"De lunes a viernes vendemos 5 paellas al día". Esta es la ruinosa realidad para los arroceros valencianos, que esta semana han visto cómo se prolonga el cierre temporal de sus establecimientos hasta al menos el 15 de febrero. La única alternativa es el servicio a domicilio, que implica una dificultosa logística para que el arroz llegue en las condiciones que dicta la idiosincrasia valenciana.

La situación mejora durante el fin de semana, aunque como los propios arroceros apuntan "sólo da para cubrir gastos". Las cifras de fallecimientos y hospitalizaciones a causa del coronavirus no han dejado de crecer en la Comunidad Valenciana durante este inicio de 2021, lo que empuja a los restaurantes al abismo de la bancarrota.

Lo que antes parecía una perdición, ahora se ha convertido en un anhelo para los hosteleros. La limitación de aforo al 33%, vigente hasta el cierre actual, suena ya utópica para muchos. "Firmaría abrir en marzo con un tercio del aforo", señala Toni Novo, gerente de Casa Carmela, inaugurado en 1922. El establecimiento de Novo estaba acostumbrado a recibir a unos 210 comensales en fin de semana sin turno de noche. Actualmente no ofrecen ningún tipo de servicio: "Intentamos trabajar a domicilio pero operativamente es muy complicado y lo descartamos".

A tan sólo 550 metros a pie de Casa Carmela y en dirección al puerto, encontraremos El Trompo. Su gerente, Pepa Ten, explica que "antes del cierre dábamos dos turnos de unas 40 comidas, durante el fin de semana funcionábamos mejor, pero los márgenes de beneficio son muy cortos". Desde El Racó de Meliana hacen referencia a que con el aforo reducido a un tercio "teníamos un total de 80 comensales diarios entre semana, lo que por lo menos nos daba para vivir". El contraste en comparación con lo que viven hoy es irrebatible: "Entre semana repartimos cinco paellas al día. El fin de semana unas 20-25, lo justo para cubrir gastos".

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Plato de paella PIXABAY

Situación económica

El impacto de la crisis del coronavirus en los restaurantes ha comprometido el futuro de los integrantes dependientes del sector. Empresarios de hostelería, camareros, proveedores... "Es una rueda que afecta a todos", cuenta Ten. "La cifra de ingresos es de 800.000 euros menos respecto al año pasado", afirma Novo. Casa Carmela, en condiciones normales, tiene 34 personas en nómina. Pese a la situación actual, sólo dos de esos trabajadores están bajo el expediente de regulación temporal de empleo (ERTE). "El coste de nuestro personal representaba en torno al 29 % de nuestros ingresos, estos meses ha subido al 50%", zanja Novo.

Para Javier Gimeno Ferrando, socio de El Racó de Meliana, "trabajar al 33 % de aforo es muy duro, no sé si peor que cerrar". Gimeno exige "unas condiciones mínimas para poder trabajar cuando podamos abrir". "No pedimos el 100% del aforo. No tiene ningún sentido que haya grandes superficies abiertas y que nosotros tengamos que estar así", argumenta. La preocupación por saber bajo qué condiciones abrirán la persiana los restaurantes ronda a los hosteleros. Mientras, aguantan gracias a créditos ICO "con mucha letra pequeña", relatan los empresarios del sector.

La actitud es común para todos los hosteleros: aguantar. No saben cuánto tiempo lo podrán hacer, aunque por el momento se agarran a una reapertura lo antes posible. Asimismo, el sector reclama ayudas directas y un cese en el pago de los impuestos referentes a una actividad laboral que no se desarrolla bajo los parámetros habituales.