Las cartas están sobre la mesa y quedan dos meses de batalla. Las primarias socialistas se celebrarán a finales de mayo, probablemente el 21 o el 28, y el Congreso entre el 17 y el 18 de junio. El próximo sábado, el Comité Federal convocará ambos procesos. Los tres aspirantes llevan un mes de campaña, aunque Susana Díaz lo hizo oficial este domingo. "A partir de hoy voy a recorrer todos los rincones de este país agrupación por agrupación”, ha anunciado.

La baronesa andaluza parte como favorita absoluta, con el apoyo de todo el establishment del partido y buena parte de la militancia, que reconoce en ella las esencias tradicionales del PSOE, el hilo espiritual que los conecta con la etapa grandiosa de Felipe González. En el PSOE están hartos de perder elecciones y sienten auténtica envidia de la federación andaluza, que presume de mantener en rojo sus provincias comicios tras comicios.

Esa necesidad generalizada de recuperar un ánimo victorioso y el rencor hacia Pedro Sánchez ha unido a enemigos tradicionales en torno a la candidatura de la trianera. Ella, a cambio de asumir el riesgo de perder en unas primarias -lo que supondría su cuestionamiento orgánico e institucional en Andalucía- sólo ha puesto una condición: compatibilizar el cargo con la Presidencia de la Junta.

Todos los aliados de Díaz aceptan su condición de compatibilizar los cargos

Todos han aceptado esa condición, por mucho que algunos -como José Bono el sábado en La Sexta Noche- hayan denunciado la incompatibilidad de Dolores de Cospedal como secretaria general del PP, presidenta del PP de Castilla-La Mancha y ahora también ministra de Defensa. "No se puede comparar a Cospedal con Susana Díaz", dijo después para salvar los muebles.

Estos dos meses se empieza a poner a prueba esa compatibilidad: trabajo institucional y campaña partidista. Para poner más énfasis en que no hará dejación de funciones, la presidenta potenciará su agenda institucional con actos que, por otra parte, le favorecen en esa campaña. Así lo ha hecho ya durante las últimas semanas, en las que se ha dedicado a reinaugurar hospitales y anunciar plazas de guarderías y oposiciones. ¿Dónde acaba lo institucional y empieza lo orgánico? Los límites están difusos.

Un debate delicado

La propia presidenta abrió un debate delicado cuando reprochó al portavoz y coordinador de estrategia de Pedro Sánchez, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, que se dedicara a la campaña de las primarias en vez de a su puesto como gerente de la Agencia Pública de Puertos de Andalucía. Minutos antes, Gómez de Celis, histórico adversario de Susana Díaz en el PSOE-A, había respondido a las preguntas de Carlos Herrera en una entrevista radiofónica. Ambos socialistas mantienen una antigua amistad con el periodista.

El referente crítico andaluz -confinado por Díaz en los Puertos, destino de todos los guerristas andaluces tras perder frente a Manuel Chaves- había mostrado poco antes que estaba en su puesto de trabajo puntualmente, para evitar suspicacias. Pero ¿a qué se ha dedicado Susana Díaz durante los dos últimos años? ¿Dónde ha estado desde el derribo de Pedro Sánchez? ¿En la Junta de Andalucía o recorriendo España para tejer alianzas y afectos por todo el país, como alaban públicamente Guillermo Fernández Vara, José Bono y otros dirigentes del partido? ¿Y todos sus asesores institucionales? ¿Trabajan para la victoria de la presidenta o para Andalucía?

Ya algunos sanchistas destacados han señalado en público que también dedica horario laboral de mañana a cuestiones como reunir a su Ejecutiva regional para anunciarles su candidatura.

La compatibilidad de ambos cargos es un seguro de vida para Susana Díaz. Si llegara a perder las primarias, se aferraría con uñas y dientes a sus puestos en Andalucía. Pero el hecho sólo de presentarse a las primarias le supone un desgaste considerable. Jueves tras jueves, así lo vive en el Parlamento andaluz, donde la oposición le exige que elija entre el PSOE o la Junta de Andalucía.

Más duro para ella resulta cuando el reproche llega directamente de la calle. "Yo la he votado a usted para que se quede en Andalucía, no para que se vaya a Madrid", le espetó una usuaria del Centro de Servicios Sociales Comunitarios de Castilleja de la Cuesta (Sevilla), en una visita el pasado día 15.

La breve conversación, captada por las cámaras de televisión, mostraba la incomodidad de la presidenta ante ese dilema. "¿Se va usted a Madrid?", le preguntaba la señora. "Voy a hacer las dos cosas... Pero voy a tener que trabajar el doble", respondía la presidenta. "El doble de nada es nada", puntualizaba al día siguiente en el Parlamento el líder de la oposición andaluza, Juanma Moreno.

“Nunca pensé que podía llegar a este nivel de dejación y de renuncia de sus responsabilidades. Tómese en serio sus compromisos. Ha dejado de invertir 10.000 millones de euros en Andalucía por falta de pulso político del Consejo de Gobierno y porque usted no tiene la cabeza en Andalucía”, criticó el presidente del PP andaluz durante la última sesión de control a la presidenta. El tono se endurecerá aún más a medida que se acerquen las primarias.

Si gana las elecciones y se convierte en secretaria general, el desafío será aún mayor. En el PSOE se preguntan qué intereses defenderá Díaz como secretaria general en negociaciones que afecten, por ejemplo, a la financiación autonómica. ¿Será ecuánime o favorecerá a la comunidad que ella preside?