El origen de los tatuajes es al menos tan antiguo como la momia Otzi, que vivió hace 5.000 años y fue enterrada con 61 tatuajes en su cuerpo. Mucho más tarde, ya en el siglo XVIII, los trajo a Europa desde Polinesia el explorador John Cook y su fama ha ido creciendo década tras década. Hoy día la población tatuada entre 20 y 40 años llega al 30, según datos compartidos por la Academia Española de Dermatología y Venereología, que esta semana celebraba su 48 Congreso en Bilbao.

Allí los dermatólogos han hablado sobre los tatuajes y, sobre todo, de las complicaciones que les toca atender en sus consultas. Donís Muñoz, uno de los expertos en este campo, advierte a El Independiente, en primer lugar, que éstas son “excepcionales”. “En los países desarrollados y siempre que se hagan en un sitio debidamente autorizado”, puntualiza.

Esa es una de las claves para que un tatuaje sea seguro, aunque el porcentaje de tatuajes que causa reacción llega a ser del 20% en el caso de reacciones precoces leves, como picor o edema, y del 10% en el caso de las reacciones tardías, que pueden ocurrir años después del tatuaje. Son datos presentados en el Congreso por Mercedes Rodríguez Serna, dermatóloga del Hospital La Fe de Valencia.

Esta dermatóloga hacía referencia a estudios que indican que hasta un 10% de tintas que se analizan están contaminadas y que “un tercio de ellas no lleva la composición exacta” indicada en el recipiente. En España no existe una legislación específica sobre tatuajes aunque sí existe un listado de sustancias prohibidas y todas deben estar autorizadas por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).

A la hora de hacerse un tatuaje, Muñoz, que tiene su propia Clínica de Dermatología Médico-Estética en Gandía (Valencia), explica que existen factores importantes a tener en cuenta antes de hacerse un tatuaje, desde el color a las opciones para retirarlo o qué se debe conservar.

Qué tinta se debe evitar en un tatuaje

Aunque hay muchos colores, Muñoz explica que “el 80% de las reacciones a los tatuajes en la piel se dan a tintas rojas y la que menos complicaciones causa es la negra”.

También el dermatólogo explica que antes de hacerse el tatuaje también debe pensarse en la posibilidad de querer retirarlo. “No es lo mismo quitar unas tintas que otras de la piel. El blanco y el azul claro son casi imposibles de quitar, así como colores claros como el amarillo resultan muy difíciles de eliminar. Por el contrario, la tinta negra y la roja son las que se quitan con mayor facilidad”.

Qué componentes tiene la tinta del tatuaje

El dermatólogo explica que las tintas llevan distintos componentes que pueden provocar reacciones alérgicas a corto, medio pero también muy largo plazo. Por tanto, considera que “cuando uno acude a hacerse un tatuaje debe hacer una foto de las tintas que se utilicen, ver que está fabricada en España y que en la imagen figure el lote, el fabricante, la composición del pigmento y todos los datos para poder identificar el origen de una posible reacción”.

Además de fijarse en las tintas y en el centro – “que esté debidamente homologado” -, Muñoz incide en que “se haga una densidad de tinta correcta, no demasiada para que haga relieve y luego, en consecuencia, sería más difícil de quitar”.

Más allá de eso, este dermatólogo experto en tatuajes y autor de Tratado sobre los tatuajes, claves para su eliminación con láser, recomienda a quienes se interesen por hacerse un tatuaje “no precipitarse, pensar bien qué tatuaje se quiere, qué dibujo y en qué parte del cuerpo, además de asegurarse de que el centro esté homologado y el tatuador, capacitado artísticamente”.

En este 48 Congreso en Bilbao los dermatólogos han querido subrayar la importancia de que cualquier complicación de un tatuaje sea seguida por ellos y, además, han puesto en valor las novedades existentes para retirarlos. Nuevos láseres con tecnología en picosegundos en lugar de nanosegundos (aún los más utilizados) porque generan una mayor fragmentación de la tinta y “permite emplear fluencias mayores y más eficientes, sin acarrear un mayor daño tisular, y generan una menor incidencia de efectos adversos sobre la piel tatuada”, explica Muñoz.

En el simposio también se ha hablado de la apreciación de un “mayor número de lesiones tumorales tanto benignas como malignas sobre la piel tatuada”. Sin embargo, Muñoz asegura que “no existen evidencias científicas suficientes acerca de la relación entre los tatuajes y el cáncer, y se considera que se trata más bien de una relación casual y no causal”.