El turismo español se prepara para un año históricamente malo. Las previsiones que manejan las empresas del sector, que han empeorado en las últimas semanas en plena ola de rebrotes de Covid-19, apuntan a que todos los registros de volumen de negocio y de rentabilidad retrocederán a los niveles de hace varias décadas.

El Banco de España constata ahora la debacle del sector y confirma que en seis meses se han esfumado tres cuartas partes de la inyección de divisas que aporta el turismo a la economía nacional.  España está sufriendo una debacle en la cuenta de ingresos por turismo, lo que realmente gastan los viajeros internacionales mientras están en el país y que a efectos prácticos tienen en la contabilidad nacional una incidencia igual a la de las exportaciones.

El estado de alarma en plena pandemia y el cierre de fronteras ha hundido los ingresos hasta sólo 9.077 millones de euros en los primeros seis meses de este año, un 70,5% menos que los 30.853 millones atesorados en el mismo periodo del año pasado (21.776 millones menos entre un ejercicio y otro), según los últimos datos de la balanza de pagos elaborada por el Banco de España.

Un zarpazo de casi 22.000 millones equivalente a algo más de dos meses del pago de todas las pensiones (ya cerca de los 10.000 millones al mes), a cuatro meses de prestaciones de desempleo en plena crisis (entre 4.000 y 5.000 millones al mes durante la pandemia) o a cerca del coste estimado para financiar todos los ERTE por fuerza mayor hasta septiembre (entre 23.000 y 25.000 millones, según la previsión de la Airef).

El desplome de los ingresos por turismo es parejo al registrado por las llegadas de viajeros internacionales al país. En el primer semestre, el número de visitantes extranjeros se hundió un 71,7%, quedándose en sólo 10,8 millones de turistas, según la Encuesta de Movimientos en Frontera (Frontur) del Instituto Nacional de Estadística.

Vienen menos turistas y se hunden los ingresos. Pero como este año tampoco están viajando los españoles al extranjero, los gastos fuera del país (para la contabilidad nacional, una suerte de coste similar a las importaciones) también caen, pero en menor proporción. Entre enero y junio del año pasado, los gastos por turismo de España fueron de 9.655 millones, pero ese año se han quedado en 4.258 millones, un 56% menos.

El saldo entre una y otra partida, entre lo que gastan los turistas extranjeros al venir y lo que gastan los españoles cuando viajan fuera, este año también se ha desplomado, aunque sigue siendo positivo. El superávit del turismo en la balanza de pagos ha pasado de los 21.198 millones que se acumulaban en la primera mitad de 2019 a los 4.819 millones de este primer semestre.

Tras nueve años consecutivos de récords, España afronta una debacle en la cuenta de ingresos por turismo en todo 2020. Exceltur, un lobby que agrupa a una treintena de las mayores empresas turísticas del país (Meliá, Iberia, Globalia, NH Hotel Group, Iberostar, Riu, Amadeus o Renfe), augura que eldesplome de los ingresos que genera los visitantes internacionales que fulminará casi tres cuartas partes de los ingresos registrados el año pasado, con un descenso del 74%.

Exceltur calcula que durante el conjunto del año los ingresos por turismo exterior de la economía española se hundirán en 52.862 millones de euros en relación a los registros de 2019. Con ello, las estimaciones de la organización empresarial apuntan a que España ingresará este año apenas 18.375 millones de euros, el peor dato desde 1994, según la serie histórica revisada por el Banco de España. España registró el año pasado su noveno ejercicio consecutivo de récord de ingresos por turismo, alcanzando los 71.237 millones de euros, un 3,2% más que en el año anterior, según los registros de la balanza de pagos.

Los ingresos reales por turismo son los que efectivamente revierten en la economía de España, los gastos que los visitantes extranjeros efectúan durante su estancia en el país. Los ingresos por turismo son medidos a efectos contables en la balanza de pagos como exportaciones del país, lo que de facto ha colado al turismo durante más de una década como uno de mayores sectores exportadores nacionales y que lo ha convertido en un salvavidas para la balanza de pagos.