Telefónica empieza a dar pasos importantes para paliar el gran problema que arrastran sus cuentas. El grupo de telecomunicaciones está obligado a reducir su enorme endeudamiento bajo la amenaza de nuevas rebajas de rating por parte de las agencias de calificación, lo que complicaría de manera inasumible su acceso a la financiación. Y sea por convicción, o haciendo de la necesidad virtud (Moody’s y Fitch le rebajaron el rating el año pasado y dejaron la nota demasiado cerca de la de bono basura), la compañía lo está consiguiendo.

Telefónica arrastraba a finales junio una deuda financiera neta de 52.200 millones de euros. Un mes antes Bruselas vetaba a la compañía la venta de su filial británica O2 a Hutchinson, que era una de las dos grandes bazas para conseguir la mochila de la deuda de manera inmediata. Y unos meses después, en septiembre, la propia Telefónica abortaba la otra: el grupo decidía no sacar a bolsa Telxius por el escaso interés de los inversores y el bajo precio que ofrecían.

El grupo ha conseguido reducir su deuda en 3.600 millones en seis meses y recortará otros 1.300 en otros seis

Desde ese tope de 52.200 millones, el grupo ha conseguido ya reducir su endeudamiento en 3.600 millones. Y lo ha hecho a base de generación de caja en la segunda mitad del ejercicio y con la venta de la televisión argentina Telefé, entre otros aspectos. La compañía acabó cerrando 2016 con la deuda ligeramente por debajo de los 48.600 millones.

Esta misma semana, Telefónica consiguió reactivar su plan de hacer caja con Telxius, su filial de infraestructuras de comunicaciones. La compañía pactó la venta de hasta un 40% de la filial al fondo KKR por 1.275 millones, que se destinarán para enjugar deuda y que sirven al grupo para sacar pecho: el precio está dentro de la horquilla que se barajaba para sacar la filial a bolsa, y con ello demuestra que la compañía no estaba dispuesta a malvender. Y, sobre todo, sirve para justificar que, entretanto, el grupo haya decidido endosarle parte de los problemas al accionista y haya anunciado un nuevo recorte de dividendo.

La operación pactada con KKR por Telxius, planteada en varias fases, previsiblemente se completará a mediados de este año. Y con ella Telefónica habrá conseguido reducir en un año su deuda en más de 4.900 millones, dejándola en el entorno de los 47.300 millones.

Pero la compañía está convencida de que el recorte de deuda será aún mayor. Incluso sin necesidad de nuevas desinversiones, aunque el presidente, José María Álvarez-Pallete, y su cúpula no ocultan que casi con total seguridad las habrá. “La deuda neta va a decrecer este año orgánicamente”, explica Ángel Vilà, director de Estrategia y Finanzas de la compañía. “La generación de caja está siendo de 80 céntimos de euro por acción, y el dividendo este año será de 40 céntimos. Aritméticamente está claro”.

“Nuestro objetivo es demostrar trimestre a trimestre que crecemos, que aumentados la generación de caja y que somos capaces de reducir la deuda orgánicamente”, sentencia Álvarez-Pallete.

Las otras ventas que vienen

No obstante, las oportunidades inorgánicas (vender activos de la compañía) se van a aprovechar. Y entre esas oportunidades, la compañía lo admite abiertamente, se encuentra retomar la venta parcial de su filial británica O2. Ya sea colocando un paquete accionarial a un comprador o con una salida, pero en principio sin perder el control de la empresa.

Telefónica no oculta que sigue queriendo vender parte de la británica O2 y que está atenta a movimientos corporativos en México

“Seguimos con los preparativos, preparamos diferentes alternativas. El objetivo es estar preparativos para cuando se den las condiciones de mercado y cuando surja una oportunidad”, reconoce Vilà. Aunque puede que de momento esas condiciones no sean las oportunas: con la subasta de espectro radioeléctrico a la vista en Reino Unido, muchos inversores prefieren esperar y ver, y la incertidumbre generada por el Brexit y la caída de la libra tampoco ayudan.

Pero en los mentideros del mercado se da casi por hecho, en cualquier caso, que esa venta de O2 se producirá a lo largo de este año. Analistas e inversores esperan que Telefónica vuelva a intentar en unos meses colocar en bolsa o vender una participación similar de la británica O2 . E incluso, como empujón paralelo o alternativo para seguir rebajando deuda, que la compañía se desprenda de su autocartera para sanear aún más el balance.

Y aún puede haber otras alternativas. Y es que Telefónica no oculta que está pendiente de los movimientos de consolidación que podrían prepararse en México. En un mercado como potencial, pero actualmente muy agitado (por la guerra de precios y por la llegada de un nuevo rival, la estadounidense AT&T), las opciones son muchas. Puede ser una compra (improbable), puede ser una fusión o… sí, una venta.