Las compañías eléctricas llevan años quejándose de cómo se ha extendido –en su opinión injustamente- en el imaginario colectivo el convencimiento de que obtienen enormes beneficios con su negocio de producción de electricidad, de que el sistema que fija los precios de la electricidad hace que algunas centrales tengan unas rentabilidades desorbitadas, y que singularmente las nucleares y las hidroeléctricas producen más barato que el resto y ya están totalmente amortizadas, así que se han convertido en cajas registradoras generadoras de beneficios directos.

Y esas mismas compañías eléctricas se quejan ahora también (normalmente fuera de micrófono y de manera descarnada) de que el Gobierno -con el ministro de Energía, Álvaro Nadal, a la cabeza- esté avivando esta impresión generalizada poniendo en duda los lamentos de las empresas sobre la baja rentabilidad de sus centrales eléctricas, presumiendo de haber aplicado nuevos impuestos para recortar los beneficios caídos del cielo que obtienen nucleares e hidroeléctricas, e incluso recordando las generosas retribuciones de los directivos y los dividendos que reciben sus accionistas.

Hasta el momento, Iberdrola había encabezado la batalla sobre la viabilidad de algunas centrales, hasta el punto de lanzar un órdago y amagar con iniciar el cierre de sus centrales nucleares por las pérdidas que generan. Ahora Endesa se suma a los intentos de visualizar los problemas de baja rentabilidad de algunas de sus instalaciones y lo hace abriendo de par en par sus libros de cuentas en un intento de rebatir las impresiones asentadas en el imaginario colectivo.

Endesa abre sus libros

Endesa desveló ayer el contenido de tres informes elaborados por consultoras externas –alguno de ellos de hace ya tres años- para intentar demostrar que ninguna de sus centrales eléctricas está amortizada; que no se benefician de ninguna retribución excesiva por cómo está diseñado el mercado e incluso que sus instalaciones (nucleares, hidroeléctricas, de gas y de carbón) están “infrarretribuidas” en relación a las renovables; que la rentabilidad se ha desplomado por los nuevos impuestos creados por el Gobierno en 2012 y por los bajos precios de la electricidad; y que nunca recuperará las inversiones realizadas en sus centrales –singularmente las nucleares- porque las partidas que debería destinar a amortizar los activos están en negativo desde hace una década.

Los tres informes están elaborados por Asesores Financieros Internacionales (AFI), por Solchaga Recio & Asociados y por Compass Lexecon. Y los tres informes coinciden en subrayar la mínima rentabilidad que obtienen todas las centrales eléctricas de Endesa, todas, y en que los márgenes son tan estrechos que la recuperación de las inversiones ejecutadas es una quimera para la compañía.

Según los estudios, al conjunto de plantas de producción de la filial Endesa Generación aún les quedaba al inicio de 2014 un total de casi 18.300 millones de inversiones por amortizar. Pero la compañía no estaba consiguiendo avanzar en esa amortización porque la partida en sus cuentas que debe destinarse a a ello es negativa sistemáticamente desde hace una década, desde 2006. Una situación, además, que se empezó a agravar en 2013 por los nuevos impuestos y por los bajos precios de la electricidad.

A las centrales nucleares les quedaría por amortizar unos 7.300 millones; a las plantas de carbón, 1.970 millones; a las de gas natural, más de 2.900 millones; y a las centrales hidráulicas, unos 6.100 millones de euros. Según los cálculos AFI, para que Endesa pudiera recuperar todas esas inversiones el precio al que venden la electricidad en el mercado mayorista debería crecer a razón de un 5,3% anual durante las próximas tres décadas desde los niveles actuales. “Ese escenario no es real. No se va a producir. Así que recuperar la inversión es imposible”, sentencia Arturo Rojas, socio de AFI.

Objetivo: mantener las centrales

Una de las grandes batallas del futuro de la energía en España pasa por qué hacer con las centrales nucleares. Frente al órdago de Iberdrola amenazando con el cierre de las centrales nucleares, Endesa se ha mostrado siempre partidaria de ampliar la vida útil de sus plantas nucleares.

¿Por qué si recuperar la inversión es imposible? Por un lado, porque, como en el caso del resto de tecnologías, el flujo de caja de las instalaciones sigue siendo positivo; así que cada año que se mantengan operativas se recuperaría un poco de las inversiones ejecutadas. Y, por otro, porque cuantos más años funcionen las plantas más se diluirá el efecto contable de los costes posteriores de desmantelamiento, según las consultoras.

“En principio sigue siendo razonable extender la vida de las nucleares y de otras tecnologías, porque el flujo de caja es positivo. Pero si bajan los precios de la electricidad lo suficiente, suben los costes muchos o hacen falta nuevas inversiones importante, entonces dejaría de ser razonable”, apunta Miguel Solchaga, consejero delegado de SR y Asociados.

Precisamente éste sería el escenario que llevaría a Endesa a justificar el cierre de dos de sus centrales que generan electricidad quemando carbón nacional, en León y en Teruel. Para cumplir con los requisitos medioambientales que exige Bruselas para 2020, la eléctrica debería hacer inversiones millonarias en ambas centrales de carbón que haría que los flujos de caja fueran negativos.

Tras la amenaza de Iberdrola de echar el cierre a centrales nucleares y el plan de Endesa de condenar centrales de carbón al no ejecutar las inversiones necesarias, el ministro Álvaro Nadal ha reconocido que busca fórmulas legales para intervenir centrales eléctricas para impedir su clausura y que el Gobierno pueda decidir el reparto futuro entre los diferentes tipos de energía para producir electricidad. Un plan que el ministro pretende desarrollar mediante un decreto ley al encontrarse con el rechazo del resto de partidos políticos del Congreso.