El Gobierno trabaja en una reforma total de los impuestos ligados al automóvil. La nueva fiscalidad llegará en 2018, en el marco de la nueva ley de financiación de las comunidades autónomas y los ayuntamientos, dado que los principales tributos del sector son recaudados y gestionados por las autonomías (impuesto de matriculación) y por las administraciones locales (impuesto de circulación).

A la espera de que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, vaya desgranando en qué sentido busca remozar la fiscalidad del motor, el sector del automóvil despliega públicamente su lista de peticiones. Los fabricantes y la distribución reclaman que la reforma se base en un principio básico: que no se penalice la compra de vehículos, sino que, en todo caso, se penalice su uso.

Vender más con menos impuestos

Las patronales de fabricantes (Anfac), concesionarios (Faconauto), vendedores (Ganvam) e importadores (Aniacam) coincidieron ayer en este punto. Todas las patas del negocio de la venta del automóvil se reunieron en unas jornadas sobre fiscalidad y reclamaron al unísono la eliminación completa del impuesto de matriculación, el que se paga en el momento de la adquisición de un vehículo nuevo.

Según su criterio, el impuesto de matriculación -del que, por cierto, el 74% de los vehículos que se venden en España está exento- supone una penalización a la compra de coches nuevos, lo que implica un impedimento para renovar un parque automovilístico envejecido como el español (con 12 años de antigüedad de media) y, con ello, se ponen traba a la llegada a las carreteras de vehículos menos contaminantes, más eficientes y más seguros.

Según las patronales, el impuesto de matriculación “reduce artificialmente el tamaño de su mercado potencial”, y eliminarlo serviría a mejorar las ventas, sus ventas. El año pasado, las matriculaciones de turismos alcanzaron en España las 1,15 millones de unidades, un 10,9% más. Sin embargo, el sector estima que el potencial real del negocio en un mercado del tamaño del español es de 1,3 millones de matriculaciones a corto plazo y de 1,5 millones a largo.

Gravar el uso del coche

Fabricantes y distribuidores sostienen que no hay que penalizar la compra del vehículo, sino gravar su utilización. En este sentido, respaldan abiertamente la propuesta desgranada por el economista José Ramón Rallo durante las jornadas. A saber, la manera más justa de gravar el uso de los vehículos sería la imposición de “peajes dinámicos” en ciudades y carreteras.

Gravar en función del uso que se le dé al automóvil y de las características del mismo, y en función de la utilización que se hace de las infraestructuras y del gasto en mantenimiento que genera, así como de las externalidades que provoca (contaminación, tiempo perdido por los atascos, ruido…), y del tiempo que se esté dentro de una ciudad, y dependiendo del grado de congestión de una carretera... “El pago por el uso es el futuro”, dijo Mario Armero, vicepresidente de Anfac. Mientras que el de matriculación se trata de un impuesto “anacrónico y obsoleto”, cuyo objetivo es “meramente recaudatorio”, sostuvo Rallo.

En paralelo, las asociaciones empresariales también abogan por una reforma del impuesto de circulación para desincentivar el uso de los coches más antiguos y, por tanto, más contaminantes. El tributo municipal está basado en la potencia y la cilindrada del vehículo, pero habría que incorporar también criterios medioambientales basados en las emisiones. Que pague más el que más contamine, en resumen.