El PP acaba con las primarias directas, pero mandatará a sus delegados imitando la elección del presidente del Gobierno

Génova ha encontrado una vía intermedia a la hora de elegir quién será su líder a partir del 21 congreso del partido de los días 4, 5 y 6 de julio. No habrá un sistema de primarias directas como tal ni doble vuelta, pero tanto los militantes como los compromisarios tendrán voz y voto. No han tenido que ir muy lejos a buscar el modelo parlamentario en el que se inspiran, pues no es otro que el de la elección del presidente del Gobierno, de los presidentes autonómicos y de los alcaldes de toda España.

Según ha podido conocer El Independiente, el nuevo sistema pasa porque los afiliados de base elijan entre varias papeletas -tantas como aspirantes a líder haya- que incluirán, en cada provincia, el nombre del candidato a presidir el PP así como el listado de los delegados que le apoyan. Significa que, como se hace en las elecciones de este país, votarán a sus representantes y estos llevarán al congreso del partido el mandato de las bases. Sí hay una diferencia con respecto a nuestro sistema electoral. Se aplicará un modelo mayoritario, por el cual, la lista que saque más votos se lleva todos los delegados de esa provincia, sin repartos proporcionales. Además, en caso de que un candidato quisiera hacer una demostración de fuerza y presentar un listado con más aspirantes a compromisarios que puestos disponibles, los militantes podrían marcar los nombres que más le gustan como si fueran listas abiertas.

Olla a presión

Hasta ahora, los compromisarios no tenían ninguna obligación de votar a uno u otro candidato en caso de concurrencia de más de uno, ni siquiera con el sistema de doble vuelta, a pesar de las presiones que ejercían las organizaciones territoriales, por lo que el cónclave se convertía en una olla a presión de negociaciones de última hora, incluso de madrugada, para arañar todos las papeletas posibles.

Alberto Núñez Feijóo fue muy crítico con el modelo impuesto sorpresivamente para el congreso de 2018. En la primera vuelta concurrieron nada menos que siete candidatos, entre ellos Pablo Casado, Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal y José Manuel García Margallo. La fuerza de Santamaría, triunfadora, fue Andalucía y la de Casado, Madrid. Resultaron los dos más votados y, por tanto, pasaron a segunda vuelta. Pero las grandes enemistades internas que cosechó la que fuera todopoderosa vicepresidenta primera con Mariano Rajoy aglutinó todo el voto en torno al madrileño. Galicia, que era entonces territorio Feijóo, también apoyó a Casado, aunque sin un pronunciamiento formal, lo que provocó un enfriamiento de sus relaciones con Rajoy.

Otra cosa es que la propuesta del presidente del Ejecutivo murciano, Fernando López Miras; de la del extremeño, María Guardiola, así como la de la alcaldesa de Santander, Gema Igual, y del portavoz del PP en el Ayuntamiento de Barcelona, Dani Sirera,  sea del agrado de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. La baronesa madrileña subrayó en una entrevista en ABC su apuesta por "un militante, un voto".

Endurecimiento de los criterios para la presentación de avales

No es un tema menor. Si llegara el día el que Ayuso aspirara a la presidencia del PP, que conlleva automáticamente la candidatura a la jefatura del Gobierno -no parece que este punto vaya a tocarse en los estatutos- , sabe que su fuerza principal está en las bases y no en los aparatos regionales de los partidos de toda España. Queda la vía de las enmiendas, proceso que se abre a partir de mañana y que se cierra en una semana. Ahí se verá si esta fórmula satisface a Madrid.

Tampoco se trata del único cambio que los ponentes proponen en el texto de Estatutos. Se endurece el número de avales necesarios para poder presentar una candidatura, pasando de 100 a 500 y, además, debe haber representantes de al menos 25 provincias de las 51 existentes en toda España.