En el mes de octubre, 1.489.900 turistas pernoctaron en Cataluña. Son muchos: el 20,5% del total de visitas que recibió todo el país en el mismo período de tiempo. Pero deberían ser más. Mientras la actividad turística en España creció en el mes clave del 'procés' un 1,8%, en la región catalana bajó un 4,7 respecto a octubre de 2016. Su mayor descenso interanual desde abril de 2011 (-5,9%), en plena crisis económica.

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Y eso sin contar con la figura del Excursionista, que en estadística se traduce como el viajero que pasa el día en un lugar en el que finalmente no pernocta, bien porque está de paso o bien porque vuelve a su lugar de residencia. Las 'escapadas' a Cataluña literalmente se hundieron durante el ajetreo político: cayeron un 28,7% respecto al mismo mes del año anterior. El dato contrasta escandalosamente con el del resto de España, donde este tipo de visitante creció un 6,3%.

La caída se entiende mejor si se atiende a las vías de acceso a Cataluña. El aeropuerto de El Prat ralentizó en octubre su crecimiento, pero aún así el acceso aéreo se impulsó un 4,3%. También creció ligeramente el tren: un 0,4%. El hundimiento llegó en los accesos por carretera desde Francia (-27,7%)...y en los puertos, que registraron un 29,7% menos de entradas que en octubre del año anterior.

El 'procés' parece haber hecho especial daño al sector de los cruceros, algunos de los cuales cambiaron sus escalas de Barcelona a Valencia durante los días de mayor inestabilidad. La empresa Costa Cruceros llegó a alertar a sus pasajeros de posibles "disturbios civiles" en la Ciudad Condal.

El sector turístico y comercial, que emplea en Cataluña a casi medio millón de personas, se resiente a todos los niveles. Hace daño en los hoteles, que en octubre registraron una caída del 3,6% en el mercado extranjero y de un 8,7% en el nacional. ¿Se puede achacar al boicot? No del todo: incluso dentro de Cataluña, las reservas bajaron un 4%.

Soluciones a la desesperada

La situación es alarmante a todos los niveles. El pasado puente de la Constitución, las previsiones de Turespaña para Barcelona eran las más pesimistas de entre todas las grandes ciudades. La capital catalana, que en 2016 registró una ocupación del 65%, recogió una previsión del 52% en 2017. Fue la única en la que cayó: el pronóstico para Madrid era crecer un 9%, para Granada y Sevilla un 13%, para Bilbao y Palma de Mallorca un 14% y para Valencia un 27%.

Los empresarios, ante el negro horizonte, han reaccionado tirando los precios. Hasta un 15% en los próximos meses, como informó la pasada semana El Independiente. El Gremio de Hoteles de Barcelona, la patronal hotelera de la ciudad, confirmó que los establecimientos habían registrado una caída del 13% en sus ingresos por habitación en octubre. Para noviembre, en vez de mejorar, la previsión empeoró hasta un 15% de descenso.

La amenaza principal es que la actual inestabilidad cree una losa difícil de levantar, incluso de cara a la temporada de verano, con las reservas estancadas. La temporada baja, este año, tampoco ha traído buenas noticias: por primera vez en cuatro décadas, el 80% de las plazas de viajes del Imserso a Cataluña continuaban sin adjudicarse tras dos meses de promoción. En el resto de España, todo completo.