Los pasajeros del avión de Air Canada que realizó un aterrizaje de emergencia en Barajas empiezan a digerir las dramáticas horas que vivieron a bordo. Viajaban a bordo del Boeing 767-375 130 personas. Juntas sobrevolaron en círculos los alrededores de Madrid entre las 15 y las 19 horas, mientras el aparato quemaba combustible para reducir los riesgos al tocar tierra.

Como el avión volaba bajo, los pasajeros tuvieron cobertura en sus móviles y fueron conscientes desde el estallido de un motor del peligro que corrían. "Por favor, cuidad de mis hijos", escribió Helena González a su marido. Ella es una de las personas que despegaron de la capital rumbo a Toronto con la compañía canadiense.

González ha narrado su experiencia en el programa El Mon de RAC1. "Volábamos tan bajo que pillamos cobertura 3G y empezamos a whatsapear", explica, "para no ponernos más nerviosos".

Todas personas que viajaban a bordo siguieron en directo la evolución de los acontecimientos a través de los medios de comunicación. “Nos salían alertas: Todos los hospitales de Madrid preparados para atender a los pasajeros”, recuerda Helena González.

Lo llamativo, según recuerda esta pasajera, es que en ningún momento se desató el pánico en la aeronave. Y eso que el avión voló durante a una altura anormalmente baja. “Era increíble, volamos a altura de helicóptero, veía a gente correr en el parque del Retiro”, cuenta la pasajera.

Su testimonio es similar a los comentarios que hicieron otros viajeros ayer en las redes sociales cuando estaban en pleno vuelo. "Aquí todo está tranquilo", aseguraba Carlos Castañeda en Twitter, adjuntando una imagen del interior del avión.

Ayudó mucho la actitud del piloto de Air Canada, que en todo momento mantuvo la calma. De hecho, cuando decidió abortar el viaje a Toronto, transmitió un mensaje tranquilizador a través del sobrecargo, en el que restaba importancia a la avería y explicaba con todo detalle las maniobras que iba a realizar. Entre ellas, pidió al Ministerio de Defensa que un caza F-18 volara junto al Boeing para comprobar la gravedad de la avería.

El papel del piloto fue fundamental. El avión logró aterrizar en Madrid sin ningún incidente. Los pasajeros aplaudieron y acabaron despidiéndose de la tripulación con grandes muestras de cariño.

El propio piloto les dijo adiós uno a uno. "Lo tocábamos como si fuera la Virgen de Lourdes", concluye Helena González. "Lo abrazamos y él lloraba”.