Economía

La mayor caída del bono italiano en 25 años desata las alertas de crisis en Europa

La crisis política italiana vuelve a enfrentar a la eurozona a amenazas que parecían pasadas y que ponen en cuestión su propia supervivencia

El peor día en 25 años del bono italiano desata las alertas de crisis en Europa.

El líder del Movimiento 5 Estrellas, Luigi di Maio, en un encuentro con sus simpatizantes en Nápoles. EFE

Han pasado ya casi seis años desde que Mario Draghi pronunció sus palabras más recordadas: "El BCE está preparado para hacer lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme, será suficiente". En un momento en que la propia supervivencia de la eurozona aparecía amenazada por los azotes de la crisis de la deuda, aquella sentencia actuó como un bálsamo que aplacó los temores del mercado y dio margen al presidente del banco central para demostrar lo mucho que estaba dispuesto a poner sobre la mesa para corroborar su mensaje.

Pocos podían esperar entonces que en los años siguientes el supervisor monetario europeo pondría a disposición de los bancos riadas de financiación gratuita; rebajaría los tipos de interés al 0% e, incluso, adentraría en territorio negativo algunas de sus tasas; e inyectaría cerca de 2,4 billones de euros en los mercados europeos a través de la compra de deuda de países y empresas.

Los logros de todos esos esfuerzos parecían evidentes hasta hace apenas unos días. Pero la crisis política desatada en Italia -y, en menor medida, en España- amenaza con hacer saltar por los aires las costuras de una Europa que vuelve a rasgarse por donde más sangraba en aquellos tiempos convulsos de 2012: los países de la periferia. Cuando restan tan solo unos meses para que Grecia, la más notoria protagonista de la crisis del euro, pueda volver a caminar sola, tras el fin del último programa de rescate, el convulso escenario político italiano se postula como el nuevo gran quebradero de cabeza para los mercados europeos.

Aún antes de que se forme el Gobierno tecnócrata que dirigirá Carlo Cottarelli, pocos dudan de que su mandato será breve y que la falta de apoyo entre las principales fuerzas del Parlamento trasalpino aboca al país a unas próximas elecciones. El temor es que tanto el Movimiento 5 Estrellas como la Liga Norte, agraviados por el bloqueo a su propuesta de gobierno y alentados por unas encuestas que les auguran una mayoría aún superior a la actual, adopten un discurso más radical, que acabe presentando los nuevos comicios como un referéndum de facto sobre la permanencia de Italia en el euro.

"A corto plazo, no esperamos que la situación en Italia se calme con las nuevas elecciones que se avecinan, que podrían ser utilizadas por la Liga para impulsar una retórica antieuropea", advierten los analistas de DWS, la gestora de Deutsche Bank, quienes consideran que la Liga y el Movimiento 5 Estrellas "han mostrado sus rostros reales" al negarse a sustituir a Paolo Savona (el ministro vetado por el presidente de la República, Sergio Mattarella, por sus posiciones antieuropeas) por un candidato más moderado.

En este contexto, incluso, se especula con que ambas formaciones políticas pudieran acudir en alianza a una nueva cita electoral: "Si las dos fuerzas antisistema se unieran, podrían decidir adoptar una postura explícitamente antieuropea, posiblemente incluso más contundente que la que mantenían desde que comenzó la campaña electoral en enero", observan en Barclays.

El prestigioso inversor George Soros ha advertido de que Europa se enfrenta a un peligro existencial

Ante esta situación, las primeras voces de alarma empiezan a resonar con fuerza: "Decir que Europa está en peligro existencial ya no es una figura retórica, es la dura realidad", expresaba este martes con contundencia el afamado inversor George Soros.

Los mercados parecen darle la razón. La deuda italiana experimentó este martes su mayor descalabro en 25 años. La rentabilidad del bono a 10 años rebasó con creces la frontera del 3%, por primera vez desde 2014, y la prima de riesgo trasalpina se acercó a la cota de los 300 puntos básicos, en su nivel más elevado en casi cinco años.

El sobresalto desencadenó reacciones que, sin duda, remitían al turbulento verano de 2012. Los inversores trazaron una marcada barrera entre aquellos mercados considerados más seguros -los de la Europa central o core- y la Europa periférica, aquejada repentinamente de una oleada de escepticismo. En España, golpeada también por sus propias incertidumbres políticas, la prima de riesgo se elevó cerca de 20 puntos básicos, hasta sus mayores niveles en un año, por encima de los 130 puntos, e idéntica suerte corrió la deuda portuguesa.

De forma automática, la tensión se trasladó a las bolsas, donde los bancos sufrieron una sangría de notables proporciones, evidenciando que los esfuerzos realizados en los últimos años por desligar al sector financiero del riesgo soberano no han sido suficientemente efectivos. Y el euro retrocedió hasta sus niveles más bajos desde el pasado verano.

Mientras tanto, los inversores buscaron refugio en sus activos predilectos en estas circunstancias, como el bono alemán, que alcanzó sus mejores niveles en once meses, o el yen y el franco suizo que se anotaron ganancias superiores al 1% frente al euro.

