La factura seguirá creciendo. El próximo año el País Vasco continuará con su escalada ascendente en gasto sanitario que la sitúa, año tras año, como la comunidad autónoma con mayor gasto sanitario por habitante: 2.114 euros el próximo año. Supone un desembolso que pese a crecer de modo importante cada ejercicio no evita, al igual que en otras comunidades autónomas, que sus trabajadores denuncien falta de recursos materiales y humanos para prestar un correcto servicio asistencial a la ciudadanía.

El Servicio Vasco de Salud costará a los vascos el próximo ejercicio 3.733 millones de euros. Se trata de una partida un 33% superior a la de hace sólo cinco años. Esta mayor inversión reafirma a la sanidad pública a la cabeza del ranking de los servicios públicos en España pero no supone que los trabajadores no denuncien falta de medios.

El caso de Osakidetza está lejos de la precariedad denunciada en servicios de Salud como el de Madrid pero también convive con movilizaciones sindicales en demanda de mejoras. Una de las fundamentales ha sido la necesidad de consolidar su plantilla, con un alto grado de interinidad que las centrales fijan en un 58%. Ante ello, el Gobierno vasco ha proyectado unos presupuestos para la sanidad pública en 2023 que son un 6% más elevados que el año pasado y que tienen en el refuerzo de la plantilla estructural uno de sus objetivos.

El 65% de gasto, a personal

Sin duda la partida de personal es la que absorberá la mayor parte del presupuesto, el 65% del total. El Servicio Vasco de Salud es hoy por hoy la mayor empresa de Euskadi. La sanidad pública es la que concentra, junto a Educación, las principales convocatorias de Ofertas Públicas de Empleo (OPE) para el próximo año. Sólo para el 2023 en el País Vasco se convocarán cerca de 3.500 plazas públicas destinadas a consolidar y ampliar la plantilla de la sanidad pública. De este modo, la estructura de personal con la que gozará la sanidad pública rozará los 31.000 trabajadores.

Según la última estadística del ministerio de Sanidad, Euskadi, Asturias y Castilla y León liderarían el gasto sanitario per cápita en nuestro país. Con datos correspondientes a 2020, la inversión media por habitante en esos tres casos sería de 1.948 euros, 1.892 euros y 1.863 euros respectivamente. En los últimos puestos de la lista se situarían Andalucía y Madrid, con un gasto per cápita de 1.398 y 1.491 euros respectivamente. Esta disparidad de inversión por habitante ronda el 25% entre quienes más recursos económicos dedican y quienes menos.

En el caso de la sanidad vasca, la mayor inversión no necesariamente se ha traducido en una mejora del servicio. Cada vez más, las críticas por el funcionamiento de Osakidetza suben puestos en las sucesivas encuestas de opinión que llevan a cabo instituciones y Universidades, algo impensable hace unos años. Otro indicador significativo es el aumento de clientes que se ha registrado en los últimos años en la sanidad privada. El 22% de la población en Euskadi cuenta con una póliza privada, con un coste medio de 750 euros y con la saturación de la sanidad privada como principal razón.

Osakidetza ha sido históricamente la ‘joya de la corona’ de la gestión de los gobiernos en Euskadi. Desde su conformación a mediados de los años 80, la sanidad pública vasca ha ido ganando prestigio y dimensión. Aún hoy mantiene ambas, pero el orgullo que otrora atesoraba ha comenzado a perder brillo a consecuencias de decisiones políticas, escándalos o ausencia de medios en determinados recursos.

Sociedad envejecida, demanda disparada

A ello se suma el preocupante envejecimiento de la población que arrastra el País Vasco y que ha disparado la demanda y necesidad de recursos sanitarios. Un envejecimiento social que las políticas en favor de la natalidad del Gobierno no logran mitigar y que hace años que se deja sentir en los servicios hospitalarios y asistenciales, cada vez más saturados. Actualmente un 24% de la población vasca tiene más de 65 años y a medio plazo ese porcentaje aumentará de modo significativo.

El envejecimiento se deja nota ya en la demanda de servicios médicos. En sólo cinco años el número de intervenciones quirúrgicas se ha disparado un 26%. Esta realidad ha hecho que se proceda a tener que recurrir a otras vías asistenciales para aliviar la carga de los quirófanos. Cada vez más intervenciones se llevan a cabo en áreas asistenciales. 

A ello se suma la alta esperanza de vida de la que goza la sociedad vasca. Los datos del Eurostat reflejan que los vascos viven tres años y medio más que la media europea, hasta alcanzar los 83,6 años de esperanza de vida, cuatro meses más que la media española. En el caso de las mujeres la esperanza de vida es de casi seis años más que los hombres, 86,3 años frente a los 80,7 de los varones.