es con la persona de al lado. Cambiar los filtros de los trenes y autobuses es inviable porque habría que cambiar el sistema de acondicionamiento y el diseño de los vehículos", explica Alcamí.
En el metro de Nueva York el aire que circula por el vagón se reemplaza por aire fresco al menos 18 veces por hora. En los restaurantes, el aire se renueva de ocho a 12 veces por hora, y en las oficinas, de seis a ocho. Según Álvaro Fernández Heredia, España cuenta con unos de los mejores sistemas de ventilación" porque están pensados para afrontar nuestro clima caluroso. En el Metro de Madrid el aire se renueva como mínimo una vez cada 2,5 minutos. Es decir, entre 24 y 44 veces en una hora según el tipo de tren.
"Inactivar" el virus
Cuando estalló la pandemia, el CSIC creó Salud Global, una plataforma interdisciplinar para encontrar soluciones contra el virus. Entre otros objetivos, cuenta Alcamí, trabajan en sistemas para inactivar el coronavirus. Se trata de métodos que dañan las partículas del virus que flotan en el ambiente. La idea es que el Covid-19 se inactive con luz ultravioleta o por contacto con superficies con propiedades especiales. El investigador prefiere este sistema al uso del ozono: "Necesita concentraciones altas para que sea eficaz, y eso es tóxico".
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