"El mercado está anticipando un riesgo que está ahí, que es el de la ruptura de la eurozona. Y en ese contexto el contagio a otros países periféricos es entendible, porque la deuda española o portuguesa es tan buena como bueno sea el euro", apunta David del Val, analista del departamento de análisis económico y de mercados de Analistas Financieros Internacionales (AFI). Según su visión, una salida de Italia del euro requeriría de una reforma radical de la unión para no convertirse en el principio de su fin.

Pero lo cierto es que son pocas las firmas que ven factible a corto plazo que Italia se encamine hacia su ruptura total con Europa. "Italia no se puede permitir lo que conllevaría su ruptura con la zona euro: impagos, quitas...Ya hemos visto que países como Grecia se tuvieron que plegar a las exigencias de Europa. De las ideas a lo que puedes hacer hay mucha diferencia" comenta Álvaro Blasco, director de atl Capital.

Una Italia enfrentada a sus socios europeos dificultaría las reformas clave para una mayor integración de la eurozona

Sin embargo, la mera posibilidad de que la tercera mayor economía de la eurozona emprenda una senda de enfrentamientos con sus socios presenta riesgos nada desdeñables. Si ya las turbulencias ocasionadas por Grecia en el verano de 2015 amenazaron con hacer descarrilar la incipiente recuperación europea, el potencial desestabilizador italiano se presenta como exponencialmente más dañino. "La economía italiana es aproximadamente diez veces mayor en comparación con Grecia. Teniendo en cuenta las preocupaciones causadas por Grecia, no es difícil imaginar el daño que Italia podría hacer", señala Jan von Gerich, estratega jefe del banco danés Nordea.

Que seis años después de verse contra las cuerdas Europa se vuelva a enfrentar al mismo peligro parece traslucir la escasa eficacia de las soluciones adoptadas desde entonces. Las promesas de mayor integración han quedado en tímidos pasos preliminares. "Sin duda no se han hecho los deberes para la reforma del euro. Y parece difícil que se pueda avanzar en esta situación", corrobora Del Val.

Cuestiones clave para la configuración de un euro más integrado, más sólido y seguro pueden encallar en este nuevo escenario. "Con el riesgo de una desviación fiscal en Italia en aumento, la resistencia de Alemania contra el proyecto de valores respaldados por bonos soberanos (SBBS) será insuperable", apuntan los economistas de Julius Baer. Este proyecto es considerado una pieza esencial para mantener cierta convergencia entre los bonos europeos -que no se disparen las primas de riesgo- cuando el BCE ponga fin a su programa de compra de deuda (QE). "Los problemas de Italia podrían obligar al BCE a buscar otra estrategia para mantener deprimidos los rendimientos de los bonos periféricos", añaden en el banco suizo.

El papel del BCE

El papel que pueda representar el banco central en esta crisis aparece también como esencial. "El BCE no se puede permitir el lujo de que rebroten las tensiones. En este escenario, la subida de tipos se podría retrasar y tal vez la retirada del QE también podría dilatarse", explica Natalia Aguirre, directora de análisis de Renta 4. Sin embargo, en Julius Baer consideran que cualquier cambio en la hoja de ruta actual del banco central que no esté respaldado por los datos sería dañino para su propia credibilidad y la del euro.

En cualquier caso, el QE tiene ciertas restricciones que, tal vez, lo harían poco efectivo a la hora de apagar un repunte de la tensión que dificulte el acceso al mercado de un país como Italia. Para esas situaciones el BCE cuenta con otras herramientas, pero su uso parece poco factible en las condiciones actuales. "Los mecanismos para salvar el euro como el Mecanismo de Estabilidad Europea (ESM) o las Transacciones Monetarias Directas (OMT) del BCE requieren que un país solicite asistencia financiera y acuerde un programa, que generalmente involucra más austeridad. Huelga decir que es difícil ver a ningún gobierno italiano firmando más austeridad en este momento", aseguran los analistas de ING.

Italia podría llegar a encontrar dificultades para financiarse en los mercados en los próximos meses

Ante eso, no cabe descartar que Italia pueda verse en los próximos meses en dificultades para financiarse en los mercados. De hecho, este martes ya tuvo que pagar el interés más elevado en cinco años para colocar sus letras a seis meses. De agravarse, esta tendencia tendría consecuencias muy graves para la estabilidad en el conjunto de la región. "En un escenario de presión renovada del mercado y sin más apoyo del BCE -que será muy improbable que apoye a un país con gobiernos poco cooperativos- los planes de salida del euro podrían volver a la mesa de negociaciones rápidamente", advierte Von Gerich.

No resulta muy difícil imaginar lo que esa situación conllevaría: desplome del euro y de las bolsas europeas, huida del dinero hacia los activos refugio como el bono alemán y fuerte repunte de las primas de riesgo periféricas, mientras el BCE tendría que ingeniárselas para evitar el contagio. Un escenario extremo que, como en 2012, requeriría de soluciones audaces. "La eurozona podría sobrevivir a una salida italiana solo si tanto el BCE como los gobiernos de los otros países de la región estuvieran decididos a hacer lo que sea necesario para salvar el euro", sentencia el responsable de Nordea.

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